Es noticia
La historia real de Clémentine Delait, la mujer barbuda más famosa del siglo XX
  1. Cultura
CINE

La historia real de Clémentine Delait, la mujer barbuda más famosa del siglo XX

La cineasta francesa Stéphanie Di Giusto ha presentado, en la sección Una cierta mirada del Festival de Cannes, 'Rosalie', una película inspirada en la historia de Clémentine

Foto: Detalle de la postal de Clémentine Delait en su salón. (Creative Commons)
Detalle de la postal de Clémentine Delait en su salón. (Creative Commons)

Fue en el día de Pentecostés, en las ferias de Nancy, al noreste de Francia, cuando Clémentine Delait, vecina del cercano y pequeño pueblo de Thaon, se encontró con una multitud arremolinada frente a una barraca de la que colgaba el cartel de La mujer barbuda. Un feriante ataviado con una capa roja anunciaba a voz en grito: "Vengan y vean uno de los fenómenos más curiosos del mundo entero. Aquí no hay truco ni superchería. Las pruebas médicas más avanzadas son la prueba de que este fenómeno es realmente auténtico. Cada uno de ustedes puede atestiguarlo por la módica suma de quince céntimos. Vengan a ver a la mujer barbuda. ¡Entren! ¡Entren!". Ante tanta expectación, los amigos de Clémentine, la retaron: "¿A qué esperas, Clémentine, para enseñarles la tuya? ¡No deberías haberte afeitado antes de venir!".

Así relata la propia Clémentine en sus Memorias de la mujer barbuda, publicadas en 1934, el momento en el que decidió mostrarse al mundo tal como era. Clémentine Delait había nacido en 1865 en el centro de una localidad cercana a L’Espinal, en los Vosgos, cerca de las ruinas de la antigua abadía de Chamousey. A los 18 años, empezó a crecerle el vello facial de manera anómala, por lo que empezó a rasurarse para ocultarlo; a los 20 años, se casó con un panadero de Thaon; unos años después, montaron una pequeña cafetería junto a la panadería, y a los 35 años decidió dejarse crecer el vello facial: así pasaría a ser un personaje muy conocido en toda la Europa de principios del siglo XX. Y, en este último Festival de Cannes, se ha presentado en la sección Una cierta mirada una película inspirada en su vida, Rosalie, de la directora francesa Stéphanie Di Giusto, protagonizada por Nadia Tereszkiewicz (Mi crimen) y Benoît Magimel (Pacifiction).

placeholder Un fotograma de la película 'Rosalie'. (Festival de Cannes)
Un fotograma de la película 'Rosalie'. (Festival de Cannes)

En la película, Rosalie (Tereszkiewicz) es una joven de pueblo a la que su padre quiere casar con un hombre humilde y mayor que ella, incluso pagando la dote. Abel (Magimel), que nunca ha estado casado y que no conoce más lecho que el de su prostituta de cabecera, no se explica por qué Rosalie, tan bella y tan núbil ella, no ha encontrado mejor marido que él. Lo descubre cuando, en la noche de bodas, al quitarle a su flamante esposa el salto, se topa con unos pechos hirsutos y una frondosidad anómala en la entrepierna, lo que le lleva a repudiarla. Pero Rosalie, inasequible al desaliento, se esfuerza por ser la mejor compañera posible y, ante las deudas de su marido, decide dejarse crecer la barba para convertirse en la atracción de la zona y que los aldeanos acaben gastando sus jornales en el bar de Abel.

La historia real de Clémentine es la de una mujer que no podía tener hijos y que tenía "una fuerza y una musculatura impresionantes y una voz muy profunda", como describe el estudio médico Clémentine Delait (1985-1934), la mujer barbuda más famosa en la Europa del siglo XX, del médico endocrino Wouter W. de Herder, del Erasmus University Medical Center de Róterdam (Países Bajos). Nunca tuvo hijos (a causa del síndrome del ovario poliquístico) y, con 39 años, el Estado francés le permitió vestirse con ropa de hombre. Padeció de obesidad mórbida, sufrió reúma y murió de un infarto. "A los treinta años pesaba sesenta kilos. Con cuarenta, casi cien", cuenta ella en sus memorias.

