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Periodismo o muerte: ¿cuál es el futuro de los medios de comunicación?
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Periodismo o muerte: ¿cuál es el futuro de los medios de comunicación?

La pandemia ha venido a apuntalar un sector que ha sufrido su gran reconversión en los últimos 20 años

Foto: Imagen: Sergio Beleña.
Imagen: Sergio Beleña.

En dos décadas, la industria periodística se ha visto obligada a reinventarse y reconvertirse para poder sobrevivir a las crisis financieras, la digitalización, la gratuidad y un mercado mucho más competitivo en el que las grandes cabeceras ya no ostentan el oligopolio de la información. En el año 2000, 'El País' era el diario impreso más leído en España, con una tirada de 436.301 ejemplares. En enero del año 2020, ese mismo periódico registró el que sería –entonces– su peor dato de difusión con una tirada de 91.727 ejemplares. En octubre del año pasado, casi seis meses después de que el mundo echase el freno a causa del covid, la tirada media fue de 81.700 ejemplares.

Un sector que ha visto cómo sus ingresos por venta de ejemplares se ha reducido en dos décadas más de un 70%, cómo las redacciones tradicionales han adelgazado sus plantillas ERE tras ERE –como ejemplo, Unidad Editorial contaba en 2008 con 2.200 empleados y ahora suma 1.000 según las diferentes escisiones que aparecen en la web especializada Informa–, y cómo la llegada de los 'smartphones' –es decir, de la posibilidad de leer las noticias en una pantalla de teléfono– puso en escena nuevos medios digitales como El Confidencial, fundado en 2001. Un terremoto que puso patas arriba el modelo de negocio y que, todavía hoy, sigue preguntándose cómo superar la cultura de la gratuidad –que el lector de prensa decida pagar por el contenido– y cómo encontrar un modelo de financiación que abogue por un periodismo de calidad y sostenible.

Fuera de España, un tótem como 'The New York Times' consiguió superar las siete millones de suscripciones gracias a su versión 'online' y se mantiene como el periódico de referencia global; además de que, al contrario de la tendencia en España, su plantilla ha crecido en los últimos años, de 3.710 trabajadores en 2016 a 4.500 en 2019, con una apuesta por las nuevas tecnologías y las nuevas narrativas.

placeholder Portada de 'The New York Times' tras la victoria de Macron. (Efe)
Portada de 'The New York Times' tras la victoria de Macron. (Efe)

Tras veinte años intentando encontrarse a sí mismos, los medios ahora se enfrentan a otros retos inmediatos que, sin duda, van a marcar el futuro próximo de la profesión, desde la implementación del teletrabajo a raíz de la pandemia –¿se puede hacer buen periodismo sin acudir a la redacción, lugar de encuentro y choque de ideas?–, al desprestigio de la profesión, la batalla con las noticias falsas y los vídeos descontextualizados propagados a través de las redes sociales o la aparición de herramientas de manipulación de la imagen –como la técnica del 'deepfake'– que hacen cada vez más difícil la labor de verificación de una información ya no por parte de los medios, sino de los propios consumidores.

¿Se puede hacer buen periodismo sin acudir a la redacción, lugar de choque de ideas?

Al otro lado del teléfono, Jill Abramson, directora ejecutiva de 'The New York Times' desde 2011 a 2014, contesta a El Confidencial sobre sus perspectivas sobre la profesión. "'The New York Times' es un icono del periodismo porque ha hecho del rigor y la objetividad su máxima y la ha mantenido, incluso en los momentos económicamente más difíciles para el periódico", afirma. "Yo llegué al puesto en un momento económico muy duro y, a pesar de ello y de todas las presiones, 'The New York Times' ha sabido mantener su independencia y su rigor". En su libro 'Merchants of Truth' –algo así como 'Mercaderes de la verdad'– Abramson describe su llegada: "Perdí mi camino cuando me convertí en la directora ejecutiva del 'Times', intentando luchar por lo que yo veía como el balance necesario entre salvaguardar la independencia de las noticias y la necesidad urgente de encontrar nuevas fuentes de ingresos".

