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Tocar a menores: Mónica Oltra y el síndrome Gil de Biedma
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Tocar a menores: Mónica Oltra y el síndrome Gil de Biedma

La ex vicepresidenta de la Comunidad Valenciana era la encargada de proteger precisamente a unos menores que no tienen ya ni a un ladrón de coches que se mate por ellos

Foto: Mónica Oltra (EFE Juan Carlos Cárdenas)
Mónica Oltra (EFE Juan Carlos Cárdenas)

"Un acto de reconocimiento y justicia por todo lo que nos ha dado. Es muy importante poner en valor la grandeza de la obra de Gil de Biedma y explicarlo a toda la ciudadanía". Con estas palabras, la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau inauguraba la placa colocada en honor al poeta Gil de Biedma en la casa dónde vivió, en la calle Pérez Cabrero número 6 del barrio de Sant Gervasi-Galvan. No quiso explicar, sin embargo, lo que hacía el poeta al llegar a Filipinas. Así entenderemos un poquito mejor la empanada mental que se ha formado alrededor de la imputación de Oltra, su decisión de seguir dónde está, y sobre todo, la frase gore —sí, de cine Gore— que en forma de slogan ha elegido su partido para defenderla: —Si nos tocan a una, nos tocan a todas— ¿De verdad no había otro verbo? Joder, no sé, un "Si imputan a una, imputan a todas", "Si atacan a una, atacan a todas", o incluso un "si maldicen a Oltra, maldicen a todas", pero no, con un par de algo que desconozco, han dicho: —Si tocan a una, nos tocan a todas— y la cosa va de tocar sí. A menores a cargo. De tocar a menores. A tu hija, sobrino, prima, vecino o nieta. Esto es, la causa que acaba de llevar finalmente a Mónica Oltra a dimitir como vicepresidenta de la Generalitat Valenciana tras ser acusada de encubrimiento por los presuntos abusos de su exmarido.

Foto: Oltra, en la sede de Compromís, con Joan Ribó, Alberto Ibáñez, Àgueda Micó y Juan Ponce. (EFE/Ana Escobar)

Y uno sigue dándole a la tecla entre nauseas y arcadas. Se puede vivir en paralelo a todo, cada cual tiene el prisma que le enseña cómo mira al mundo delante de él. Recuerdo hace un año, cuando un ladrón de coches encontró a un niño sentado en la sillita del que acababa de mangar. No necesitó ni una chispa para comprender que debía poner a salvo al menor y hacer todo lo posible para que no se asustara. En la primera salida de la carretera detuvo el coche y avisó a un empleado de una gasolinera para que alertara a la Guardia Civil. Era un ladrón de coches, un mangante, un quinqui, pero uno de los que no tocarían un pelo al niño que llevaba en la sillita de atrás. Al contrario. Se partiría la cara con quién se atreviera a rozarle.

"Si nos tocan a una, nos tocan a todas" ¿De verdad no había otro verbo?

Algo de lo que esperaría cualquiera, por ejemplo, del ex marido de la encargada de protegerlos en la Comunidad Valenciana. Que usa lo del ex tratando de levantar un muro de humo que sólo aclara la mezquindad de la ex mujer. Igual que el poeta blanqueado que viajaba a Filipinas para follar con algún menor de edad y decenas de jovencitos. Cosa que allí se permitía, aquí se recitaba. Delitos por los que en cualquier cárcel te rajarían con una cuchilla de afeitar. Degenerados que utilizan a menores para goce y deleite de su podrida existencia. Escribiendo en verso, o chillando en un acto público al grito de pachanga estival entre sudores: ¡Si nos tocan a una, nos tocan a todas! Y aquí tu calle, tu placa, tu poesía, tu arte, tu basura.

Persona y obra

¿Hay que separar la obra de la persona? Sí. Pero por supuesto hay límites y quizás lo de abusar de un niño o niña sea uno bastante convincente. ¿Sabían que el Partido Comunista denegó la afiliación a Gil de Biedma por ser homosexual? ¿O sería al conocer sus viajes humanitarios a Manila? Dónde según la alcaldesa de Barcelona, despertó su conciencia: "La conciencia social de Gil de Biedma se despertó a raíz de su primer viaje profesional a Filipinas". Y aún con todo esto aparecen voces defendiendo, separando obra y autor, frase y sexo, cargo y dedos. Yo te toco, tú te callas, yo te cubro, tú me votas. Gil de Biedma escribió en su diario que los menores no le habían gustado. Al menos, después de joderle la vida a alguno, el buen poeta dejó constancia que no le había gustado. ¿Ves como tenía buena conciencia? No le gustaron. Yo tengo la suerte de no tener ninguno de sus libros. Por muy depravado que fuera, también creo en la libertad de no leerle.

Oltra era la encargada de proteger precisamente a esos menores, que no tienen ya ni a un ladrón de coches que se mate por ellos

Este es un curioso efecto que separa a la opinión púbica. ¿Dónde está el límite de lo depravado o en dónde resulta injustificable, la obra de algún autor por muy bueno que sea? Jaime Gil de Biedma era un buen poeta, de lo mejor de la generación del 50. También era un depravado. Y Mónica Oltra está imputada por encubrir a su “ex” depravado de un delito de abuso a menores. Pero además, Mónica Oltra era la encargada de proteger precisamente a esos menores, que no tienen ya ni a un ladrón de coches que se mate por ellos.

"Un acto de reconocimiento y justicia por todo lo que nos ha dado. Es muy importante poner en valor la grandeza de la obra de Gil de Biedma y explicarlo a toda la ciudadanía". Con estas palabras, la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau inauguraba la placa colocada en honor al poeta Gil de Biedma en la casa dónde vivió, en la calle Pérez Cabrero número 6 del barrio de Sant Gervasi-Galvan. No quiso explicar, sin embargo, lo que hacía el poeta al llegar a Filipinas. Así entenderemos un poquito mejor la empanada mental que se ha formado alrededor de la imputación de Oltra, su decisión de seguir dónde está, y sobre todo, la frase gore —sí, de cine Gore— que en forma de slogan ha elegido su partido para defenderla: —Si nos tocan a una, nos tocan a todas— ¿De verdad no había otro verbo? Joder, no sé, un "Si imputan a una, imputan a todas", "Si atacan a una, atacan a todas", o incluso un "si maldicen a Oltra, maldicen a todas", pero no, con un par de algo que desconozco, han dicho: —Si tocan a una, nos tocan a todas— y la cosa va de tocar sí. A menores a cargo. De tocar a menores. A tu hija, sobrino, prima, vecino o nieta. Esto es, la causa que acaba de llevar finalmente a Mónica Oltra a dimitir como vicepresidenta de la Generalitat Valenciana tras ser acusada de encubrimiento por los presuntos abusos de su exmarido.

Mònica Oltra
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