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Melanie Klein, la mujer que desafió a Freud para descifrar el inconsciente de los niños
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la madre del psicoanálisis infantil

Melanie Klein, la mujer que desafió a Freud para descifrar el inconsciente de los niños

Se cumplen 140 años del nacimiento de esta psicoanalista austriaca, que protagonizó las 'Grandes Controversias' contra Anna Freud con sus teorías sobre el juego de los niños

Foto: Melanie Klein y su hija Melitta. (Wellcome Trust/archivo)
Melanie Klein y su hija Melitta. (Wellcome Trust/archivo)

La primera vez que Melanie Klein dio una conferencia en la Sociedad Británica de Psicoanálisis, se compró un sombrero para la ocasión. "Es una cosa enorme, voluminosa, amarillo intenso, con un ala muy grande y un matorral enorme [...]. Hace el efecto de una rosa de té que hubiera crecido demasiado, con un corazón rojo (la cara de ella), y los psicoanalistas temblarán". Se lo contaba Alix Strachey, primera traductora de la obra de Sigmund Freud al inglés, a su marido. El sombrero estridente y la promesa de un temblor en el auditorio fueron casi premonitorios en esa carta recogida por Julia Kristeva en su biografía de la psicoanalista austriaca. Klein llegaba a la joven sociedad londinense en 1925, para presentar tres conferencias sobre el psicoanálisis en niños. Y aquella desconocida, de cuyo nacimiento se cumplen 140 años, protagonizó grandes controversias, se enfrentó en debates embarrados con Anna Freud -hija de Sigmund-, con su propia hija, y llegó a fundar así sus propias teorías sobre la mente infantil.

"No astucia sino sutileza, algo que trabaja por debajo. Una atracción, una torsión, como un mar de fondo: amenazante. Una dama de cabello entrecano y brusca, de grandes ojos claros e imaginativos". Esta era la imagen que causó Melanie Klein en Virginia Woolf cuando se conocieron. El hermano de la escritora se encontraba entre los que escucharon a aquella mujer de marcado acento extranjero, que acababa de aprender inglés para defender sus textos ante la sociedad psicoanalítica. Y antes de llegar a aquel momento decisivo, que la convertiría en una figura de notoriedad mundial en la teoría psicoanalítica, su biografía estuvo marcada por el duelo. A través de la observación del juego de los niños (a veces sus propios hijos), Klein quiso bucear en el inconsciente infantil, cuestionando en algunos de sus postulados a los principios del padre del psicoanálisis.

placeholder Melanie Klein, en los años 50. (Jane Brown)
Melanie Klein, en los años 50. (Jane Brown)

Adorada por unos, combatida con fiereza por otros, Melanie Klein protagonizó una de las guerras fratricidas que marcaron el nacimiento, desarrollo y ¿muerte? del psicoanálisis en el siglo XX. Nació en Viena, en 1882. Su madre se casó con un judío polaco ortodoxo, veinticuatro años mayor que ella. Tuvieron cuatro hijos. Sidonie, hermana mayor de Klein, murió a los 8 años de tuberculosis. Cuando Melanie tenía 19, su padre falleció afectado por un Alzheimer avanzado. Y dos años después, murió otro de sus hermanos, con el que estaba muy vinculada, afectado desde niño por una enfermedad cardíaca. Todavía sumergida en el duelo, Melanie contrajo matrimonio a los 21 años con Arthur Steven Klein.

Los Klein tuvieron tres hijos. La primera, Melitta, se enfrentaría a su madre años más tarde ante la audiencia de la sociedad psicoanalítica de Londres. Según destaca Kristeva en la biografía, el marido se ausentó pronto del hogar de la nueva familia Klein. Le fue infiel con frecuencia y pasaba temporadas fuera de casa debido a sus viajes profesionales. Ante el antisemitismo que crecía en la sociedad vienesa de principios del siglo XX, la familia se convirtió al cristianismo, primero, y emigró a Budapest, después. Para entonces, la inestabilidad mental de Melanie Klein ya se había manifestado en varias crisis depresivas, acentuadas por el descalabro de su matrimonio y la presión ejercida por su anciana madre, con la que la familia convivió hasta que esta murió de cáncer en 1914.

