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Abel Azcona: "Me siento más hijo de prostituta o enfermo mental que artista"
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Abel Azcona: "Me siento más hijo de prostituta o enfermo mental que artista"

El 'enfant terrible' del arte contemporáneo español acaba de inaugurar una muestra en Murcia sobre pequeñas acciones "que han sido perseguidas"

Foto: Abel Azcona. (Reuters)
Abel Azcona. (Reuters)

Abel Azcona (Pamplona, 1988) tiene desde algunos años el apelativo –manido ya- del ‘enfant terrible’ del arte contemporáneo en España. Por performances como Amen –una disposición de hostias sagradas conformando la palabra pederastia- y por no acudir a las citaciones judiciales después de haber sido denunciado por la Asociación Abogados Cristianos tras lo cual se recluyó en Lisboa en lo que él llama “el exilio”. Pero sigue vendiendo y exponiendo en España. Se acaba de inaugurar en el espacio Incógnita de Murcia su muestra 'El deber de reincidencia del artista en el acto de desobediencia' sobre pequeñas acciones que “han sido perseguidas”, relata. Y también publica el libro 'Los pequeños brotes' (editorial Dos Bigotes), un retrato biográfico en el que rememora pasajes duros como su infancia en casas de acogida y el abandono de su madre, prostituta y drogodependiente.

placeholder La 'performance' Amen del artista Abel Azcona. (EFE)
La 'performance' Amen del artista Abel Azcona. (EFE)

PREGUNTA.- Publica ‘Los pequeños brotes’ donde habla de su infancia en un opresivo ambiente católico en Pamplona, de su madre, drogodependiente y prostituta… De una vida cruda. Después de sus performances críticas con la Iglesia. ¿Por qué sincerarse así ahora?

RESPUESTA.- Yo siempre he intentado ser coherente con mi vida y con mi obra. Y toda mi obra tiene que ver con mi propia experiencia vital a nivel de denuncia y crítica. Exploro temáticas como el abuso infantil, la pederastia, historias que tienen una relación directa con mi infancia y mi construcción como persona. Considero que había una parte ahí, más íntima, y ya ha llegado el momento en mi vida de hacer un trabajo más introspectivo. Siempre he sido muy reticente a publicar una biografía aunque me lo han ofrecido muchas editoriales, porque ni por edad ni por contar salvajadas que ya he contado pero de una forma más genérica. Pero esta vez, jugando con el concepto de los pequeños brotes, como algo de crecimiento y empoderamiento y también como el brote psicótico, pues podía ser interesante. Es un libro sencillo, pero tampoco es muy recomendable leerlo entero de una vez porque se te queda el cuerpo un poco…

P.- ¿La consabida terapia?

R.- No me gusta la palabra terapia porque implica cura. Pero creo que al final si tienes una historia que contar, pero no te atreves y la ves enfrente de ti, al final sí te ayuda a liberarte tú también.

P.- Hay una especie de búsqueda de su madre…

R.- No deja de ser una exploración de tus propias experiencias, pero llega un momento en el que yo vivo una vida en la que en cada semana estoy en una ciudad del mundo exponiendo, viajando, y en esa especie de frenesí, pocas veces paro y reflexiono. Este libro es eso. Esa pequeña parada de mostrar esas experiencias que me han construido como persona.

"Yo me siento muchas veces más enfermo mental o abandonado hijo de prostituta que artista"

P.- Y como artista, puesto que en sus obras están muy presentes estos temas.

R.- Como artista, como enfermo mental, como muchas cosas que soy. Yo me siento muchas veces más enfermo mental o abandonado hijo de prostituta que artista. Artista al final es una palabra que hemos construido para definir a una serie de personas que se dedican a crear, pero creadores somos todos, porque todos creamos. Pero el espíritu crítico es el que hace verdaderamente a una artista que tiene la necesidad de transformarse a sí mismo y al visitante de sus exposiciones. El artista debe ser terrorista, militante, activista, detonante de muchas cosas. El artista correcto que busca la belleza no me interesa.

P.- El catolicismo aparece en el libro de forma muy negativa. ¿Es un ajuste de cuentas con esta religión?

R.- No es un ajuste de cuentas. Al final intento ser muy coherente. Solo critico las cosas que conozco. Estuve en adopción desde los 7 a los 17 años y me he criado en un ambiente muy católico como casi todos los españoles. Pero en Navarra el ambiente católico es mayor y el ambiente relacionado con el Opus es mayor. Y en ese campo de cultivo se crea un espíritu muy crítico y el arte debe ser esa herramienta para denunciar injusticias y factores que ocurren. Y en este caso la religión es uno de los grandes problemas que tenemos en la actualidad, porque me parece un genocidio intelectual, una organización que incita continuamente al odio… Y en el libro hablo de estas cosas, pero no como un ajuste de cuentas, sino como una realidad. Yo lo siento así.

P.- A usted le denunció la Asociación Abogados Cristianos. ¿Por algún tipo de cruzada o por algo más?

R.- Me denunció el Obispado de Tudela y luego Abogados Cristianos se unió. Fue la primera vez en la Historia que denunció la Iglesia como Iglesia. Luego además tengo querellas de Vox, Hazte Oír, del Partido Popular, de la Fundación Franco. No sé si hay una cruzada, pero lo que ellos cuentan como evangelización no es eso sino una especie de campaña del miedo, de segar las ideas de la gente que piensa diferente… Y como son conscientes de que el infierno no existe te lo hacen vivir en la tierra. Ellos le dan a las piezas un sentido que yo no soy capaz de darle solo por lo que evidencian lo que yo denuncio. Pero lo que hacen es darle una voz a la obra y una proyección mucho mayor, así que bienvenido sea su fundamentalismo.

