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Cazar a un indio para cazarse a uno mismo: una historia alucinante de la colonización
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Cazar a un indio para cazarse a uno mismo: una historia alucinante de la colonización

Es infrecuente, pero a veces una persona que conoces bien escribe un libro que te hace olvidar que lo conoces; es lo que me ha pasado con 'Ni siquiera los muertos' de Juan Gómez Bárcena

Foto: Virreinato de la Nueva España
Virreinato de la Nueva España

Nunca escribo reseñas de novelas porque tengo demasiados amigos novelistas. Antes lo hacía y algunas amistades se deterioraban, porque los amigos escriben demasiado y otros se hacen amigos tuyos solo para que les reseñes el libro. Dado que la gente escribe novelas tirando a flojas e intrascendentes pero también les lleva trabajo y esfuerzo (lo sé por experiencia), todo el mundo espera un premio. Y si hay dinero, el premio son palabras bonitas. La literatura ha sido siempre mercado de los elogios. Muchos elogios te llevan al canon.

Escribir reseñas literarias me ponía ante la disyuntiva de engañar a los lectores hablando bien de lo que estaba regular, o dejar al amigo sin reseña porque había escrito un bodrio. ¿Cómo confesar públicamente que alguien a quien quieres ha escrito un libro mediocre? Para huir del dilema tomé la decisión de no reseñar más. Abandoné la crítica de novelas. Preferí tener amigos y ahora tengo muy pocos amigos escritores. Si no reseñas sus novelas no les sirves para nada.

placeholder 'Ni siquiera los muertos' (Sexto Piso)
'Ni siquiera los muertos' (Sexto Piso)

En fin: el caso es que esta mañana voy a hacer una excepción. No por hacer favores a un amigo, que no los necesita, sino por haceros el favor a los que, además de leer columnas, seáis amantes de la buena literatura. Es infrecuente, pero a veces una persona que conoces bien escribe un libro que te hace olvidar que lo conoces. Esto es lo que me ha pasado con 'Ni siquiera los muertos' (Sexto Piso), la tercera novela de Juan Gómez Bárcena. Ahí hay literatura de tal calidad que lees el libro como si lo hubiera escrito un muerto.

La novela narra, podríamos resumirlo así, una persecución al estilo de 'El corazón de las tinieblas' de Conrad

La novela narra, podríamos resumirlo así, una persecución. Al estilo de 'El corazón de las tinieblas' de Conrad, con quien Bárcena establece una relación a base de citas escondidas y mensajes cifrados, tenemos a un personaje que se adentra en la oscuridad de las colonias españolas en México para dar caza a un indio rebelde que, según le dicen, ha cometido herejía. Pero la persecución del protagonista sólo es el prólogo a la persecución del lector, que habrá de perseguir un mensaje enigmático que se esconde y se transforma.

La escoria de la historia

¿Qué quiere decirnos el autor con esta epopeya? ¿Cuál es el tema del libro? La trama es muy sencilla. Juan de Toñanes, conquistador de medio pelo, forma parte de la escoria que la historia olvida: uno de tantos soldados de fortuna llegados a Nueva España con la ambición de hacerse grande y encontrar refugio del sol avasallador de la aldea castellana bajo el alero de una buena casa levantada con la plata de los aztecas. Pero Juan de Toñanes, como tantos en México, ha visto frustrada su ambición.

Al inicio de la novela malvive en una posada que regenta junto a su mujer, una india sin nombre ni descendencia. Tras batallar y quedar tocado por las visiones grotescas de la guerra, Juan de Toñanes ya no es nadie, pero el virrey le ofrece una misión que le devolverá la identidad. Juan, de nuevo cazador de indios, emprenderá un viaje hacia el Norte para devolver engrilletado o muerto a un indio que se llama como él y traer el libro que ha estado escribiendo: una Biblia traducida al español, es decir, la obra de un hereje.

placeholder Juan Gómez Bárcena (EFE)
Juan Gómez Bárcena (EFE)

Pero lo que el tercer Juan (el autor) quiere contarnos no es una aventura histórica. Hay que prestar mucha atención al estilo, porque Gómez Bárcena ha logrado algo inaudito: mezclar en su narración y en las percepciones del protagonista el tiempo y el espacio, porque “el tiempo es algo que se camina, como el mundo” (pag 174). Así, a través de las llanuras desérticas y de los despoblados de la Nueva España, azotada por una peste que solo mata a los indios, el periplo adquiere el tono de una ensoñación donde los espejismos se suceden y el narrador canta estribillos para recordar al lector que sigue caminando.

No se tarda mucho en descubrir que, a medida que el viaje de Juan de Toñanes avanza hacia el Norte, no sólo corren los kilómetros sino también el tiempo: el caballo lleva al viajero hacia el futuro y el indio Juan va cambiando de forma, adaptándose a los tiempos, a veces como un rey y otras como un mendigo: del hereje al libertador criollo, del libertador criollo al patrón de hacienda, del patrón al dueño de un prostíbulo en Juárez y quién sabe si, más allá de la frontera, alcanzará los tiempos presentes convertido en un falso profeta de nuestra época.

Una novela monumental, estructurada con la forma de un Evangelio, y escrita con un genio que calificaría de inspiración divina

De esta forma, el Juan que persigue al indio (¿persigue las luces y sombras del progreso?, ¿el espíritu de la rebeldía, de la tiranía?, ¿el sentido de la identidad?) será, más que un personaje, una conciencia que atraviesa los siglos y las Américas. Una mala conciencia, por cierto, lastrada por la vergüenza de ser castellano en tierra de indios y de estar casado con una india siendo castellano; por el horror de las matanzas de los suyos y el de las atrocidades de los aztecas; por el dolor del desarraigo propio y el estupor del desarraigo indio; por el miedo al indio Juan y el miedo, todavía más torturador, a sí mismo.

Durante el viaje por la estela del indio el lector contemplará los milagros y las atrocidades que ha sembrado en México. El viajero en el tiempo y en el mapa Juan de Toñanes irá topándose con los enemigos y los apóstoles del indio Juan sin saber distinguirlos. Empezará persiguiendo a un fugitivo, seguirá tras un carisma y finalmente perseguirá el kerigma, el anuncio de un futuro donde la historia indígena y la historia española confluyen en un río Bravo allá donde acaba nuestra civilización, para que comience otra.

Termina uno esta novela monumental, estructurada con la forma de un Evangelio y escrita con un genio que calificaría de inspiración divina, pensando que otros lectores hallarán otros senderos. Os invito a leerla en España y en América para sumergiros con Juan de Toñanes en el laberinto de esta tierra que “palpita a su alrededor, vertiginosa como el pasaje de un sueño” (pag 194).

Nunca escribo reseñas de novelas porque tengo demasiados amigos novelistas. Antes lo hacía y algunas amistades se deterioraban, porque los amigos escriben demasiado y otros se hacen amigos tuyos solo para que les reseñes el libro. Dado que la gente escribe novelas tirando a flojas e intrascendentes pero también les lleva trabajo y esfuerzo (lo sé por experiencia), todo el mundo espera un premio. Y si hay dinero, el premio son palabras bonitas. La literatura ha sido siempre mercado de los elogios. Muchos elogios te llevan al canon.

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