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Klein, en 1912. (Archivo/Wellcome Images)

En Budapest, pocos años antes de divorciarse, Melanie Klein vio a Sigmund Freud por primera vez. Ya se había acercado al psicoanálisis a través de uno de los colaboradores más estrechos del fundador de la teoría, Sandor Ferenczi, quien trató su depresión y la alentó a iniciarse en la investigación de los niños. Y con un análisis sobre su hijo Erich -citado con pseudónimo en la investigación- logró la condición de miembro de la Sociedad de Psicoanálisis de Budapest, y posteriormente en la misma institución de Berlín.

La obra de Klein nació de la observación de los niños, de su conducta espontánea mientras jugaban con objetos preparados en la consulta. También de sus dibujos y de sus palabras, que para la terapeuta expresaban algunas de las pulsiones básicas en la teoría psicoanalítica, especialmente las relacionadas con el sexo y la agresividad, que el niño muestra o proyecta en los objetos. Si para el análisis freudiano el terapeuta debe interpretar el material de la llamada 'asociación libre' -los pensamientos, imágenes o emociones que el paciente ha de expresar sin filtro durante la sesión, tumbado en un diván-, para el análisis kleiniano el juego del niño sería algo similar. Fuera del entorno del psicoanálisis y bajo una lectura actual, las interpretaciones de Klein sobre el juego infantil a principios del siglo XX pueden resultar chocantes. Esta es una de ellas, recogida en un artículo por los investigadores Antonio Sánchez-Barranco y Reyes Vallejo: "Klein estimó que el inconsciente era como una especie de representación pulsional, de donde emergería la fantasía ('phantasy') por la acción de un yo precoz, fantasía que acogía abundantes temáticas sádicas de penetración en el cuerpo de la madre, para satisfacer la curiosidad y los deseos de destruir (oral, anal o fálicamente) sus contenidos (heces, bebés y pene), con la subsiguiente culpa y ansiedad persecutoria".

Foto: Porvocar una catalepsia hipnótica a un sujeto, colocarlo entre dos sillas y subirse sobre él. Un clásico de los hipnotizadores de escenarios.

Precisamente, esas son las críticas que el modelo de Klein y, en cierto modo, el modelo psicoanalítico en general han suscitado a lo largo de la historia. Klein quiso desarrollar una teoría general a partir de una población muy reducida y no representativa: la de los niños que acudían a su consulta, a veces sus propios hijos, aquejados de algún mal psicopatológico. "Es también chocante, dado el conocimiento que poseemos sobre el funcionamiento cognitivo del bebé, atribuirle la complejidad que Klein le supone [...]. En ocasiones parece que Klein proyecta en la mente infantil lo que pudiera existir en la suya, de tal forma que terminó encontrando lo que estaba en su cabeza", señalan los investigadores.

"El legado de Klein ha sido muy importante para comprender la mente infantil y el trabajo clínico con niños", comenta María Victoria Niño, directora de la Revista de la Asociación Psicoanalítica de Colombia, a este periódico. "Su legado ha sido polémico, algunos hablan de imaginería, en el sentido de que es tal el peso que le dio a la realidad interna [de los niños], que dejó de lado las características reales externas de los objetos primarios y del ambiente". En Berlín, según explica la biografía de Joana Kristeva, las teorías de Melanie Klein tuvieron sus primeros detractores. "Se exteriorizó el desprecio a Klein por su origen polaco, se subrayó su carencia de estudios universitarios, se ironizó: ¿una mujer que pretendía ser maestra y, por si fuera poco, analista de niños?".

Las críticas arreciaron cuando Hermine von Hug-Hellmuth, que había psicoanalizado a su sobrino, murió estrangulada a manos de este

Las críticas dentro de la comunidad arreciaron cuando Hermine von Hug-Hellmuth, que había psicoanalizado a su sobrino pequeño, murió estrangulada a manos de este. Para algunos, era una muestra de que el tratamiento resultaba demasiado agresivo para aplicarlo sobre niños pequeños. Pero en Londres, la joven y disidente sociedad psicoanalítica acogió con clamor la obra temprana de Klein, bajo la protección de su entonces director, Ernest Jones. Y el resto de su teoría se desarrolló en medio de una de las polémicas más enconadas de la historia de aquella sociedad: el conflicto con Anna Freud en plena Segunda Guerra Mundial, además de la ruptura abierta con su hija Melitta y la formación de su propia escuela en el seno del reino de los Freud.