Su marido también padecía reúma, a causa de su doble turno en la panadería y el bar-cafetería. Ella se encargaba sola del segundo, metiendo y sacando los barriles de cerveza y vino a pulso. Cuando se dejó crecer la barba, empezó a atraer a muchos curiosos, algunos de ellos indeseables que se acercaban demasiado para comprobar si la barba era de verdad. "A un carpintero lo cogí por la espalda y lo lancé a la calle como un fardo de ropa vieja al abrevadero que había enfrente. El baño forzado fue saludable para él, porque al día siguiente el carpintero irascible volvió para presentarme sus disculpas".

placeholder Postal número 23 de Madame Delait en su jardín. (Creative Commons)
Postal número 23 de Madame Delait en su jardín. (Creative Commons)

En una época en la que no había más entretenimiento que las ferias y los juegos de mesa, "la mujer barbuda" se convirtió rápidamente en un fenómeno boca a boca. Un fotógrafo le propuso hacerse unas fotos que empezó a vender como postales firmadas, y la curiosidad atrajo al café, al que renombraron como El café de la mujer barbuda, cada vez a más gente de fuera del pueblo. Pero el momento en el que su fama explotó a nivel internacional fue cuando se convirtió en el icono de la Cruz Roja y los soldados franceses de las trincheras durante la Primera Guerra Mundial, bautizados como los Poilus, es decir, "los peludos". Su primer viaje al extranjero fue en 1932, pocos años antes de morir, y la llevó hasta Londres, donde consiguió un contrato de varias semanas para exhibirse. "Tuve un gran éxito en Londres", contó en su libro. "No he encontrado en casa de los londinenses más que tremenda cortesía, deferencia y discreción. De Londres me querían llevar a Islandia, pero me negué. Está demasiado lejos".

A pesar de que le ofrecieron mucho dinero por exhibirse en más ferias, Clémentine se negó a convertirse en un monstruo de barraca. "Miren, yo no soy y fenómeno, si por esa palabra entienden un ser hermafrodita relevante para el estudio de patologías. Mis fotografías prueban que, además de una salud excelente, tengo un físico que no tiene nada de desagradable; con sólo afeitarme la barba con crema depilatoria no sería nada más que una mujer sana, robusta, de una anatomía irreprochable y que, todos los días, se pone coqueta y sensible a las múltiples atenciones del sexo fuerte: buena esposa y buena ama de casa", escribió en sus memorias.

La película de Di Giusto utiliza la figura de Clémentine (amparada en el nombre de Rosalie) para señalar la crueldad de las sociedades pequeñas (de mente) con el diferente. La verdadera Madame Delait tuvo una vida más afortunada que la mayoría de las mujeres de su entorno, con la posibilidad de conocer mundo en un momento en el que solo viajaba la clase pudiente (o la muy pobre, pero como emigrante). Clémentine murió a los 74 años y exigió que en su tumba se grabase "Clémentine Delait, nacida Clatteaux, la mujer barbuda". Orgullo peludo.

Fue en el día de Pentecostés, en las ferias de Nancy, al noreste de Francia, cuando Clémentine Delait, vecina del cercano y pequeño pueblo de Thaon, se encontró con una multitud arremolinada frente a una barraca de la que colgaba el cartel de La mujer barbuda. Un feriante ataviado con una capa roja anunciaba a voz en grito: "Vengan y vean uno de los fenómenos más curiosos del mundo entero. Aquí no hay truco ni superchería. Las pruebas médicas más avanzadas son la prueba de que este fenómeno es realmente auténtico. Cada uno de ustedes puede atestiguarlo por la módica suma de quince céntimos. Vengan a ver a la mujer barbuda. ¡Entren! ¡Entren!". Ante tanta expectación, los amigos de Clémentine, la retaron: "¿A qué esperas, Clémentine, para enseñarles la tuya? ¡No deberías haberte afeitado antes de venir!".

Cine
El redactor recomienda