P.- ¿Cree que se persigue ahora más a los artistas, digamos, incómodos?

R.- Es que una vez que abres la puerta ya queda todo abierto. Se ha abierto la puerta en el sistema judicial a criminalizar a los artistas y los creadores, raperos, a todos… Y llega un momento en el que ya es un colador. Pero nos vienen en España unos momentos muy difíciles con la ultraderecha y por eso los artistas debemos empoderarnos y ser desobedientes.

P.- No se ha presentado a dos citaciones judiciales. ¿Por qué?

R.- He decidido declararme desobediente y no acudir a los tribunales porque es mi derecho y considero que cuando la justicia no es justa y está metida en un sistema patriarcal, normativo y construido en un estado posfranquista y donde nos va a acabar gobernando la ultraderecha, el artista debe desobedecer.

"Lo único que sé ahora es que estoy en búsqueda y captura y que los jueces han mandado dos veces dos furgones de policía a dos sitios a buscarme"

P.- Pero normalmente las denuncias de los abogados cristianos se sobreseen, se archivan y ya está. Es decir, la denuncia no suele llegar a ninguna parte. Ha ocurrido con la mayoría de estos casos.

R.- No, no, generalmente no, porque al declararte desobediente ya estás en desacato y obstruyendo a la justicia y entonces van hasta el final. Yo lo único que sé ahora es que estoy en búsqueda y captura y que los jueces han mandado dos veces dos furgones de policía a dos sitios a buscarme. Ahora sé que estoy en Murcia inaugurando un proyecto y lo demás ya vendrá.

P.- Pero ahora está en España, va a inaugurar un proyecto en Murcia, ha publicado un libro… No sé, pero parece que hueco para expresarse sí tiene.

R.- Bueno, claro, yo hueco tengo. Las instituciones… y en los espacios sigo teniendo hueco, pero una cosa no quita la otra. Si yo hago la exposición y luego vienen 500 personas a rezar y que me atacan, me agreden o me demandan… Una cosa es que yo sea reconocido y que los comisarios y la gente que conoce el arte me lo valore y se siga exponiendo y yo sigo vendiendo piezas de arte contemporáneo todas las semanas, eso sí funciona, pero una cosa no quita la otra.

placeholder Una de las 'performances' de Abel Azcona, en la que se entierra simbólicamente por las víctimas del franquismo. (EFE)
Una de las 'performances' de Abel Azcona, en la que se entierra simbólicamente por las víctimas del franquismo. (EFE)

P.- Si le nombro a Picasso como un artista no acomodado…

R.- A Picasso no hay que nombrarlo porque en el momento en el que un artista se demuestra que era un misógino que violaba a gente… no merece la pena ni nombrarlo. El artista debe ser rebelde, radical, empoderado y debe hacer arte útil y ese debe ser el que te transforma, te haga vomitar, denunciarme… Para hacer arte bonito pintaría limoneros y para darte una novela bonita te daría una de Pérez-Reverte, que no es ni bonita porque escribe como el culo. El arte te debe horrorizar.

P.- ¿Estamos en la era del artista acomodado?

R.- No, no, los artistas contemporáneos que funcionamos en el mundo del arte, en la Bienal de Arte, somos artistas empoderados y críticos. Hay algunos más clásicos, pero ese tipo de artistas se están muriendo.

"Para darte una novela bonita te daría una de Pérez-Reverte, que no es ni bonita porque escribe como el culo"

P.- Pero los que siguen rompiendo el mercado son Damien Hirst, Jeff Koons…

R.- No son artistas, son mercado. Son artistas políticos de alguna forma porque lo que ejemplifican es que el mundo del arte también es capitalismo. Pero el capitalismo son ellos. No deja de ser arte ikea, decorativo, arte para gente que se puede permitir ser snob y ponérselo en su salón, pero yo no lo considero arte. No lo considero una expresión radical, ni empoderadora ni crítica ni subversiva ni nada.

P.- Bueno y ahora, después de esta exposición en Murcia, qué va a hacer.

R.- La idea ahora es volver a Lisboa si no me detienen antes. Yo a España voy a seguir viniendo igual cuando tenga que exponer un proyecto. Y si me detienen, pues que me detengan. Al final lo mejor es no hacer aprecio.

Abel Azcona (Pamplona, 1988) tiene desde algunos años el apelativo –manido ya- del ‘enfant terrible’ del arte contemporáneo en España. Por performances como Amen –una disposición de hostias sagradas conformando la palabra pederastia- y por no acudir a las citaciones judiciales después de haber sido denunciado por la Asociación Abogados Cristianos tras lo cual se recluyó en Lisboa en lo que él llama “el exilio”. Pero sigue vendiendo y exponiendo en España. Se acaba de inaugurar en el espacio Incógnita de Murcia su muestra 'El deber de reincidencia del artista en el acto de desobediencia' sobre pequeñas acciones que “han sido perseguidas”, relata. Y también publica el libro 'Los pequeños brotes' (editorial Dos Bigotes), un retrato biográfico en el que rememora pasajes duros como su infancia en casas de acogida y el abandono de su madre, prostituta y drogodependiente.

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