La periodista neoyorquina reconoce que el diario mantiene en el ADN una ligera tendencia demócrata, pero que los periódicos estadounidenses en este sentido son mucho más imparciales que la prensa a la que estamos acostumbrados en Europa. "Y ha sido precisamente por mantener ese rigor por lo que 'The New York Times' se ha convertido en el objetivo de las críticas continuas de Donald Trump durante su gobierno".

placeholder Jill Abramson, exdirectora de The New York Times, ayer en Madrid. (Pablo López Learte)
Jill Abramson, exdirectora de The New York Times, ayer en Madrid. (Pablo López Learte)

Abramson, que ahora imparte clases en Harvard, no considera que la independencia y la supervivencia de un medio de comunicación tengan que ver con su tamaño. "Creo que la supervivencia pasa directamente por la calidad de la información. Existen medios pequeños, especializados en un tipo concreto de información, que analizan de manera profunda su parcela, que han conseguido encontrar un modelo de financiación basado en la fidelidad de los lectores y que han encontrado su hueco en un sector tan competitivo".

Para Louis Dreyfus, presidente de la Junta Directiva de 'Le Monde', el futuro del "periodismo de calidad" para innegablemente por la suscripción. "En los últimos años, gracias a la explosión en el uso de plataformas como Netflix y Spotify, el público ha adquirido la costumbre de suscribirse a contenidos, siempre que estos sean exclusivos y de calidad. ¡Depende de nosotros estar a la altura e invertir en contenido y, por lo tanto, en personal editorial para ganarnos y luego retener a nuestros suscriptores! Por otro lado, no creo en los kioscos digitales, ni en un Spotify mediático, porque creo que diluirían nuestros contenidos en una gran masa sin identidad", explica a 'El Confidencial'.

En España los medios habrían superado los 350.000 usuarios de pago en 2020

De la misma opinión es José Alberto García Avilés, profesor en el máster en Innovación en Periodismo de la Universidad Miguel Hernández. "En 2020, los medios han logrado incrementos notables en sus cifras de audiencia, en usuarios únicos y en conversiones en suscriptores o socios", como apunta el director del máster en Innovación en Periodismo, Miguel Carvajal. Según estos datos, en España los medios con algún tipo de suscripción o membresía habrían superado los 350.000 usuarios de pago en 2020. Los medios que han apostado por escuchar a los lectores y ofrecer un periodismo de calidad que aporta valor añadido están aumentando su base de suscriptores".

placeholder Redacción de El Confidencial. (E. Villarino)
Redacción de El Confidencial. (E. Villarino)

"Sin embargo –añade– esta tendencia no resulta fácil de consolidar, porque el mercado es limitado y los lectores no están acostumbrados a pagar por informarse. No creo que funcione un servicio integrado de suscripción a diferentes medios, una especie de 'Netflix del periodismo', porque cada medio tiene intereses distintos, su propios nichos y audiencias, y una estructura empresarial peculiar que hace muy difícil aglutinarlos a todos en una única plataforma. Ha habido experiencias en ese sentido, como Blendle, una iniciativa lanzada en Holanda, o Apple News+, un servicio para aglutinar los contenidos de varios medios norteamericanos, que no han funcionado. Es más, un medio de calidad es, en sí mismo, un canal que aspira a ofrecer toda una gama de productos, narrativas valiosas, periodistas destacados, propuestas informativas relevantes y servicios útiles para los lectores, por las que estos estarían dispuestos a pagar".

Transformaciones pandémicas

La aparición del covid resaltó la gran incongruencia de la dependencia publicitaria de los medios. En el momento de mayor tráfico de los medios digitales, los anunciantes, al paralizarse la producción y los servicios no indispensables, dejaron de invertir en publicidad, con lo que a pesar del mayor volumen de noticias –los redactores trabajando más horas y firmando más piezas– los ingresos disminuyeron y muchas empresas periodísticas tuvieron que enfrentarse a recortes. ¿No es un sinsentido? La pandemia aceleró la implantación de los muros de pago y otras alternativas al céntimo por 'clic'. Y también demostró que la naturaleza de los medios de comunicación nace para el servicio al ciudadano.

