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Yayoi Kusama: los lunares radicales y alegres de una artista de 94 años (que sigue activa)
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Yayoi Kusama: los lunares radicales y alegres de una artista de 94 años (que sigue activa)

La artista japonesa es una de las más afamadas y cotizadas de la actualidad. El Museo Guggengheim de Bilbao inaugura una gran retrospectiva con 200 obras entre pinturas, esculturas y 'performances'

Foto: La obra "Auto-obliteración" de la artista japonesa Yayoi Kusama, una de las figuras más influyentes del arte contemporáneo, en el Museo Guggenheim Bilbao (EFE/Luis Tejido)
La obra "Auto-obliteración" de la artista japonesa Yayoi Kusama, una de las figuras más influyentes del arte contemporáneo, en el Museo Guggenheim Bilbao (EFE/Luis Tejido)

Una enorme escultura pendía este invierno de una de las tiendas de Louis Vuitton en los Campos Elíseos de París. Como si fuera un Gulliver que quisiera tragársela. En la plaza Vendôme otra figura de una viejecita vestida con lunares daba la bienvenida a los visitantes de otra tienda de la misma marca. Ninguno era mal sitio -el lujo y el arte como esa gran combinación capitalista- y las dos obras correspondían a Yayoi Kusama, la artista japonesa de 94 años que a día de hoy sigue siendo una de las más afamadas (y cotizadísimas) representantes del arte contemporáneo de nuestros días. Lleva casi ocho décadas en activo y quizá vuelva a estar en uno de los momentos más dulces de su amplísima trayectoria. Una gran retrospectiva de 200 obras entre pinturas, esculturas, performances, vídeos y carteles en el museo de Guggenheim de Bilbao que se inaugura este martes apunta en esta dirección.

La muestra, que abarca su obra desde 1945 hasta la actualidad -los últimos cuadros que se exponen los creó en julio del año pasado- da la posibilidad al visitantes de: uno, regodearse en la figura de Kusama si ya se conoce; y dos, sorprenderse con esta artista que ha tocado todos los palos del arte contemporáneo desde el expresionismo abstracto, el minimalismo, y el pop-art defendiendo con sus icónicos lunares, calabazas y autorretratos la alegría de vivir, el amor y la interconexión cósmica entre todos nosotros mucho antes de que la pandemia pusiera de moda todo esto. Y que, además, lo sigue reivindicando desde la habitación de hospital en la que vive en Tokio, y no por ser ya una mujer que ha sobrepasado los noventa. Se internó en los setenta por alucinaciones y diversos problemas de salud mental. Por supuesto, sobrevivió a todos ellos y en parte le da gracias al arte al que tiene como una verdadera herramienta de sanación no solo para ella sino para toda la humanidad

Lunares, calabazas, alegría

La gran exposición del Guggenheim bilbaíno parte de un acuerdo de colaboración con el M+ de Hong Kong, un gran museo de arte contemporáneo que abrió sus puertas en noviembre de 2021 y que desde el principio quiso exportar la figura asiática de Kusama a Europa, concretamente a España ya que es el único lugar europeo en el que se podrá ver esta gran retrospectiva, además de en Hong Kong (donde fue visitada por 280.000 personas). Lazos internacionales entre museos que también son entre países y que también son siempre algo más.

placeholder Fotografía: EFE/Luis Tejido.
Fotografía: EFE/Luis Tejido.

Los comisarios, de hecho, son un equipo mixto entre Doryun Chong y Mika Yoshitake y Lucía Aguirre, grandes conocedores de Kusama. Como han destacado en la presentación ante la prensa que se ha hecho este lunes en el museo, no es una exposición que descubra nada de la artista que no se sepa pero sí le hace un perfil verdaderamente subyugante para cualquier interesado en el arte contemporáneo. Porque su trayectoria ya lo es: sufrió la II Guerra Mundial en Japón -con lo que eso conlleva con las bombas atómicas-, huyendo del conservadurismo nipón se marchó a EEUU a finales de los cincuenta donde, según señala en su obra, descubrió la libertad -el warholismo, toda la ebullición filosófica-popera-, regresó a Japón en 1973 donde se dio cuenta de que ni era conocida ni el país había avanzado mucho hacia la modernidad. Se internó en el hospital, siguió trabajando y en los noventa, otra vez el éxito. Y hasta hoy. Eso es ponerle ganas (y ganar).

Toda esta cronología se enmarca en la exposición en diferentes áreas temáticas -que es la gracia de toda la muestra. Un prólogo nos enseña sus autorretratos, desde los de los años cincuenta a uno que hizo hace solo unos años. Esa representación que hace del yo, pero que en realidad es un desasimiento del ego, de huir de él, de quitarse el egoísmo y de confluir más con la naturaleza. Y ya estaban ahí sus elementos: el círculo, el girasol, el lunar. Lo redondo. Lo infinito, que es la segunda parte de la muestra. Le sigue la Acumulación, la Conectividad Radical, lo Biocósmico, la Muerte y la Fuerza de la Vida, que es una sala en la que te imbuye la alegría de vivir como si fuera un fogonazo con múltiples cuadros unos encima de otros a la manera del horror vacui de las exposiciones del XIX.

