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Así advirtió don Ginés de la "espantosa" erupción volcánica de Lanzarote en 1824
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Así advirtió don Ginés de la "espantosa" erupción volcánica de Lanzarote en 1824

En octubre de 1824, el alcalde mayor de la isla explicaba el avance de la lava y la actitud de la población después de que no se hubiera alertado a pesar de los movimientos sísmicos

Foto: Parque nacional de Timanfaya. (iStock)
Parque nacional de Timanfaya. (iStock)

"El 29 de julio de 1824 a las cinco de la mañana se sintió un terremoto en varios pueblos de la isla de Lanzarote, aunque su movimiento fue de poca duración; pero en todo el siguiente día se oyeron ruidos subterráneos, y a la noche advirtieron los vecinos del Tao muchas exhalaciones o fuegos rastreros semejantes a los relámpagos, y a la mañana siguiente ya aparecieron en varios puntos de la tierra muchas grietas y un movimiento en ella como que hervía".

Así comenzaba la relación de lo que las autoridades describieron como "espantoso fenómeno", por medio del que sería calificado como héroe, el alcalde mayor de la isla, el capitán don Ginés de Castro y Álvarez. Ocurría casi justo un siglo después de las anteriores erupciones volcánicas que configuraron el actual Parque Natural de Timanfaya acaecidas en 1730. En 1824, las autoridades, con Ginés al frente, sí comprendieron que los pequeños terremotos anunciaban una erupción volcánica, actuando de inmediato para evitar daños y tragedias a la población como se explicará después.

Foto: Representación de la flotilla con la que Plinio el Viejo se habría dirigido al Vesubio

La crónica de los acontecimientos de la isla tardó mucho en llegar, no como ahora en La Palma, que los hemos presenciado en directo. Sorprende también el terror que provocaron y que el espectáculo se sintió como algo siniestro y sobrecogedor. Partes del diario de Ginés se hicieron públicos casi seis meses después de que estallaran las bocas. Y, como apunta el historiador Antonio Rumeu de Armas, en realidad la primera noticia en llegar sobre el suceso fue a través de Francia, de un capitán de navío:

Un capitán francés

"La primera noticia de la erupción se alcanzó en la capital por conducto de Francia, siendo portadora de la misma el capitán de un navío que, procedente de Arrecife (Lanzarote), había arribado a Marsella. De sus pormenores se hizo eco una publicación periódica de Toulouse, 'L'Echo du Midi', de quien a su vez la recoge la ('Gaceta') matritense en su número del 4 de noviembre de 1824". Antonio Rumeu de Armas ‘Diario pormenorizado de la erupción volcánica de Lanzarote de 1824’.

placeholder 'Gaceta de Madrid' con la información sobre la erupción de Lanzarote y el papel de Ginés.
'Gaceta de Madrid' con la información sobre la erupción de Lanzarote y el papel de Ginés.

Más tardaron en conocerse las de la erupción de 1730 relatadas por el cura de Yaiza Andrés Lorenzo Curbelo, que en realidad nos llegaron a través de la traducción de un erudito geólogo alemán, Leopoldo von Buch, que las hizo populares medio siglo después. Von Buch dijo haber encontrado el original en Tenerife, un manuscrito que desapareció.

De la erupción de 1824 se sabe, en cambio, que las autoridades se volcaron con el suceso

De la erupción de 1824 se sabe, en cambio, que las autoridades se volcaron con el suceso, comandadas por don Ginés de Castro y Álvarez, que se ganó el respeto de todos por su actuación. En aquella ocasión, como ahora, el movimiento sísmico anunció la actividad volcánica, que en este caso las autoridades identificaron como un grave peligro, como al final ocurrió, y tal y como se consignó en el relato enviado a Madrid en octubre de 1824.

Tocar a alarma general

"Convencidas las autoridades de la isla de que todo esto anunciaba una terrible erupción volcánica, mandaron tocar a alarma general para que se reuniesen todos los habitantes y pudiesen socorrer los lugares inmediatos amenazados, enviando sujetos a que reconociesen el volcán; los cuales, habiendo cumplido con su comisión, regresaron dando parte de que aquél había abierto tres bocas sobre las que se habían formado otras tantas montañas con la mucha piedra que arrojaban". Aunque escritas en tercera persona, la autoría corresponde a don Ginés y su contenido en esencia quedó refrendado por otras crónicas.

placeholder Formaciones volcánicas en Timanfaya, Lanzarote.
Formaciones volcánicas en Timanfaya, Lanzarote.