"La información útil, práctica y de servicio se vuelve más relevante ya que puede mejorar la vida de las personas", resalta García Avilés. "Servir a la audiencia quiere decir conocer muy bien a los usuarios, saber sus intereses, identificar sus necesidades y estudiar la manera de satisfacerlas. En cambio, servirse de la audiencia se traduce en utilizar a los lectores como cebo, mediante los titulares 'clickbait', el infoentretenimiento o las piezas diseñadas para el posicionamiento SEO, con una falta de criterio periodístico que tiende a la manipulación y a la propaganda que alimenta la polarización. El covid-19 está acelerando la transformación digital y el cambio al modelo de pago en la prensa. Los medios que desde antes de la pandemia ya se estaban adaptando al nuevo entorno serán capaces de sobrevivir si mantienen sus prioridades. En cambio, las empresas mediáticas que ya se resistían al cambio están cada vez más rezagadas, lastradas por modelos trasnochados, y corren el peligro de desaparecer. Se trata de la vieja cuestión de la supervivencia de la especie en un ecosistema cada vez más competitivo y voraz".

placeholder La redacción de 'El Confidencial', vacía durante la pandemia. (M.M.)
La redacción de 'El Confidencial', vacía durante la pandemia. (M.M.)

La pandemia también ha traído consigo la implantación de un modelo forzoso de teletrabajo, pero también ha sembrado la posibilidad de que el trabajo desde casa o un modelo mixto que combine la redacción con el hogar haya llegado para quedarse. Para Abramson, "las redacciones no son fundamentales para un buen periodismo. Ya antes, en 'The New York Times', muchos redactores trabajaban desde sus casas". Para ella, el periodista no tiene que estar ni en casa ni en la redacción, sino en la calle. Sin embargo, también hay quienes opinan que sin la interacción que propicia una redacción, sin las sinergias, se perderá el pulso del intercambio de ideas, de la creatividad y de la emoción del flujo de informaciones. Muchos periódicos se plantean ya la reorganización de las oficinas físicas, que ya no tendrán que parecerse a los macrocomplejos que aglutinaban cientos de trabajadores al mismo tiempo día tras día.

"El teletrabajo nos dará más flexibilidad en la organización de nuestros días", admite Dreyfus, "pero sigo creyendo que una redacción es ante todo un colectivo y que para que este colectivo viva, florezca y se encuentre es fundamental que se junte en un lugar. Por eso también la construcción de nuestra nueva sede, en el centro de París, representa una parte importante de nuestro crecimiento".

Un oficio atravesado por la precariedad

Desde la crisis de 2008, los salarios de los plumillas han ido en descenso. Si antes cualquier redactor podría meter la cabeza en un periódico de tirada nacional a partir de los 1.500 euros, ahora es difícil aspirar a ese sueldo (la media en los tres primeros años de experiencia es de entre 22.000 y 26.000 euros, aunque el sector de la prensa 'online' suele estar más precarizado), es un privilegio.

Si antes cualquier redactor metía la cabeza en un medio con 1.500 euros, ahora no

Además, existen enormes desigualdades entre los emolumentos de los articulistas estrella y la base de redactores que sacan el grueso del contenido informativo. Sin hablar de los talleres de chinos, que buscan el pinchazo reformulando noticias virales y traduciendo contenidos fáciles y rápidos de medios internacionales. ¿Puede ser un periodista y un periódico independiente y resistente a las presiones del poder si necesita dinero? "El funcionamiento de la redacción debe protegerse estatutariamente de cualquier conato de injerencia", defiende Dreyfus. "Este es el caso de 'Le Monde', que tiene un Comité de independencia (que cuenta con la participación de los empleados), un Comité de ética estatutario y, desde hace un año, un acuerdo que permite vetar para oponerse al aumento de capital de un accionista que no tenga la confianza del medio. Pero la mejor protección para una redacción es la solidez de su modelo económico y por tanto su autofinanciamiento. Así lo ha hecho 'Le Monde' durante los últimos cinco años. Desde esta perspectiva, la estrategia de suscripción es una buena noticia porque se traduce en importantes inversiones en el personal editorial; al menos este ha sido el caso de 'The New York Times', 'The Washington Post' y 'Le Monde'".

