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David Verdaguer, el 'muso' del cine catalán busca su segundo Goya
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NOMINADO AL GOYA A MEJOR ACTOR

David Verdaguer, el 'muso' del cine catalán busca su segundo Goya

El actor catalán interpreta a un profesor en 'Uno para todos', el último filme de David Ilundain

Foto: David Verdaguer en una imagen de 2019. (Efe)
David Verdaguer en una imagen de 2019. (Efe)

Primero fue en 2009, de la mano de Mar Coll, cuando David Verdaguer (Malgrat de Mar, 1983) dió el salto de la televisión catalana al cine. Todavía le costó cinco años más encontrar ese papel que le cambiaría la vida: el de Sergi de '10.000 km' (2014), de Carlos Marques-Marcet -su director de cabecera-, que le valió el foco en una industria híper competitiva en la que es difícil abrirse camino desde la periferia. Porque, muchas veces y quizás por soberbia, Madrid vive de espaldas al resto y no reconoce el éxito hasta que el dedo capitalino señala. Desde entonces, Verdaguer se ha convertido en uno de los actores más representativos de ese cine de autor íntimo y humilde, de esas óperas primas como 'Verano 1993' que acaban trascendiendo casi pidiendo perdón. Pero también ha sabido compaginarlo con proyectos de pantalla de centro comercial, como la hilarante 'Lo dejo cuando quiera', la comedia irreverente de Carlos Therón que es y no es lo que parece. La pandemia lo pilló al borde del estreno de 'El Mètode Grönnholm' en teatro y el sábado, casi un año después, es uno de los cuatro nominados a Mejor actor protagonista en los Goya.

Una de sus últimas películas, 'Uno para todos', del director David Ilundain, le ha valido la nominación a los premios de la Academia, de los Forqué y de los Feroz. Sorprende que una película tan pequeña -por modesta- haya conseguido abrirse hueco entre unas candidaturas tan codiciadas y que, con una sola estatuilla, podría darle una segunda vida al trabajo de todo un equipo. Aunque el Forqué fue a parar a Javier Cámara y el Feroz a Mario Casas, todavía queda la esperanza del cabezón.

Foto: Pilar Palomero recoge el premio al mejor guion por 'Las niñas'. (EFE)

'Uno para todos' entronca más con la tradición francesa de cine sobre educación: un profesor interino recala en un pueblo aragonés del que no sabe nada y tendrá que hacerse con una clase de chavales de 12 años que arrastran cuentas pendientes. "Lo que me gusta de ‘Uno para todos’ es que su planteamiento desde guión -e incluso los primeros veinte minutos de la película- piensas que es otra vez la misma historia de un profesor bueno en un pueblo extraño y tal. Otra vez lo mismo. Pero lo bueno de la peli es que lo desmitifica todo. Desmitifica la educación -nadie es perfecto-, desmitifica al profesor, que en su trabajo es muy bueno pero en su vida es un desastre y desmitifica todos esos prejuicios sobre los malos y los buenos. Incluso hay una historia de amor que no acaba siendo una historia de amor, que al fin y al cabo es lo que más pasa en la vida: cuando te gusta alguien lo raro es que coincida en la vida. Me gustó que fuera una propuesta muy atípica, y me encantó hacer de perdedor. Porque en la vida real ser un perdedor toca los cojones, pero en la ficción es una maravilla", cuenta.

placeholder David Verdaguer en 'Uno para todos'.
David Verdaguer en 'Uno para todos'.

Más allá de 'Vivir es fácil con los ojos cerrados' (2013) y 'La lengua de las mariposas' (1999), es difícil encontrar en la historia reciente del cine español películas que hablen sobre la educación o la labor del docente. En Francia, sin embargo, sin esforzar la memoria enseguida es posible enumerar títulos como 'La clase' (2008), 'Camino a la escuela' (2014), 'El taller de escritura' (2017), por citar algunas de los últimos años. "El cine sobre educación es algo que hacen mucho y muy bien los franceses", admite Verdaguer. "Recuerdo ‘La clase’, por ejemplo. Incluso nuestro cartel puede parecer el de una película francesa. Nosotros no sé por qué no tenemos esa tradición, la verdad. Lo que es verdad es que en España ni la educación ni la cultura se han cuidado y sólo hay que ver la inversión. Con la educación viene la cultura y con la cultura viene la empatía. Y si no educamos a los ciudadanos del futuro, mal vamos".

