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Muere Antonio Gala a los 92 años, el poeta carmesí de los 3.000 bastones
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Adiós al genio andaluz

Muere Antonio Gala a los 92 años, el poeta carmesí de los 3.000 bastones

Autor prolífico de versos, novelas y artículos, padrino de varias generaciones de jóvenes autores, el muy leído autor de 'El manuscrito carmesí' fue una figura inevitable de nuestras letras

Foto: Antonio Gala. (EFE)
Antonio Gala. (EFE)

Ya había cumplido los 92 y su curiosidad era la del joven adolescente que cabalga entre endecasílabos. Una pasión inquebrantable por las letras; por escuchar, escribir o deleitarse ante un poema (o las tres cosas al mismo tiempo); por Córdoba y Alhaurín El Grande. Y, claro, por la vida. Antonio Gala, uno de los creadores españoles más brillantes y populares de las últimas décadas, ha escrito hoy su último suspiro.

Dramaturgo. Poeta. Cuentista. Novelista. Ensayista. Vital, soñador y precoz, muy precoz. Fue tanto que con 15 años ingresó en la Facultad de Derecho de la Universidad de Sevilla. Su padre quiso que se preparara las oposiciones para abogado del Estado. Lo hizo, pero abandonó. Vivió en Roma, fundó revistas, publicó en la prestigiosa revista Cántico... Era un torrente pasional y de creatividad. Jamás abandonó su vocación.

Foto: Antonio Gala y Ben Clark, este miércoles, en la sede de la fundación del escritor (Agustín Rivera).

Enemigo Íntimo (1959) (accésit en el Premio Adonais de Poesía) fue su primer gran éxito. Premio Nacional de Literatura, Premio del Espectador y Premio de la Crítica de 1972, Gala llegó a ser el autor que más libros vendía en la editorial Planeta (consiguió el premio creado por el viejo Lara en 1990 con El manuscrito carmesí, su primera novela). También fue el conversador aliado con la excelencia de la palabra justa, acaso ensimismada; la que fija versos que conmueven en medio de la zozobra.

Nunca le gustó que le recordaran que había nacido ("me nacieron", repetía) en Brazatortas (Ciudad Real). Lo ocultó siempre que pudo. Córdoba era su ancla de formación, la primeriza y la del punto final con la obra de la que estaba más orgulloso: su fundación, creada en 2002, con 14 creadores en la promoción de este año: siete escritores, seis artistas y un músico.

Los lectores, "su familia elegida"

"Mis lectores fueron mi familia elegida", dijo en 2015, al recibir el título de Hijo Adoptivo de Málaga. Allí leyó unos versos sobre la "madre Andalucía", justo al superar un cáncer de colon. Ya hacía años que no concedía entrevistas. Hay que recordar (y revisar) las que les hizo Jesús Quintero.

Una de sus últimas intervenciones públicas tuvo como testigo este periódico. Fue en abril de 2018, en la presentación de La policía celeste de Ben Clark. Gala y su bastón (coleccionó 3.000) escucharon al Premio Loewe. "¡Pues claro que sigo escribiendo poesía!", contestó a este periodista.

Hacía casi una década que no publicaba ningún libro de poemas, pero no había abandonado la escritura. Los médicos le imponían descanso y que se mantuviera lejos del ajetreo. Su secretario particular y su sobrino José María conformaban su núcleo duro.

Solía pasar los inviernos y los veranos en su "casita" La Baltasara de Alhaurín El Grande. En otoño y en primavera era fiel a Córdoba

Solía pasar los inviernos y los veranos en su "casita" La Baltasara de Alhaurín El Grande. En otoño y en primavera era fiel a Córdoba. Ya hacía años que había dejado su casa de la esquina de la calle Macarena con la calle Triana de Madrid.

Con Gala desaparece una poeta inquieto que consiguió con la novela y el columnismo (sus artículos de La Tronera en El Mundo eran pagados con enorme generosidad) reunir una pequeña fortuna para comprar su refugio malagueño, donde era tan feliz, y su fundación, el tesoro que le sobrevive, y que lleva el siguiente lema del verso del Cantar de los cantares: "Pone me ut signaculum super cor tuum" —"Ponme como un sello sobre tu corazón"—.

Ya había cumplido los 92 y su curiosidad era la del joven adolescente que cabalga entre endecasílabos. Una pasión inquebrantable por las letras; por escuchar, escribir o deleitarse ante un poema (o las tres cosas al mismo tiempo); por Córdoba y Alhaurín El Grande. Y, claro, por la vida. Antonio Gala, uno de los creadores españoles más brillantes y populares de las últimas décadas, ha escrito hoy su último suspiro.

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