Nuevas tecnologías

Si la irrupción de las nuevas tecnologías y de las redes sociales provocó la crisis del sector en las primeras décadas del siglo, las mismas pueden ser su salvavidas. "No confundamos al ciudadano que publica un tuit o un vídeo con el periodista que trabaja para informar", defiende García Avilés. "En un entorno de saturación informativa, de polarización y de creciente desinformación en las redes y plataformas, los periodistas son más necesarios que nunca. El profesional del periodismo selecciona la información frente al ruido, sabe contar lo importante y aporta el contexto para entender lo que sucede. Nuestra sociedad necesita medios y periodistas que analicen, verifiquen y cuestionen a los que ostentan el poder, como han demostrado las elecciones norteamericanas o la gestión de la pandemia en nuestro país".

"Para los periódicos, las redes sociales han modificado, me parece, dos cosas", analiza Dreyfus. "En primer lugar nuestra relación con el lector. El lector, a través de las redes sociales, ahora puede hablarnos directamente y sin demora, y así nos da una visión instantánea de lo que lee y lo que piensa al respecto, aunque esto no sea necesariamente representativo de todos nuestros lectores. Depende de nosotros escucharlos, aunque sin exagerar. Y, luego, las redes sociales nos permiten llegar a una audiencia mucho más joven y amplia de lo que podíamos hacer hace diez años. Por lo tanto, creo que son una herramienta formidable para conquistar lectores".

A esta nueva raza de periodista especializados en redes sociales pertenece Jareen Imam, directora del equipo de Social Newsgathering (recopilación de noticias a través de las redes sociales) de NBC News. Antes fue reportera para la CNN y responsable de las redes sociales de CBS News. "Dirijo un grupo de periodistas de todo el mundo especializado en técnicas socio-forenses y contenidos multimedia gratuitos ('open source storytelling') y utilizamos diferentes herramientas para investigar y verificar declaraciones, vídeos y contenido generado por los usuarios de redes sociales… A veces nos encargamos de verificar las noticias de última hora en el mismo momento en el que están sucediendo", describe. "Por ejemplo, mi equipo fue el primero que informó a NBC de que había habido una explosión en Beirut, antes incluso de que hubiese cualquier alerta o cualquier agencia informase de ello, porque ya estábamos monitorizando a través de Twitter el mundo y empezamos a ver una actividad muy alta en la zona y las imágenes que estaba compartiendo la gente que estaba en la zona y pudimos avisar a nuestra cadena de que 'algo muy grande estaba pasando en Beirut'. Y, en seguida, apenas unas horas después, gracias a la 'investigación social' en los medios digitales, pudimos saber que la explosión se había debido al almacenaje de químicos".

placeholder Gente haciendo fotos tras la explosión de Beirut. (EFE)
Gente haciendo fotos tras la explosión de Beirut. (EFE)

Imam cree que la única opción para que el periodismo sobreviva a la inmediatez de las redes sociales es que la profesión se lleve las mismas a su propio terreno. "Debemos ser capaces de utilizar estas herramientas para llegar a la gente y también para, gracias a la información que nos puede dar inicialmente una persona a través de las redes sociales, mandar rápidamente al periodista al lugar de los hechos".

Para Imam, otra de las implicaciones cruciales de las nuevas tecnologías tiene que ver con la educación. Si en el programa lectivo de cualquier escuela hay un trabajo para desarrollar la comprensión lectora del alumno, en un mundo en el que la imagen ha superado al texto como comunicador visual, ¿por qué no aprendemos en las escuelas a interpretar las imágenes que nos llegan? ¿Por qué ocurre, en tantas ocasiones, que un vídeo descontextualizado se hace viral y se utiliza para dirigir la opinión pública?

