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La Bien Querida se pasa al latineo y pone a bailar a toda la Riviera
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Es una de las grandes

La Bien Querida se pasa al latineo y pone a bailar a toda la Riviera

La bachata, salsa, rumba y boleros de su nuevo disco, 'Paprika' convirtieron el concierto del festival Inverfest en Madrid en puro goce bailongo

Foto: La Bien Querida, anoche en La Riviera
La Bien Querida, anoche en La Riviera

La conocimos con la guitarrita acústica y las melodías románticas del indie de los primeros 2000. Después metió sintetizadores y convirtió sus discos en pistas de baile con canciones de amor (y muchísimo desamor). Todo esto le fue muy bien. Ana Fernández-Villaverde, aka La Bien Querida (Bilbao, 50 esplendorosos años) colocó su música en casi todas las series de España. Sonido y letras elegantes, nada de desgarros histéricos. Pero la fórmula empezaba a agotarse. Ni estamos con la resaca de los noventa ni tenemos 30 años. La compositora dio el año pasado otro giro musical: se sumó al sello Sonido Muchacho y lanzó Paprika, un disco lleno de bachata, salsa, rumba y boleros y con colaboraciones como la de Santiago Motorizado, el líder de la banda argentina El mató a un policía motorizado. Y ha vuelto a dar en el clavo. No por nada la inteligencia radica muchas veces en a quien se arrima una.

La vasca lo comprobó ayer noche en el concierto que ofreció en La Riviera dentro del festival Inverfest. La sala, que por cierto necesita de arreglos urgentes (los boquetes en el techo dan qué pensar) estaba hasta arriba de fans -hombres y mujeres- que corearon sin parar sus temas. También los del último álbum y eso no siempre pasa con los músicos ya asentados. Señal de que el disco funciona.

placeholder La imagen de su nuevo disco, Paprika
La imagen de su nuevo disco, Paprika

Salió con un vestido negro, subida a un columpio y bien acompañada por bajo, guitarra, teclados, batería. Quizá el negro no ayudaba para distinguirla en un escenario oscuro, pero enseguida arrancó con La perra del hortelano -canción que abre el nuevo álbum- y el público ya se metió dentro. A partir de ahí, paseo musical y goce. La primera, la propia cantante que se vio que disfrutó mucho sobre el escenario.

Tampoco desatendió sus grandes éxitos. De hecho, el concierto fue una estupenda mezcla entre el nuevo álbum y canciones míticas como ¿Qué?, La verdad, Recompensarte, Dinamita, o Poderes extraños que desgañitaron al personal. Sí, uno de esos conciertos-karaoke disfrutones.

Los momentos más divertidos y bailongos llegaron con las nuevas canciones. El nuevo disco, más disfrutón, funciona

Pero los momentos más divertidos y bailongos llegaron con las nuevas canciones. Antes de darle caña al cuerpo, esas canciones del despecho, pero con alegría y sin criticar a otras -Shakira, resultas menos estilosa- que son Como si nada (“A ver si alguien te abre los ojos/ para que veas lo imbécil que has sido/ que a mí lo que no me mata me hace más fuerte, más chula, más fría/ más mala, más loca y más guapa”), y el salseo de Mala hierba (Y a ti/ Que la pena que tuve la sientas en ti/ Porque fuiste un cabrón y te lo consentí/ Y ahora a esto lo llamas cortar de raíz/ ¡Pues claro que sí!). El latineo siguió con Esto que tengo contigo (Tú eres mi nada/ Cuando la gente me encuentra/ Con la mirada perdida/ Y me preguntan "Anita, ¿en qué piensas?" Y yo les digo "en nada" No pienso en nada), Datbay y el hit del disco, la bachata La cruz de Santiago.

Se hizo corto el concierto. Pasada la hora y tres cuartos, La Bien Querida ya se estaba despidiendo. Salió del escenario, se cambió de vestido -por uno azul, mucho mejor- y tocó los bises finales. Faltaban dos de las canciones más legendarias, las que realmente le pusieron en órbita con la guitarra acústica: De momento, abril y 9,6 (del disco Romancero, 2009).

Y ahí se terminó, pero si nos hubieran echado otra hora, la hubiéramos bailado.

La conocimos con la guitarrita acústica y las melodías románticas del indie de los primeros 2000. Después metió sintetizadores y convirtió sus discos en pistas de baile con canciones de amor (y muchísimo desamor). Todo esto le fue muy bien. Ana Fernández-Villaverde, aka La Bien Querida (Bilbao, 50 esplendorosos años) colocó su música en casi todas las series de España. Sonido y letras elegantes, nada de desgarros histéricos. Pero la fórmula empezaba a agotarse. Ni estamos con la resaca de los noventa ni tenemos 30 años. La compositora dio el año pasado otro giro musical: se sumó al sello Sonido Muchacho y lanzó Paprika, un disco lleno de bachata, salsa, rumba y boleros y con colaboraciones como la de Santiago Motorizado, el líder de la banda argentina El mató a un policía motorizado. Y ha vuelto a dar en el clavo. No por nada la inteligencia radica muchas veces en a quien se arrima una.

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