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Ellos creen en ovnis y a ellas les da miedo el 13: datos sobre la superstición que dan mal fario
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Ellos creen en ovnis y a ellas les da miedo el 13: datos sobre la superstición que dan mal fario

El gran especial mundial en historial de la superstición Stuart Vyse recoge en su último libro la fascinante historia de por qué creemos en cosas raras

Foto: Imagen promocional de 'Ovnis: proyectos de alto secreto descalificados'. (Netflix)
Imagen promocional de 'Ovnis: proyectos de alto secreto descalificados'. (Netflix)

La 'triscaidofobia' -o miedo al número 13- es la más célebre y probablemente la más extendida de las supersticiones hasta el punto de que algunos hoteles estadounidenses han 'borrado' su decimotercera planta por la renuencia de sus inquilinos a hospedarse en ella. Se trata, por cierto, de una creencia algo más extendida entre las mujeres que entre los hombres, según todos los estudios al respecto. Por su parte, ellos se muestran más propensos a creer en ovnis o criaturas insólitas como Big Food. También conjeturamos que dan mala suerte los gatos negros, el amarillo, pasar por debajo de una escalera, romper un espejo o derramar la sal, mientras que suponen un buen presagio el color rojo, los tréboles de cuatro hojas, las herraduras o -como cantó Serrat- pisar mierda. Cualquier listado será, sin embargo, trágicamente breve. En 1984 un equipo de investigadores recopiló 13.207 supersticiones sólo en el estado de Utah.

Nos intimidan los astros que intentamos conjurar con estúpidos horóscopos, ingerimos bolitas de azúcar homeopáticas basadas en ideas peregrinas y ridículas y practicamos Feng Shui imaginando que las causas físicas de los vientos tienen algo que ver con la anhelada felicidad. En el pasado magos y adivinos se alzaban como figuras prominentes de sus sociedades y susurraban al oído de los césares, un final trágico e inevitable acechaba a los héroes desde su nacimiento y las maldiciones y hechizos se incardinaban en el tupido velo de la realidad sin salvación posible. ¿Disipó hace dos siglos la Ilustración los fenómenos supersticiosos? ¿Otorga la sociedad actual un papel menor a la superstición que las precedentes? Lo cierto es que no como demuestra, por ejemplo, la pujanza de los antivacunas.

placeholder 'Breve historia de la superstición' (Alianza)
'Breve historia de la superstición' (Alianza)

Después de toda una vida de investigaciones, el psicólogo estadounidense Stuart Vyse publica ahora 'Breve historia de la superstición' (Alianza), una indagación sucinta y apasionante en la historia de nuestras más locas creencias, en sus razones mentales y sociales y en su teóricamente anómala persistencia en nuestro científico y tecnificado mundo actual.

El porvenir de una ilusión

"Las inquisiciones y los juicios a brujas son cosas del pasado", explica Vyse. "Tener creencias supersticiosas en una época en la que los frutos de la ciencia están constantemente a nuestro alrededor parece paradójico. En el mundo de la superstición previo a la Ilustración, el reto -que a menudo era objeto de controversia- consistía en trazar una línea que separara de las creencias autorizadas las prohibidas. Ahora que la ciencia es el estándar dominante, la línea se traza entre modos de pensar que están más cerca de ser categóricamente distintos. De resultas de lo cual, debería identificarse más fácilmente las fronteras entre la superstición y la ciencia, pero el hecho es que son muchas las personas que continúan cruzando esas fronteras cada día".

Estamos fatídicamente negados para el azar, somos unos maniacos del control braceando en un mundo caótico e incontrolable

Algunos datos sobre la superstición moderna. Las mujeres son un poco más supersticiosas que los hombres, los de izquierdas algo más que los de derechas, los mayores más que los jóvenes, los extrovertidos y nerviosos más que los tímidos y circunspectos, y respecto a los optimistas y pesimistas, el peso es similar, salvo que los primeros están convencidos de su buena suerte mientras que los segundos no dudan de que el mal fario persigue sus vidas. Según encuestas recientes en Reino Unido, un 40% cree que encontrarse una moneda en la calle da buena suerte, un 20% piensa lo mismo de tocar madera, un 25% recurre a sibilas, tarotistas o similares y más de un 10% consulta su horóscopo y evita pisar una raya.

Asegura el autor de este pequeño tratado de sortilegios y gafes que las supersticiones obedecen en su mayoría a la extrema sensibilidad de la mente humana a la búsqueda de patrones, a que somos hipersensibles a la causalidad y estamos fatídicamente negados para el azar, a que somos unos maniacos del control braceando en un mundo caótico e incontrolable en el que necesitamos inventar certidumbres para no perder la cabeza. ¿Creer en cosas raras nos ha ayudado evolutivamente? Los investigadores se debaten al respecto entre dos respuestas: quienes afirman que la superstición nos proporciona evidentes beneficios psicológicos y quienes lo niegan y ven en ellas el residuo de un cerebro humano que no está preparado para sociedades tan populosas y complejas. Y recuerdan que, de hecho, algunas pueden ser muy peligrosas. Como tratarse un cáncer con homeopatía.

La 'triscaidofobia' -o miedo al número 13- es la más célebre y probablemente la más extendida de las supersticiones hasta el punto de que algunos hoteles estadounidenses han 'borrado' su decimotercera planta por la renuencia de sus inquilinos a hospedarse en ella. Se trata, por cierto, de una creencia algo más extendida entre las mujeres que entre los hombres, según todos los estudios al respecto. Por su parte, ellos se muestran más propensos a creer en ovnis o criaturas insólitas como Big Food. También conjeturamos que dan mala suerte los gatos negros, el amarillo, pasar por debajo de una escalera, romper un espejo o derramar la sal, mientras que suponen un buen presagio el color rojo, los tréboles de cuatro hojas, las herraduras o -como cantó Serrat- pisar mierda. Cualquier listado será, sin embargo, trágicamente breve. En 1984 un equipo de investigadores recopiló 13.207 supersticiones sólo en el estado de Utah.