"Necesitamos un cambio en la manera en la que entendemos la información y deberíamos invertir en educación en este sentido", apunta Imam. "Es como el chiste que hacemos en Estados Unidos sobre por qué no nos enseñan en el colegio a hacer una declaración de impuestos. El problema de las personas es que no tenemos capacidad de previsión, de anticiparnos: podemos mirar hacia atrás y decir 'debería haber hecho esto', pero no solemos prever y actuar de acuerdo a esas previsiones. Sobre todo en el mundo de las tecnológicas, en Silicon Valley, ocurre que las empresas buscan las mayores innovaciones pero no asumen las responsabilidades que estas conllevan. Y tampoco existe una regulación, porque las personas que tienen que regular no tienen los conocimientos técnicos suficientes como para adelantarse. Y también ocurre que en muchos países occidentales estamos obsesionados con avanzar en la investigación de las nuevas tecnologías, que es algo genial y todo el mundo debería saber de ciencia, pero nos estamos olvidando de la ética. No solo consiste en programar, sino debería estudiarse la ética que conlleva esa programación, como ocurre en el caso de la medicina".

placeholder Las oficinas de Google en Silicon Valley. (EFE)
Las oficinas de Google en Silicon Valley. (EFE)

Para Shola Lawal, una de las periodistas jóvenes más prometedoras para la International Women's Media Foundation, reportera desde Nigeria para 'The New York Times' y 'The Boston Globe', las redes sociales han propiciado dos transformaciones fundamentales: permitir que nuevas voces sean el foco de la noticia y obligar a que los medios tradicionales, que eran quienes fijaban la agenda del día, ahora tengan que perseguir las noticias. "La población en Nigeria es muy activa en Twitter y Facebook, tanto que muchos de los anuncios gubernamentales más trascendentales se realizan antes a través de las redes en vez de en los medios. Desde el punto de vista de los medios de comunicación locales, las redes sociales y las plataformas los han convertido en prescindibles, pero desde el punto de vista de la población les ha facilitado una vía de comunicación que favorece el proceso democrático".

'Fake News'

En el último lustro han aparecido medios como 'Maldita.es' o 'Newtral' que han hecho del desmentido de las noticias falsas su objetivo. Con la democratización de las redes sociales y un ecosistema de información fracturado, el ciudadano encuentra cada vez más complicado verificar la realidad que lo rodea. "Tenemos que luchar contra la propaganda y las 'fake news' siendo irreprochables en el rigor y la seriedad de la información que publicamos", opina Dreyfus. "Y yendo decididamente a conquistar las nuevas generaciones, aunque eso signifique adaptarse a los formatos que más utilizan, como Snapchat Discover, Youtube o TikTok".

Imam, especialista en este terreno, defiende que "el mayor de ellos es aceptar que hemos pasado de una sociedad que cree en la verdad y los hechos a una sociedad polarizada en la que los hechos no cuentan". "Centrándonos en Estados Unidos –continúa– la gente que asaltó el Capitolio el 6 de enero cree fervientemente en teorías de la conspiración. Y da igual la falta de pruebas o que las autoridades nieguen que estas teorías sean ciertas; no importa porque lo que les importa no es la verdad, sino el sistema de creencias. El problema al que se enfrenta el periodismo es que seguimos creyendo que con los datos suficientes podremos convencer a la gente, pero las cosas ya no funcionan así. Y luego te das cuenta de que medios como los del imperio Rupert Murdoch han sabido ver de manera muy inteligente este ecosistema fracturado y han conseguido persuadir a la gente para que crea las cosas de otra manera. Lo hacen desde la emoción y apelando directamente al espectador, para que sienta que entienden lo que les ha pasado, casi de una forma personalizada".

