El enigma de la canción del verano 2018: ¿por qué este año no hay?
El estío de 2018 no tiene ni tendrá un himno destacable. ¿Qué ha pasado esta vez?
Llevo desde finales de los noventa escribiendo el mismo artículo en algún punto de julio/agosto. Hablo de esa doble página de la que nadie quiere encargarse en las secciones de Cultura. Los periodistas musicales somos más bien estirados -yo no me libro-, así que solemos declinar la tarea, pretextando que es 'pachanga', 'verbena' y 'fritanga sonora'. Mi primer paso hacia la madurez profesional fue salir del armario y admitir el subidón que sentía escuchando 'Suavemente' (Elvis Crespo), 'Dragostea Din Tei' (O-Zone) y 'Livin’ La Vida Loca' (Ricky Martin). Esta última, en concreto, tiene dos aciertos mayúsculos: una guitarra twang que ya quisieran leyendas rockabilly como The Stray Cats y una letra que describe el capitalismo líquido mejor que Zygmunt Bauman en su día más inspirado. Diez años después de su lanzamiento, sigue transmitiendo la misma lograda mezcla de alegría y ansiedad.
Gracias a las canciones de verano me enganché al reguetón en un tórrido de trimestre de 2003. Fue una inyección de energía descubrir un género nuevo, con raíces jamaicanas y misiles del calibre de 'Gasolina' (Daddy Yankee), 'Papi Chulo' (Lorna) y 'Dale Don Dale' (Don Omar). Desde entonces, los artistas latinos han demostrado que la hegemonía pop anglosajona no es tan invencible como pensábamos. Quien necesite pruebas, que mire el número de clicks que acumulan los rodillos de las tres últimas temporadas: 'La Gozadera' (Gente de Zona featuring Marc Anthony), 'La Bicicleta' (Carlos Vives y Shakira) y la intratable 'Despacito' (Luis Fonsi). Por desgracia, también tenemos una mala noticia: el verano de 2018 no tiene ni tendrá una canción destacable. ¿Qué ha pasado esta vez?
Huracanes del Caribe
Cuando te toca escribir sobre “canciones del verano”, lo normal es escoger a tres expertos que te den su visión sobre el asunto. Agosto tras agosto, te vas dando cuenta de que casi nadie sabe mucho sobre el asunto. Cuando explotó el reguetón, por ejemplo, la inmensa mayoría de periodistas especializados pensaba que era otra moda “de usar y tirar” que no llegaría a la tercera temporada (lleva quince años en todo lo alto). En 2018 se ha puesto de moda la teoría de que “esta vez no hay canción del verano porque las nuevas tecnologías han reducido nuestra capacidad de atención hasta el punto de ser incapaces de escuchar el mismo estribillo durante dos semanas seguidas”. Lo que olvida esta hipótesis -más falsa que un duro de plástico- es que en 2017 la mayoría estuvimos tarareando 'Despacito' desde enero hasta septiembre. Ya va por 5.300 millones de reproducciones solo en Youtube.
También se dice que tenemos saturación de propuestas, poniendo el ejemplo de que Juan Magán aparece en cinco canciones distintas este verano. Esta pega tampoco suena creíble, ya que ha habido muchos artistas capaces ese tener varios éxitos simultáneos en las listas, desde The Bee Gees a Calvin Harris, pasando por Pitbull (en la cima de su éxito, se abrió un grupo de Facebook titulado 'Tengo miedo de cantar en la ducha y que aparezca Pitbull'). Si algo caracteriza a nuestra época, es la compulsión por consumir las cosas que nos gustan.
Pólvora mojada
Todo esto nos deja un duda rotunda: ¿Es posible que 2018 no tenga canción del verano porque ninguna propuesta ha estado a la altura? La respuesta es sí, pero esa opción no se maneja porque sería reconocer que este tipo de estribillos no se fabrican como churros. Son un arte tan exigente y meritorio como escribir un álbum de hip-hop antisistema, una fantasía rococó tipo Björk o un doble disco de neofolk depresivo sobre tu divorcio. El temazo del verano no podrá componerse nunca con un programa de ordenador ni nadie tiene talento suficiente para triunfar en el género durante un lustro. Es un reto tan exigente como cualquier otro. Quizá más: no basta con convencer a tres docenas de críticos, tienes que hacer bailar a media humanidad.
