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Generación Z(ombi): ¿ha destruido la tecnología el cerebro de los adolescentes?
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Generación Z(ombi): ¿ha destruido la tecnología el cerebro de los adolescentes?

El documental 'I Am Gen Z', disponible en Filmin, hace un retrato nada halagüeño de las consecuencias de las nuevas tecnologías en la primera generación nativa digital

Foto: El documental 'I Am Gen Z', de Liz Smith, ahonda en el impacto de la tecnología en la primera generación nativa. (Filmin)
El documental 'I Am Gen Z', de Liz Smith, ahonda en el impacto de la tecnología en la primera generación nativa. (Filmin)

El 9 de enero de 2007, cambió el mundo. No como cualquier día de cualquier año, en el que en cualquier parte del mundo cualquier suceso modifica la dirección de una persona, un país o un continente entero. El 9 de enero de 2007 el cambio fue mucho más profundo de lo que cualquiera hubiese imaginado al ver a Steve Jobs sobre el escenario del Centro Moscone de San Francisco, donde anunció la invención de un aparato tecnológico que hoy ha transformado la vida de miles de millones de personas en todo el mundo (2.870 millones, según las estadísticas oficiales): un dispositivo que aunaba las funciones de teléfono, cámara de fotos, ordenador y mucho más.

"En 1984 presentamos el MacIntosh; no solo cambió a Apple, sino que cambió toda la industria de la informática. En 2001 presentamos el primer iPod, y cambió no solo la forma en la que escuchamos música, sino que cambió toda la industria de la música en sí. Y hoy presentamos tres productos revolucionarios: el primero es un iPhone de pantalla panorámica y con control táctil; el segundo es un teléfono móvil revolucionario, y el tercero es un navegador de internet totalmente rupturista. Las tres cosas en un solo dispositivo y lo vamos a llamar iPhone. Hoy, Apple va a reinventar el teléfono". Hasta entonces, los teléfonos móviles ofrecían la posibilidad de hacer y recibir llamadas, contestar los 'mails' y navegar por una especie de protointernet más que básico. Con el iPhone, el usuario se convirtió en una suerte de ordenador con patas, pudiendo acceder desde cualquier parte de la ciudad —mientras hubiese 2G—.

Hasta entonces, todas las generaciones habían conocido un mundo analógico en el que la tecnología, aunque presente, no hacía pivotar sobre sí la manera de las personas de relacionarse entre sí y con el mundo. Desde la popularización de internet y los teléfonos móviles a nivel doméstico, la generación Z —nacidos entre mediados de los noventa y mediados de los dos mil— es la primera nativa digital que no ha conocido conscientemente un mundo analógico en el que el sector de las telecomunicaciones no tenía la preponderancia de hoy. ¿Cómo han afectado las viejas nuevas tecnologías al comportamiento, el aprendizaje y las relaciones de esta generación? ¿Cómo afectarán a las siguientes? 'I Am Gen Z', de la directora inglesa Liz Smith, ahonda en las repercusiones biológicas, psicológicas y sociales de la tecnología en un documental disponible en Filmin que ha participado en el Atlàntida Mallorca Film Fest 2021.

A través de los testimonios de psicólogos, neurocientíficos, directivos de las grandes empresas de Silicon Valley y de jóvenes activos en las redes sociales, 'I Am Gen Z' dibuja un panorama desalentador sobre la posibilidad del ser humano de gestionar una transformación tan profunda en tan poco tiempo: ni la aparición de la imprenta ni la Revolución Industrial supusieron tal terremoto a nivel colectivo. Y menos aún individualmente.

placeholder Tim Kendall, exdirector de monetización de Facebook. (Filmin)
Tim Kendall, exdirector de monetización de Facebook. (Filmin)

Entre las voces con las que cuenta Smith aparece Tim Kendall, exdirector de monetización de Facebook y expresidente de Pinterest, que se ha destacado como crítico habitual de las malas prácticas de las grandes tecnológicas. En 2006, Facebook contaba con apenas ocho millones de usuarios, frente a los más de 100 millones de MySpace, entonces la reina de las comunidades de internet. Para expandirse, Facebook decidió basar sus beneficios en la publicidad empotrada en los contenidos de los usuarios, lo que Kendall señala como una de las peores decisiones que han servido de modelo para todas las aplicaciones que han venido después.

También señala la competición entre Android y Apple como principal escollo para revertir un modelo que basa su eficacia en la modificación del comportamiento del usuario, manejando sus impulsos inconscientes a través de técnicas psicológicas para fomentar la dependencia del usuario y las aplicaciones móviles. El modelo de conducta de Fogg es, por ejemplo, uno de los métodos utilizados: detectar los impulsos del consumidor, ponérselo fácil para que los consuma y tentarle y estimularle una y otra vez para repetir el proceso. "Ese modelo en particular permite diseñar cualquier tecnología digital para desencadenar una respuesta de dopamina, observar el comportamiento y luego reforzarlo. Es un caso como de 'aprieta el botón A, tira de la palanca B y, prácticamente, podemos garantizar la respuesta'. Y eso permite crear una capacidad de modificación de la conducta muy eficaz contra la que prácticamente no hay defensa, porque te ataca a nivel subconsciente", explica Marc Atherton, psicólogo experto en el comportamiento. Y es que el ser humano toma la mayor parte de decisiones de manera subconsciente, en los ganglios basales.

