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¿Recuerdas al pirata Garrapata? Así cambió El Barco de Vapor la literatura infantil
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¿Recuerdas al pirata Garrapata? Así cambió El Barco de Vapor la literatura infantil

La colección de SM cumple cuarenta años con nuevos personajes, clásicos que se mantienen y una historia a sus espaldas que revolucionó la ficción española

Foto: 'El pirata Garrapata', uno de los más vendidos de El Barco de Vapor.
'El pirata Garrapata', uno de los más vendidos de El Barco de Vapor.

Una magdalena era lo que necesitaba Proust para transportarse a su juventud. Cuando la mojaba en té, su alrededor transmutaba en un detallado recuerdo de la casa de su tía. Gabriel Brandariz, gerente editorial de literatura infantil y juvenil de Ediciones SM, compara este fenómeno con lo que siente cuando coge en sus manos un nuevo manuscrito para publicar en El Barco de Vapor, una colección con "decenas de millones” de libros vendidos. “Recuerdo las sensaciones que me producían los libros de niño, con el vaso de leche y las galletas o cuando te metías en la cama a leer sin parar”, cuenta a El Confidencial. Él, que lleva trece años al frente de la colección, lo considera un primer medidor a la hora de enfrentarse a estos nuevos textos. La nostalgia como herramienta.

Cuando se habla de El Barco de Vapor, que cumple ahora cuarenta años de vida, todo el mundo se deja atrapar por esa nostalgia que te hace brillar los ojos cuando lees el nombre del 'Pirata Garrapata'. Algo normal, teniendo en cuenta que la generación que “está ahora al mando”, reflexiona Brandariz, “somos los que éramos niños cuando salió El Barco de Vapor”. Sin embargo, reniega de esta idea. “El Barco de Vapor lo sentimos como algo de nuestro pasado, pero la realidad no es esa”. Cuando llegó el momento de plantear el modo de celebrar el cuarenta cumpleaños de la publicación, una de las ideas que revoloteó por sus cabezas fue la de crear un pack con los libros más míticos, pero enseguida fue desechada. “Sería denostar que esto es una colección no con pasado, sino con un presente que va hacia el futuro. Todo se adapta”.

placeholder 'Finis Mundi', de Laura Gallego, antes y después de la renovación.
'Finis Mundi', de Laura Gallego, antes y después de la renovación.

En 2015, El Barco de Vapor cambió su formato, con un diseño de portada diferente y una mayor importancia a sus ilustraciones, algo que tambaleó los cimientos de sus lectores clásicos. “Son cosas que sientes como tuyas y que nadie tiene derecho a cambiarlas. Es como ‘Star Wars’, yo soy fan de la saga original y no quiero ni hablar de las nuevas’, ríe Brandariz. En estos detalles se plasma a cuentagotas el miedo a hacernos mayores. “Cuando ves que la colección que te gustaba tiene cuarenta años es como cuando el médico que te atiende es más joven que tú”. Ha pasado casi medio siglo, pero la nostalgia no pesa tanto como el mirar hacia delante.

placeholder Ilustración de Sandra de la Prada para 'Las habitaciones de Mamud' de Francesco D'Adamo.
Ilustración de Sandra de la Prada para 'Las habitaciones de Mamud' de Francesco D'Adamo.

"Sabían que sería un éxito"

El pirata Garrapata, Abuelita Opalina, Fray Perico y su borrico, El pampinoplas... Son algunos de los más de dos mil títulos publicados por la colección. Muchos de ellos han sido -son- de lectura obligatoria en el colegio, pero se cogían con gusto, tanto que se buscaban fuera de clase en las librerías para volver a hundir la nariz por la noche. ¿Por qué ha enganchado a tantas generaciones? ¿Qué tiene El Barco de Vapor para que elijamos uno de sus títulos y su recuerdo nos siga acompañando de adultos? Más allá de la nostalgia y la parte emocional, Brandariz pone los pies en el suelo: además de la calidad o la cercanía al lector, apunta a la marca de la casa: “El valor formativo no lo confundimos con las collejas o las moralinas, huímos de eso. No damos respuestas, hacemos preguntas”.

placeholder Ilustración de Maxi Luchini para el libro 'Malvadita', de Gabriela Keselman.
Ilustración de Maxi Luchini para el libro 'Malvadita', de Gabriela Keselman.

Para cuando sus libros coparon las estanterías de clase, El Barco de Vapor ya se había alzado como la editorial de literatura para niños por excelencia, pero para conocer el por qué de su éxito hay que remontarse a los años de su nacimiento, a 1978. Antes de que El Barco de Vapor irrumpiera por la puerta grande, entre confeti y colorines, la literatura infantil en España era un páramo desértico. “Se quería hacer algo diferente a lo que se estaba haciendo, que básicamente era nada”, relata Brandariz. Los libros infantiles entonces ya existían, pero no estaban sistematizados. “Era un cajón desastre”.

SM, que ya llevaba entonces cuarenta años en activo, bebió de la tradición europea de la literatura de colección para aunar autores nacionales e internacionales. “Ahora lo damos todo por hecho pero fue tan revolucionario que todos los que han venido después han sistematizado igual sus colecciones, por colores y edades”. Sus series blanca, azul, naranja y roja fue un cambio de paradigma y supuso la inmediata adaptación de su formato por parte de la competencia. “A los pocos años se dieron cuenta de que iba a ser un éxito. En aquella época, El Barco de Vapor era como Televisión Española”.