Para todos los entrevistados, el papel del periodista no puede sustituirse por el del 'ciudadano informador' en las redes sociales, como muro de contención de las noticias falsas. "Las manos de un ciudadano no están entrenadas en los rudimentos y la ética del periodismo y precisamente esto entraña un gran peligro para el futuro: el potencial para compartir noticias falsas de manera intencionada o no. Es muy habitual dar con 'ciudadanos informadores' que comparten un vídeo o una foto que afirman pertenecer a un incidente y luego descubrirse que son imágenes grabadas años atrás en un lugar diferente", recuerda Lawal. "Este tipo de publicaciones, que tienden a hacerse virales y compartirse miles y miles de veces, se están usando para fomentar tensiones tribales y religiosas en países en los que las relaciones tribales han desembocado en choques violentos. El futuro que llega deberá ser una mezcla entre la democratización de los medios y la inmersión terrorífica en el caos que las 'fake news' van a provocar".

Nuevas narrativas

Afirma Abramson que la mayoría de sus alumnos en Harvard leen la prensa (digital) diariamente y se mantienen bien informados. Pero sí es cierto que los medios de comunicación tradicional deben innovar en sus narrativas para atraer al público más joven, que prefiere las redes sociales como fuente de información. Sin embargo, Lawal sí considera que "en la economía de atención en la que sobrevivimos, conseguir que alguien lea algo más de 400 caracteres es un reto". "Lo quieran los medios tradicionales o no, nuestros métodos deben evolucionar e incluir técnicas de narrativa visual para hacer nuestro trabajo más atractivo. No puedo prever cómo serán, pero seguro que en los próximos años vamos a ver experimentos bastante arriesgados. Estamos viendo ya cómo 'The New York Times' utiliza vídeos, gráficos, infografías y formatos para elevar sus artículos. Por eso veremos cómo en las redacciones trabajan cada vez más expertos en otros campos que no son el periodismo. Desde desarrolladores web hasta expertos en realidad virtual, la interseccionalidad del periodismo y de las visualizaciones va a aumentar".

placeholder Un joven leyendo el móvil. (Reuters)
Un joven leyendo el móvil. (Reuters)

"Es el caso de los informativos de televisión, que son cada vez menos atractivos para los menores de 30 años", advierte García Avilés. "Gracias al consumo en las redes sociales y la información continua, muchos ya conocen las noticias e incluso las han visto a lo largo del día, por lo que los noticiarios de las 15.00 o las 21.00 horas apenas les ofrecen nada nuevo. Además, los jóvenes no se sienten representados en ellos. Por ello, los medios deben acudir a los canales donde está la gente. Varios medios digitales y televisiones están apostando por iniciativas que buscan innovar tanto en el planteamiento como en la forma de elaborar y distribuir los contenidos informativos".

"Un caso de éxito es 'Stay Tuned', un informativo creado por NBC News en Snapchat en julio de 2017, que también se distribuye en Instagram, TiK ToK y YouTube", expone. "Es un informativo producido para su consumo en el móvil, con piezas compuestas por planos cortos y rótulos, de modo que puedan entenderse sin escuchar el audio. El noticiario dura dos minutos, lo presentan periodistas jóvenes y combina lo que 'la audiencia quiere y necesita saber', según su lema. 'Stay Tuned' ofrece noticias de última hora y temas que abarcan desde las declaraciones de un 'youtuber' a entrevistas con políticos, famosos y activistas. Según la NBC, el noticiero alcanza una media de 35 millones de usuarios únicos mensuales y el 75 por ciento son menores de 25 años. En un ecosistema de medios cada vez más personalizados y polarizados, ese reto será difícil, pero los medios deben experimentar. El reto es cómo lograr que esos formatos sean relevantes para los usuarios, sin comprometer los valores de confianza y credibilidad periodística".

Parece que sólo el que consiga adaptarse sobrevivirá.

En dos décadas, la industria periodística se ha visto obligada a reinventarse y reconvertirse para poder sobrevivir a las crisis financieras, la digitalización, la gratuidad y un mercado mucho más competitivo en el que las grandes cabeceras ya no ostentan el oligopolio de la información. En el año 2000, 'El País' era el diario impreso más leído en España, con una tirada de 436.301 ejemplares. En enero del año 2020, ese mismo periódico registró el que sería –entonces– su peor dato de difusión con una tirada de 91.727 ejemplares. En octubre del año pasado, casi seis meses después de que el mundo echase el freno a causa del covid, la tirada media fue de 81.700 ejemplares.

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