Hagamos un repaso a los estribillos candidatos de esta temporada. 'La cintura', de Álvaro Soler, es la más mencionada, pero suena previsible y aburrida como una sesión de control a un gobierno con mayoría absoluta. Los hipsters apuestan por 'Malamente', de Rosalía, que no cumple el requisito de apelar al público mayoritario. Aunque la artista trabaje con Almodóvar y haya empezado a salir en las revistas del corazón, el tema carece de los ingredientes para levantar cualquier pista a las tres de la mañana (como la inmensa mayoría del trap, por otro lado). Los fanáticos del reguetón hemos tenido un verano aciago, ya que lo nuevo de Maluma flojea, 'Sin pijama' (Becky G. & Natti Natasha) no acaba de prender la mecha y 'Equis' (Nicky Jam Ft J. Balvin) suena a 'Mi Gente' con la mitad de energía.
'Bajuna' pop
Se puede decir, sin miedo a equivocarse mucho, que 2018 ha traído la peor cosecha de perreo de la historia. Quizá los superventas se han relajado después de estos quince años gloriosos. Alguna vez tenía que ocurrir. No se salva ni el remix de 'Te Boté', una pachanga sonora con varios grandes nombres del género. Por su parte, el EDM confirma estar de capa caída: basta escuchar 'Don’t Leave Me Alone' de David Guetta con Anne-Marie, supuestamente la joya del verano. Podría quedar cuarta en Eurovisión, pero carece de personalidad para algo más relevante.
¿Dónde esta la explicación práctica? Sin expertos fiables, ni laboratorios especializados en pop, solo nos queda la observación empírica. Tras un cuarto de siglo de escucha atenta, la canción del verano es un género tan complicado que hay temporadas donde ni siquiera aparece. Eso debería convencernos de su dificultad, sobre todo ahora que tenemos a medio planeta pop intentándolo. Por cada temporada gloriosa de 'Gasolina', 'Aserejé' o 'La Gozadera', hay que sufrir dos o tres de 'La Bomba' (King África), 'La Flaca' (Jarabe de Palo), 'La Barbacoa' (Georgie Dann), 'Opá, yo viazé un corral' (El Koala) o 'No te olvides la toalla cuando vayas a la playa' (Puturrú de Fuá). El nivel mejoró brutalmente desde el desembarco latino a finales de los ochenta, con temazos como 'Ven, devórame otra vez' (Lalo Rodríguez), 'Ojalá que llueva café' (Juan Luis Guerra) y 'Sopa de caracol' (Banda Blanca). Luego se metió el turbo con la explosión reguetonera de los 2000. Cuando falla América Latina tenemos todas las papeletas para quedarnos sin una canción del verano digna de tal nombre. Demos las gracias por toda esta alegría y aceptemos que esta vez nos ha tocado barbecho.
Llevo desde finales de los noventa escribiendo el mismo artículo en algún punto de julio/agosto. Hablo de esa doble página de la que nadie quiere encargarse en las secciones de Cultura. Los periodistas musicales somos más bien estirados -yo no me libro-, así que solemos declinar la tarea, pretextando que es 'pachanga', 'verbena' y 'fritanga sonora'. Mi primer paso hacia la madurez profesional fue salir del armario y admitir el subidón que sentía escuchando 'Suavemente' (Elvis Crespo), 'Dragostea Din Tei' (O-Zone) y 'Livin’ La Vida Loca' (Ricky Martin). Esta última, en concreto, tiene dos aciertos mayúsculos: una guitarra twang que ya quisieran leyendas rockabilly como The Stray Cats y una letra que describe el capitalismo líquido mejor que Zygmunt Bauman en su día más inspirado. Diez años después de su lanzamiento, sigue transmitiendo la misma lograda mezcla de alegría y ansiedad.