El mismo año que ha estrenado esta pequeña gema escondida del cine de autor, el catalán ha aparecido junto a Javier Gutiérrez y Mario Casas en 'Hogar', el 'thriller' de Netflix dirigido por los hermanos Pastor. Verdaguer reivindica absolutamente el "cine de palomitas" como necesario para que exista una diversidad y defiende que hasta la película más taquillera puede generar empatía y debate. "Creo que el cine, el teatro o cualquier arte son muy importantes para ampliar las miras y ayuda a empatizar con cosas que te pillan lejos. Carlos Marques-Marcet dice que todo el cine es político. Me costó un poco entenderlo, pero ahora pienso que tiene toda la razón, porque hasta en el ‘blockbuster’ más grande los personajes toman decisiones. Si un personaje aparece y decide llevar a su hijo a la escuela pública, privada o concertada, eso ya es política". Y, como ejemplo, pone la película en la que trabajó con Therón y que fue la segunda película española más taquillera de 2019 con una recaudación de 11.324.572 de euros, sólo por detrás de 'Padre no hay más que uno'. "Yo hice con Telecinco ‘Lo dejo cuando quiera’, que es una comedia de palomitas-a-saco-venga-dale, pero que también te habla de la crisis y de cómo la generación más preparada de la historia no puede ganarse la vida con su oficio y, en este caso, acaban vendiendo droga. Ya haya un punto de vista humorístico o no, siempre hay un trasfondo social. Si no hay conflicto no hay película".

placeholder GRAF6800. MADRID, 02 03 2021.- El actor David Verdaguer posa a su llegada a la ceremonia de entrega de la octava edición de los Premios Feroz que se celebra este martes en el Teatro Coliseum, en Madrid EFE Mariscal
GRAF6800. MADRID, 02 03 2021.- El actor David Verdaguer posa a su llegada a la ceremonia de entrega de la octava edición de los Premios Feroz que se celebra este martes en el Teatro Coliseum, en Madrid EFE Mariscal

Pero, aunque piense que todo el cine es político, no cree que un actor sea por naturaleza un agente político. Lo dice un día después de que Victoria Abril recogiese el Feroz de Honor envuelta en una polémica sobre el uso de mascarillas que centró más que nunca antes el foco mediático en los premios de la Asociación de Informadores Cinematográficos de España (AICE). "Si un actor o actriz se quiere posicionar políticamente sobre algo, me parece maravilloso. Pero también puede no hacerlo. Es muy curioso que a los actores se nos pregunte sobre política, sobre crisis… Primero, eso hay que preguntárselo a los políticos. Luego se lo puedes preguntar a un camarero o a un médico. Quizás nosotros, al ser una cara más pública o menos, opinamos más. Y creo que los actores tenemos una responsabilidad que no deberíamos tener. Por ejemplo en el caso de Victoria Abril, que es una mujer que ha opinado una cosa y ya está, pero eso no debería tachar a todo el gremio. Yo no estoy de acuerdo, pero que diga lo que quiera".

Los Feroz han sido el primer evento que ha devuelto una sensación de pseudonormalidad a un sector especialmente castigado por la pandemia -al igual que la hostelería, sin duda-, que ha provocado que muchos profesionales echen las persianas. "Yo estaba haciendo teatro en Cataluña y justo paramos el estreno porque todos los teatros cerraron por Covid. Yo recibí una ayuda de tipo ERTE por todos los ensayos que no estaba haciendo. Todo el mundo mira para su gremio, pero es verdad que el Ministerio de Cultura podría haber hecho más y podría haber dado más ayudas. Yo me he sentido un poco desprotegido, aunque nuestro oficio implica eso. Hay mucha diferencia entre trabajar y no trabajar. Para mí el mérito es un actor que trabaje de teleoperador o de camarero, pero que diga: ‘soy actor’".

placeholder Verdaguer en otro fotograma de 'Uno para todos'.
Verdaguer en otro fotograma de 'Uno para todos'.

A la vuelta a la normalidad, quién sabe si el negocio del cine no habrá experimentado una transformación tal que hayan cambiado las reglas de la industria como nunca antes. Pero Verdaguer no es un nostálgico, sino que aboga por la adaptación a un mercado mutante. "Lo bonito de la sala es el ritual de ir al cine y concentrarse una o dos horas en la película. El teatro, aunque muchos han cerrado, no se acabará nunca. Cuando apareció el libro digital parecía la muerte del papel. Pero no. Lo que está claro es que los cines se tienen que reinventar, porque quizá de aquí a diez años la mejor película sólo se habrá estrenado en HBO, Netflix o Movistar. Y eso no está mal".

Primero fue en 2009, de la mano de Mar Coll, cuando David Verdaguer (Malgrat de Mar, 1983) dió el salto de la televisión catalana al cine. Todavía le costó cinco años más encontrar ese papel que le cambiaría la vida: el de Sergi de '10.000 km' (2014), de Carlos Marques-Marcet -su director de cabecera-, que le valió el foco en una industria híper competitiva en la que es difícil abrirse camino desde la periferia. Porque, muchas veces y quizás por soberbia, Madrid vive de espaldas al resto y no reconoce el éxito hasta que el dedo capitalino señala. Desde entonces, Verdaguer se ha convertido en uno de los actores más representativos de ese cine de autor íntimo y humilde, de esas óperas primas como 'Verano 1993' que acaban trascendiendo casi pidiendo perdón. Pero también ha sabido compaginarlo con proyectos de pantalla de centro comercial, como la hilarante 'Lo dejo cuando quiera', la comedia irreverente de Carlos Therón que es y no es lo que parece. La pandemia lo pilló al borde del estreno de 'El Mètode Grönnholm' en teatro y el sábado, casi un año después, es uno de los cuatro nominados a Mejor actor protagonista en los Goya.

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