Las 'Grandes Controversias'

Durante su estancia en Londres, Klein tuvo cinco casas diferentes. Mientras se adaptaba a la cultura británica y aprendía el idioma en un estado errante, esta mujer de marcado acento germánico ejercía una influencia cada vez mayor en la comunidad psicoanalítica. Sus teorías enraízan en el inconsciente infantil, en sus expresiones de angustia y de dolor, dando a lo instintivo un papel capital en la interpretación de la mente. Su hija Melitta se convirtió en una de sus principales detractoras, y el enfrentamiento empezó a entreverse en 1934, tras la muerte de uno de los hijos de Klein, Hans, en circunstancias poco claras. Melitta Schmideberg, ya graduada de medicina, ingresó en el Instituto Británica un año más tarde. Allí, habló de un posible suicidio de su hermano y atribuyó parte de la responsabilidad a las dificultades familiares. Al suceso siguieron, según la biografía de Kristeva, multitud de discusiones, acusaciones y descalificaciones personales entre madre e hija.

Klein llegó a insinuar en uno de aquellos debates que su hija combatía sus teorías porque padecía una enfermedad mental: "Hay incluso un punto que estoy absolutamente segura que deberíamos abstenernos de mencionar, al que ninguno de nosotros debería hacer ni una mínima alusión, y es la enfermedad de Melitta", según recogen las actas de aquellos años. En aquel tiempo, la hija se acercó a las posturas de Anna Freud, con quien Melanie Klein mantuvo también sonoras discusiones durante el periodo que hoy se conoce como 'Grandes Controversias', en el que las dos se postularon como herederas del pensamiento del padre del psicoanálisis.

placeholder Uno de los dibujos de Richard, un niño que fue analizado por Klein. (Archivo/Wellcome Images)
Uno de los dibujos de Richard, un niño que fue analizado por Klein. (Archivo/Wellcome Images)

Para Anna Freud, trece años menor que Klein, la terapia con niños debía de ser en esencia educativa, orientadora, de mentoría y no de confrontación. Ambas sostenían una interpretación diferente de los textos de Sigmund Freud y en la práctica del análisis infantil. Por ello, provocaron una fractura en aquellas célebres Controversias. A Klein se le acusó de plagio, de impostura, de poca profesionalidad y sectarismo. "De una manera que recuerda un poco al Dr. Goebbels, ellos [los kleinianos] tratan de impresionarnos repitiendo una y otra vez los mismos eslóganes, presentando afirmaciones exageradas y declaraciones dogmáticas, acusando a sus oponentes e intimidando a los vacilantes [sic], un constante juego de emociones de todo tipo, en lugar de presentar y fundamentar sus teorías de acuerdo con estándares científicos", se llegó a decir durante las discusiones.

"No estamos hablando de protozoos, del movimiento de los astros o de las placas tectónicas; estamos hablando de cómo la gente fantasea, de sus traumas, sus sueños..."

¿Cuál es el legado de Melanie Klein y sus polémicos métodos en la actualidad? "Con mucha brillantez, Klein capturó muchas cosas que no se vieron hasta ese momento" opina Carlos Pitillas, profesor de Teoría y clínica del Psicoanálisis en la Universidad Pontificia Comillas y autor del libro 'El daño que se hereda: comprender y abordar la transmisión intergeneracional del trauma'. "No lo hizo desde la evidencia científica y empírica, sino desde la observación clínica de ver a muchos niños jugando y hablando en su consulta. Ahí está la tensión: parece que a veces 'se le va la mano'. Ese pensamiento o formulación del mundo mental de los niños se vuelve excesivamente especulativa y le atribuye una sofisticación que es más propia de un adulto".