Las tecnológicas utilizan tácticas con una capacidad de modificación de la conducta muy eficaz contra la que casi no hay defensa

Muchos de los testimonios de jóvenes en el documental hablan de la imposibilidad de despegarse de sus teléfonos móviles, de la sensación de angustia si lo pierden o lo rompen, de la necesidad de que sus 'posts' reciban una respuesta positiva por parte del entorno, del interés que suscitan los perfiles de gente que, en la vida 'real' y analógica, no despertarían ninguna curiosidad al no pertenecer al círculo cercano, de cómo han modificado su estética de acuerdo a los estándares de las redes, de cómo hay una comparación continua y una sensación de que el resto de personas son una versión mejorada e inalcanzable de uno mismo, o de cómo manipular sus fotografías hasta dejar de reconocerse en su yo real.

placeholder Una de las jóvenes que participan en el documental. (Filmin)
Una de las jóvenes que participan en el documental. (Filmin)

También apuntan en el documental a que las tecnológicas utilizan las mismas tácticas de recompensa y dopamina que los casinos y las casas de apuestas, con el problema añadido de que con los móviles siempre llevas la 'casa de apuestas' encima y, además, la necesitas para desarrollar tu trabajo y tus relaciones personales, con lo que es muy difícil disociar y desactivar la parte adictiva. El deseo pasa a ser compulsión.

¿Qué pasa en el cerebro de un adolescente? El neurocientífico londinense Jack Lewis explica cómo a medida que el ser humano pasa de la niñez a la adultez, el cerebro desarrolla diferentes partes. "En ese momento, la materia gris se encoge ligeramente porque estás cortando las sinapsis y las conexiones neuronales que no necesitas. Por otro lado, y lo que es más importante, tenemos la maduración de las fibras de materia blanca, que son como los cables de las células cerebrales que envían mensajes eléctricos de un lugar a otro. La mayor parte de este proceso de mielinización ocurre durante el sueño, porque se está ayudando a las neuronas que quedan para que sean más eficientes al enviar la información". ¿El problema? Que gracias a los dispositivos móviles, los adolescentes 'malduermen' y descansan muchas menos horas de lo necesario, que serían unas nueve horas diarias. Esa falta de sueño también influye en la forma de manejar nuestros recuerdos y las emociones que estos provocan. Y los gigantes tecnológicos lo saben, pero les da igual: el documental revela una memoria de cuentas interna en la que Reed Hastings, director ejecutivo de Netflix, explicita que los dos mayores competidores de la plataforma son la calidad de sueño y la calidad de las relaciones sociales. Y, por supuesto, hay que batirlos.

'I Am Gen Z' también recoge lo obvio: los problemas de autoestima de muchos adolescentes debido a la imagen que se perpetúa de éxito o imagen corporal. El consumo de antidepresivos ha aumentado, sobre todo, en las mujeres jóvenes. También plantea que la merma de la empatía de una generación que, por otro lado, está más comprometida con causas globales tiene que ver con la visión del mundo a través de una pantalla y la sustitución de las relaciones con contacto físico por las relaciones virtuales. Si no puedes ver de primera mano las repercusiones que tus actos tienen en otra persona que reacciona, es más difícil activar los resortes de la empatía. "En una pantalla, no se puede entender el subtexto" ni el lenguaje corporal, con lo cual esta habilidad humana deja de ser necesaria.

placeholder Otra imagen de 'I Am Gen Z'. (Filmin)
Otra imagen de 'I Am Gen Z'. (Filmin)

La generación Z ha sido testigo también de la desprofesionalización de la carrera laboral, en el sentido de que las redes han servido de plataforma de lanzamiento para muchas de las estrellas del momento. Y no tan estrellas. Las redes sociales amplían la visibilidad y los horizontes laborales. Aunque no para todos, apostilla el documental. Los jóvenes tienen que convertirse en su propia marca personal y se utilizan las mismas técnicas del 'marketing' tradicional para publicitarse como persona, lo que ha provocado que la competitividad pase del ambiente de trabajo al personal, ya que se han desdibujado las fronteras entre ambos. Lo que en el mundo conocíamos como 'vida privada' ya no existe, sino que los nativos digitales han abrazado y naturalizado que sus vidas sean de dominio público. Y nunca han conocido la alternativa.

¿Y el futuro? ¿Será una utopía en la que las máquinas se autogestionen —el periodista Jaimie Bartlett augura que en 15 años la programación estará automatizada— y se encarguen de los trabajos pesados mientras las personas nos dedicamos a 'escribir poesía, pescar' y disfrutar de la vida? Kendall no lo tiene tan claro: "Quizás el capitalismo ha seguido su camino en el sentido de que siempre necesitamos algo nuevo y mejorado porque, ahora mismo, lo que el capitalismo y el sistema están incentivando es solo la aplicación de las tecnologías para explotar a las personas a cambio de beneficios". El expresidente de Pinterest coincide aquí con los vaticinios de Aldous Huxley en 1961, cuando nada de esto era todavía imaginable: "En la próxima generación, habrá un método para hacer a las personas adorar su esclavitud y producir una dictadura sin lágrimas". ¿Estamos ya en ella?

El 9 de enero de 2007, cambió el mundo. No como cualquier día de cualquier año, en el que en cualquier parte del mundo cualquier suceso modifica la dirección de una persona, un país o un continente entero. El 9 de enero de 2007 el cambio fue mucho más profundo de lo que cualquiera hubiese imaginado al ver a Steve Jobs sobre el escenario del Centro Moscone de San Francisco, donde anunció la invención de un aparato tecnológico que hoy ha transformado la vida de miles de millones de personas en todo el mundo (2.870 millones, según las estadísticas oficiales): un dispositivo que aunaba las funciones de teléfono, cámara de fotos, ordenador y mucho más.

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