El Barco de Vapor ha despertado vocaciones, Laura Gallego un día fue un nombre anónimo en una plica

placeholder Edición renovada de 'El pirata Garrapata'.
Edición renovada de 'El pirata Garrapata'.

El Barco de Vapor son personajes ya incrustados en el imaginario colectivo, pero también nombres propios como los autores Laura Gallego, Jordi Sierra i Fabra, Begoña Oro, Puño, Pedro Mañas, Llanos Campos o Mónica Rodríguez y sus ilustradores Mikel Valverde, Bea Tormo, Dani Montero, Beatriz Castro o Iratxe López de Munáin. “El Barco de Vapor ha despertado vocaciones”. Brandaiz recuerda algunas convocatorias de los premios de la colección, celebrados desde su nacimiento. Los manuscritos se envían siempre bajo pseudónimo y aunque los responsables juegan a adivinar quién puede haber detrás basándose en el estilo o la construcción del personaje, suele haber sorpresas. “Cuando el manuscrito ganador es de alguien anónimo hasta ese momento, me flipa”, ríe Brandariz. “Después de eso pasan los años y esa persona, cuyo libro era el primero que presentaba, se convierte en un nombre propio de la literatura infantil y juvenil.” El gerente editorial resalta el nombre de la reconocida escritora Laura Gallego. “Un día fue un nombre anónimo en una plica que ganó el Premio El Barco de Vapor”.

"Los niños son exigentes hoy y hace 200 años"

Desde 1978 hasta la actualidad, su formato e ilustraciones se han renovado y sus protagonistas, aunque algunos aguantan al pie del cañón, se han relevado unos a otros, pero la esencia continúa inmutable. “Básicamente no ha evolucionado nada desde el ‘Poema de Gilgamesh’”, explica Brandariz respecto a las narrativas, más allá de El Barco de Vapor. “Puedes trazar paralelismos con historias escritas en distintos años y distintas generaciones y las claves estructurales serán las mismas”. Lo que se ajusta cada cierto tiempo es el envoltorio, como las preocupaciones que la sociedad pueda tener en ese momento.

placeholder Ilustraciones de Carole Hénaff para el título 'Para ser pirata' de Beatriz Giménez de Ory.
Ilustraciones de Carole Hénaff para el título 'Para ser pirata' de Beatriz Giménez de Ory.

A día de hoy, El Barco de Vapor ha perdido algunos títulos de su colección, como ‘Capitanes de plástico’. “Antes de nada hay que aclarar que uno no se hace editor para no publicar, sino todo lo contrario", comenta Brandariz. El de 'Capitanes de plástico' era uno de sus favoritos. "La intención, al menos en esta editorial, es que ese libro dure para siempre en el catálogo. Lamentablemente, el mercado también te va diciendo. Si hay un libro en el almacén sin moverse desde hace siete años, aunque nos pesa bastante, tienes que hacer espacio para que entren cosas nuevas”.

Tras el lavado de cara del diseño de la colección, nacieron nuevas estrellas entre sus protagonistas. Ahora, el rey indiscutible es Pupi, un personaje con 21 títulos en la serie blanca que ha batido todos los récords, incluidos los de ‘El capitán calzoncillos’, que saltó a la gran pantalla. “Si existiera una fórmula, Pupi no sería el único con veinte libros”, ríe Brandariz. “Son personajes empáticos con el público pero es el público quien decide y nadie puede meterse dentro de esas cabezas”. Muchas de sus historias clásicas también se aferran a su protagonismo de antaño, como ‘El pirata Garrapata’: más de treinta años después, continúa siendo de los más vendidos porque, insiste Brandariz, el público no es tan diferente: “Los niños son exigentes hoy y hace 200 años, lo que pasa es que ahora les damos más voz de la que tuvieron”.

Los niños son exigentes hoy y hace 200 años, pero ahora les damos más voz de la que tuvieron

Aunque no hay una fórmula secreta que convierta estas historias en adictivas años después de su primera publicación, hay un ingrediente que destaca de todas sus publiaciones: el sentido del humor. “Aunque estés contando la historia más dramática del mundo, siempre hay que tener un guiño de humor y de esperanza, sobre todo en la infantil y juvenil. Es muy difícil, es más fácil hacer llorar”. Brandariz reflexiona y asegura que escribir para niños es mucho más complicado de lo que parece, sobre todo cuando esa exigencia, insiste, siempre ha estado presente. “No están tan expuestos al mundo y su juicio es mucho más puro”, comenta. “Si los niños no hubieran sido exigentes, esta colección no habría durado cuarenta años”.

Una magdalena era lo que necesitaba Proust para transportarse a su juventud. Cuando la mojaba en té, su alrededor transmutaba en un detallado recuerdo de la casa de su tía. Gabriel Brandariz, gerente editorial de literatura infantil y juvenil de Ediciones SM, compara este fenómeno con lo que siente cuando coge en sus manos un nuevo manuscrito para publicar en El Barco de Vapor, una colección con "decenas de millones” de libros vendidos. “Recuerdo las sensaciones que me producían los libros de niño, con el vaso de leche y las galletas o cuando te metías en la cama a leer sin parar”, cuenta a El Confidencial. Él, que lleva trece años al frente de la colección, lo considera un primer medidor a la hora de enfrentarse a estos nuevos textos. La nostalgia como herramienta.

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