El último éxtasis de La Casa Azul
Tras ocho años de espera desde su anterior disco, la semana pasada se publicaba 'La Gran Esfera'. Ayer tocaba celebrarlo por todo lo alto y con el cartel de 'Sold out' colgado
Apareció sobre el escenario igual que siempre, haciendo honor a su apellido artístico: como si fuera un recién llegado del espacio exterior. Gafas futuristas, cascos ostentosos sobre la cabeza y pantalones plateados al más puro estilo marciano ochentero. Cualquiera que fuese virgen en sus conciertos tendría que intuir que era Guille Milkyway, la mente tras La Casa Azul, el que estaba bajo el disfraz. Pero solo hasta que la música arrancó. Cuando empezó a cantar y a bailar perdió el control y nadie dudó de que era él quien hacía llegar al éxtasis a la masa.
Tras ocho años de espera desde su anterior disco, la semana pasada se publicaba 'La Gran Esfera' (Elefant Records). Y ayer tocaba celebrarlo por todo lo alto. Lo hizo en una sala clásica como es la Ocho y Medio, en los bajos de Pachá. Por mucho que buscaran entradas no iban a encontrarlas, cartel de 'Sold Out' para sus dos fechas en Madrid. Todo el mundo quería ver a La Casa Azul.
Milkyway, que cuenta hasta con un Goya por 'Yo' e intentó llevar 'La revolución sexual' a Eurovisión en 2008, estrenó ayer ante el público un disco con un sonido con el que no se sabe dónde acaban los músicos y dónde comienzan los robots o cuánto hay de locura de artista y de inspiración. En el que todo es mezcla y en el que nada es simple. Un disco que ha reordenado varias veces, pero con el que por fin ha visto la luz un contraste de canciones románticas, melodías tristes y música eufórica.
Al piano, a la guitarra, tirado por los suelos, el hombre de la Casa Azul hizo esperar su nuevo disco, pero no decepcionó en su estreno en una noche de alboroto. Fue una gozada reencontrarse con canciones anteriores a la vez que la excitación del público con su nueva munición bien le valió más de dos horas de concierto con los que intentó enmendar los más de ocho años que ha tardado en sacar un nuevo disco desde 'La Polinesia Meridional'.
'La Gran Esfera' es un baúl en el que Milkyway se desnuda por completo y donde ha metido canciones grabadas en 2014, el single de 2016 'Podría ser peor' y otros tres que salieron el año pasado, junto a un par más que ya se han podido escuchar alguna vez en directo.
Ayer, Milkyway podría haber pasado por uno de sus propios fans, vivía su concierto como uno de ellos. Pocos artistas logran conectar de una manera tan profunda con su público como lo hace él. Anoche, le aplaudían por cantar, pero le pedían que hablara y les dedicara unas palabras con el mismo entusiasmo que cantaban sus temas.
Puede que hubiera más adeptos a la Casa Azul que en otros conciertos, y variados. Bien porque la primera edición del reestreno de Operación Triunfo, donde fue profesor de cultura musical, le dio a Milkyway todavía más reconocimiento (y celebridad) a él y a su revolución sexual entre los fans del pop, o simplemente porque nadie puede resistirse a la magia de sus canciones.
La Casa Azul volvió a hablar de fiesta, de diversión, de baile, de mucho baile. Saben poner al público a saltar desde el primer minuto. Aunque bien supo guardarse sus clásicos hasta el final. 'Nunca nadie supo volar' fue el broche para una noche en las que las nuevas melodías y las viejas lucharon por imponerse ante un público que no quería que el concierto acabara.
Apareció sobre el escenario igual que siempre, haciendo honor a su apellido artístico: como si fuera un recién llegado del espacio exterior. Gafas futuristas, cascos ostentosos sobre la cabeza y pantalones plateados al más puro estilo marciano ochentero. Cualquiera que fuese virgen en sus conciertos tendría que intuir que era Guille Milkyway, la mente tras La Casa Azul, el que estaba bajo el disfraz. Pero solo hasta que la música arrancó. Cuando empezó a cantar y a bailar perdió el control y nadie dudó de que era él quien hacía llegar al éxtasis a la masa.
- Guille Milkyway y La Casa Azul: sexo, droga y equilibrio Víctor Lenore