Así, en efecto, apenas dos días después del movimiento sísmico, tal y como se había previsto, explotó la primera de las tres bocas. Recordaba a aquel otro día de llamas del 1 de septiembre de 1730, cuando reventó de fuego y lava lo que ahora se sabe que fue La Caldera de los Cuervos y que describió así el cura de Yaiza Lorenzo Curbelo, tal y como recogería en su obra el alemán Von Bluch: "En 1º de septiembre entre las nueve y las diez de la noche la tierra se abrió de pronto cerca de Timanfaya a dos leguas de Yaiz. En la primera noche una enorme montaña se elevó del seno de la tierra y del ápice se escapaban llamas que continuaron ardiendo durante diez y nueve días".

Los diarios de Ginés se conservaron al ser enviados a Madrid por el regente de la Audiencia de Canarias

Curbelo anotó días después: "El 11 de septiembre se renovó la fuerza de la corriente de lava. De Santa Catalina cayó sobre Mazo, quemó y cubrió totalmente la aldea y se precipitó luego como una catarata de fuego en el mar durante ocho días seguidos. Luego todo se calmó". No se refería a la consecución de erupciones que se sabe que se apagó 19 días después de haberse abierto el 1 de septiembre, pues así se consigna en varios documentos totalmente fidedignos de aquellos años, lo que da el día 20 de septiembre como el de su extinción, explica el experto Agustín Pallarés Padilla, quien apuntó, además, que en realidad el lugar era Chimanfaya y no Timanfaya, una deformación posterior al transcribir los nombres.

Actitud heroica

Las erupciones de 1824 fueron en conjunto menos graves que las de 1730, que son las que configuraron el actual parque de Timanfaya, pero sobre las que se tienen más datos y menos inexactitudes que los expertos geólogos e historiadores fueron desbrozando después. Los diarios de Ginés fueron enviados al Gobierno por el regente de la Real Audiencia de Canarias don Juan Nicolás de Undabeitia, razón por la cual se conservaron de forma original.

"Venciendo mil dificultades y poniéndose en peligro fue a observar de nuevo el volcán..."

La 'Gaceta de Madrid' publicaba en enero ya de 1825: "El alcalde mayor de la isla, don Ginés de Castro y Alvarez, después de haber dado las disposiciones convenientes para salvar los granos y demás efectos en los sitios amenazados, quiso por sí observar aquellas inmediaciones, y vio de cerca el espantoso fenómeno de 18 bocas que sin cesar arrojaban gran cantidad de lava y piedras hechas ascua, con que se iban formando montañas nuevas". Y algunos días más tarde: "Venciendo mil dificultades y poniéndose en continuos peligros fue a observar de nuevo el volcán y vio que había hecho la erupción en medio de un gran espacio de lava del siglo pasado...". Era la relación de las tres erupciones que se produjeron entre julio y octubre.

La última de todas en Lanzarote fue la del volcán Tinguatón: “Después del anochecer como a las 6 1⁄4 hizo un gran estrépito, y se presentó al mismo tiempo una nueva erupción con una grande columna de fuego tan recta y elevada que tenía iluminada toda la isla, superando las grandes montañas que podían hacerle sombra; y con unos bramidos tan terribles que a pesar de estar acostumbrados a oír los dos volcanes anteriores, atemorizaba a todos los naturales”, Carmen Romero, 'Crónicas Documentales sobre las erupciones de Lanzarote'. Fundación César Manrique. Madrid, 1997. No hubo más explosiones en la isla, ni actividad volcánica aunque los expertos aseguren que no están extinguidos. El capitán don Ginés de Castro siguió gestionando la región de El Grifo hasta su muerte en 1833.

"El 29 de julio de 1824 a las cinco de la mañana se sintió un terremoto en varios pueblos de la isla de Lanzarote, aunque su movimiento fue de poca duración; pero en todo el siguiente día se oyeron ruidos subterráneos, y a la noche advirtieron los vecinos del Tao muchas exhalaciones o fuegos rastreros semejantes a los relámpagos, y a la mañana siguiente ya aparecieron en varios puntos de la tierra muchas grietas y un movimiento en ella como que hervía".

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