placeholder Autorretrato de Yayoi Kusama
Autorretrato de Yayoi Kusama

El lunar, por supuesto, pespuntea por todas las salas. ¿Por qué es tan icónico? Ella misma lo explicó mil veces: fue en el vuelo que hizo a EEUU en 1957 cuando desde la ventanilla del avión se fijó en los puntos nubosos que cubrían el océano Pacífico. Para ella se convirtieron en una traslación de las estrellas, los planetas y la propia Tierra como “un lunar entre un millón de estrellas”. También son esa representación de las Redes del Infinito que la comenzaron a hacer famosa ya a comienzos de los sesenta en EEUU. Campos de estrellas sin fin. Y todos nosotros, interconectados “como gotículas de agua”, manifestó Chong, para traducir de alguna forma lo que ella entiende por “lunar”. Efectivamente, Kusama ya hizo todo esto hace sesenta años pero conecta con el zeitgeist actual y por eso está tan en el mapa. “Tiene un arte particular, único y visionario en el que nos obliga a pensar cómo nos enfrentamos al mundo y nos relacionamos con los demás. Todo en su obra es interconexión, todos debemos estar conectados”, añadió Lucía Aguirre.

A sus 94 años tiene que seguir reivindicando lo mismo: más radical que muchos bastante más jóvenes que ella

Más cuestiones que la acercan a nuestro mundo y que la vuelven tan radical como en los sesenta aunque pensarámos que todo esto ya estaba superado. La vida parece a veces un muelle que se estira y vuelve con fuerza para atrás. En EEUU, Kusama se convirtió en una artista provocadora que defendía los derechos de las personas homosexuales, que denunciaba las discriminaciones de raza y género y que protestaba contra la guerra de Vietnam. Creó muchas performances con desnudos -mujeres enseñando sus pechos- y en no pocas ocasiones la señalaron como defensora del mal gusto. Después lo llamaron “conectividad radical”. A sus 94 años tiene que seguir reivindicando lo mismo: más radical que muchos bastante más jóvenes que ella.

La vida y la muerte

Pese a toda esta vitalidad y fuerza y reivindicación que reflejan sus creaciones, Kusama tiene también una relación muy directa con la muerte. Nació en 1929 y crecer en el Japón de la II Guerra Mundial no fue nada fácil. Las bombas, el conservadurismo de una sociedad muy feudal en muchos aspectos (seguían teniendo emperadores absolutos) le hicieron irse a EEUU, pero allí, incluso con los éxitos, también tocó fondo. Sobre todo en los setenta con la muerte de su padre y con la del artista Joseph Cornell, que había sido su gran amigo íntimo en Nueva York. La atenazaron la depresión y los deseos suicidas. Los problemas de salud mental se hicieron poderosos. Y todo eso apareció en su obra que se volvió más oscura.

placeholder Los lunares y la vida
Los lunares y la vida

Una vez más, Kusama abordó el asunto de la salud mental cuando estaba en ámbitos muy reducidos. “Afronta todo lo que le da la miedo con su arte y habla de ello sin tapujos. Lo más interesante es que supo ver sus problemas y buscarles la solución. En ese aspecto resulta muy inspiradora”, reconoció Aguirre. Y como abundó Chong, “es muy transparente con los problemas de salud mental. Ella revela su alma y sus vulnerabilidades, sus pensamientos suicidas y su depresión”.

Sin embargo, después, cuando todo eso pasa, hay un estallido de vida. Un gozo absoluto. En 1988 su arte y su mente dieron un giro. Ayudó que su carrera volvía a despegar. Conseguía el reconocimiento en Japón y de ahí al mundo de nuevo. Y ya no ha vuelto a parar ni a sumergirse en lugares tenebrosos. De hecho, sus creaciones más actuales son pinturas alegres, coloridas, con una serie que se llama “Ruego todos los días por el amor”. Una celebración del amor y la vida que volvieron a coger fuerza con la pandemia. Era lo que muchos estaban buscando. Ella misma, desde la habitación del hospital, donde continúa activa y poderosa, lo sigue buscando: “Oh, tiempo. Detente todavía un momento. Tengo mucho trabajo que hacer. Hay tantas cosas que quiero expresar”, dijo no hace mucho. Una de sus famosas habitaciones místicas -que se puede ver en el museo- refleja sus alucinaciones, sus búsquedas, sus deseos.

Y, por todo esto, Yayoi Kusama a sus 94 años es una de las artistas más famosas, más cotizadas y más buscadas del momento. Y no es casual que Louis Vuitton la haya colocado en uno de sus tejados ni que el Guggenheim la haya convertido en una de sus grandes estrellas de la temporada.

Una enorme escultura pendía este invierno de una de las tiendas de Louis Vuitton en los Campos Elíseos de París. Como si fuera un Gulliver que quisiera tragársela. En la plaza Vendôme otra figura de una viejecita vestida con lunares daba la bienvenida a los visitantes de otra tienda de la misma marca. Ninguno era mal sitio -el lujo y el arte como esa gran combinación capitalista- y las dos obras correspondían a Yayoi Kusama, la artista japonesa de 94 años que a día de hoy sigue siendo una de las más afamadas (y cotizadísimas) representantes del arte contemporáneo de nuestros días. Lleva casi ocho décadas en activo y quizá vuelva a estar en uno de los momentos más dulces de su amplísima trayectoria. Una gran retrospectiva de 200 obras entre pinturas, esculturas, performances, vídeos y carteles en el museo de Guggenheim de Bilbao que se inaugura este martes apunta en esta dirección.

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