"Cuando hablamos de Klein, vemos una parte de grandes descubrimientos, pero desde nuestra perspectiva podemos detectar que hay una parte un poco radical. Pasa algo parecido con todos los textos psicoanalíticos: fueron grandes descubridores, pero a veces construyen sus teorías en un nivel demasiado abstracto", opina este psicólogo. "Una de las críticas que se le hizo a Klein, también por parte de Anna Freud, es que su método entraba en las profundidades de una mente infantil que no podía sostener ese tipo de procesos".

placeholder Klein y su hija Melitta, cuando era una aadolescente. (Archivo)
Klein y su hija Melitta, cuando era una aadolescente. (Archivo)

Para Pitillas, uno de los legados más importantes de Klein en el psicoanálisis contemporáneo es la comprensión de las mentes inmaduras. "Encuentro de mucha utilidad su entendimiento de las mentes que han sido víctimas de traumas importantes, o que por alguna razón no han alcanzado una madurez emocional, afectiva y psicológica. Ella describe la mente como algo fragmentario, cambiante, con mecanismos de defensa muy primitivos. Son típicos de la mente infantil, pero también se observan en personas que no han podido desarrollar la madurez. Es algo que se observa en terapia con niños o con adultos que han sufrido mucho, que no han podido crecer... Hablo de personas con trastornos de la personalidad severos, como el límite o el narcisista. En pacientes psicóticos, se observan muchos elementos de los que ya hablaba Klein", opina Pitillas.

Las Grandes Controversias, como ya había suscitado anteriormente la ruptura entre Sigmund Freud y su discípulo Carl Jung, provocaron en algunos miembros de aquella sociedad una inquietud: "Una ciencia viva es evolutiva y democrática, no estática y autoritaria... El psicoanálisis no es un credo sino una ciencia, y el trabajo de Freud no es una revelación final de la verdad absoluta sino un sistema de hipótesis diseñado para explicar con la mayor precisión posible el funcionamiento de la mente humana tal como él lo infiere a partir de datos clínicos y psicológicos. No se trata sólo de averiguar si las diferencias irreconciliables entre Anna Freud y Melanie Klein, sino si todos podemos seguir coexistiendo como miembros de una misma Sociedad y, en particular, si esa Sociedad puede restablecer su derecho a ser considerada una sociedad genuinamente científica", como escribió en una carta privada uno de los participantes.

placeholder Melanie Klein y Anna Freud. (Archivo)
Melanie Klein y Anna Freud. (Archivo)

El enfrentamiento entre Klein y Freud forma parte de una de las luchas personales e institucionales que se han dado en la teoría psicoanalítica desde su nacimiento. Freudianos clásicos, jungianos, lacanianos, kleinianos... Son muchas las familias en las que se ha desmembrado esta particular disciplina que se sirve de metáforas y símbolos (para algunos, más cercanos a la literatura o a la superchería que a la ciencia) para desentrañar los procesos más profundos de la mente humana. "El psicoanálisis es hijo de su tiempo, como también lo fueron otras teorías científicas que han sido revisadas en parte. El psicoanálisis clásico fue una forma muy pionera de entender la mente, que asumió muchos principios que se han demostrado erróneos. En el caso freudiano, además, tenía un tono excesivamente patriarcal", critica Pitillas.

"Es una teoría con algunos problemas, que manejan un lenguaje más literario que la ciencia tal y como la entendemos. Pero esto tiene cierto sentido si se entiende que el psicoanálisis es una disciplina orientada a entender algunos problemas de la subjetividad. No estamos hablando de protozoos, del movimiento de los astros o de las placas tectónicas; estamos hablando de cómo la gente fantasea, de sus experiencias, sus traumas, sus sueños... Ese material se presta a un estudio científico, pero se necesita un lenguaje más metafórico para la comprensión con el paciente".

La primera vez que Melanie Klein dio una conferencia en la Sociedad Británica de Psicoanálisis, se compró un sombrero para la ocasión. "Es una cosa enorme, voluminosa, amarillo intenso, con un ala muy grande y un matorral enorme [...]. Hace el efecto de una rosa de té que hubiera crecido demasiado, con un corazón rojo (la cara de ella), y los psicoanalistas temblarán". Se lo contaba Alix Strachey, primera traductora de la obra de Sigmund Freud al inglés, a su marido. El sombrero estridente y la promesa de un temblor en el auditorio fueron casi premonitorios en esa carta recogida por Julia Kristeva en su biografía de la psicoanalista austriaca. Klein llegaba a la joven sociedad londinense en 1925, para presentar tres conferencias sobre el psicoanálisis en niños. Y aquella desconocida, de cuyo nacimiento se cumplen 140 años, protagonizó grandes controversias, se enfrentó en debates embarrados con Anna Freud -hija de Sigmund-, con su propia hija, y llegó a fundar así sus propias teorías sobre la mente infantil.

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