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Una partida con los creadores de Ladrillazo, el juego más subversivo del siglo
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UNA CARICATURA DE LA BURBUJA INMOBILIARIA

Una partida con los creadores de Ladrillazo, el juego más subversivo del siglo

Políticos, constructores, dinero público y mamandurrias son los ingredientes de un juego de mesa concebido con fines meramente corrosivos

Foto: Alejandro Pérez, cocreador de Ladrillazo, en Basurama (A.P.)
Alejandro Pérez, cocreador de Ladrillazo, en Basurama (A.P.)

"Señoras y señores, lo que viene ahora es la cima de la comedia en España en lo que llevamos de siglo, lo más subversivo de los últimos 17 años, incluso más que Álvaro de Marichalar; éste es el mayor logro para destruir el sistema desde dentro que se ha conseguido nunca". Esta frase, que normalmente habría pasado inadvertida entre las mil y una presentaciones exageradas que cada día se dan en los medios, me llamó la atención porque procede del cómico Ignatius Farray, uno de los presentadores del programa 'La vida moderna', y se refiere a un juego de mesa. La lógica es apabullante: si un tipo que chupa los pezones a sus espectadores en el teatro dice que un juego de cartas es subversivo, entonces no queda más remedio que probarlo.

Quedamos con Alejandro Pérez, uno de sus creadores, para jugar una partida a Ladrillazo en Madrid. Paco Fernández, la mente creativa del proyecto, ha huido a Galicia para desconectar del tsunami sufrido tras el lanzamiento del juego. "Estamos muy estresados. Hemos tenido que empaquetar 1.200 juegos y enviarlos a todas las partes del mundo en una semana, compaginándolo con nuestros trabajos, y estamos agotados", dice Alejandro. Nos ha citado en Basurama, un espacio de creación cultural que nació en la Escuela de Arquitectura de Madrid y cuya sede está en el barrio de La Elipa.

Foto: Juego 'El Ladrillazo'.

Pérez hace efectos especiales para películas, mientras que Fernández se graduó en ingeniería. Hace cuatro años tuvieron la idea de crear un juego de cartas, aprovechando el 'boom' que han generado juegos de mesa como Carcassone o Los colonos de Catán, pero basado en la burbuja inmobiliaria, un tema que interesa especialmente a Paco Fernández. "Me puse a leer sobre la burbuja hace años, cuando compartía piso con unos amigos. Tenía trabajo y una carrera, pero ni de broma podía comprarme un piso, así que me dije: 'si no puedo yo, ¿quién puede? ¿Qué está pasando aquí?' Y de ahí, de esas lecturas de prensa, habitualmente de El Confidencial tengo que añadir, salió la documentación del juego", dice Paco al otro lado del teléfono.

Las reglas del juego son sencillas. A cada jugador se le reparten ocho cartas, que pueden ser de cinco tipos: ciudadanos, políticos, terrenos, constructores y proyectos. El objetivo es generar tramas para sacar adelante los proyectos y así cobrar cada turno... en sobres. Es básicamente una pirámide: los ciudadanos respaldan políticos y los políticos consiguen terrenos; juntos movilizan a los constructores, que es el último paso antes de sacar un proyecto adelante, pero es la ambición del jugador la que marca sus metas. Por ejemplo, para construir el Centro Niemeyer, en Avilés, solo hace falta un terreno, dos ciudadanos y un constructor, pero aporta dos sobres por turno. Por contra, la línea 9 del metro de Barcelona precisa de dos terrenos, cuatro políticos y seis constructores, si bien le genera al jugador seis sobres cada vez. Hay una última categoría, las tarjetas mamandurria, que se compran y sirven para obtener ciertas ventajas, como levantar las cartas del mazo antes de cogerlas o recalificar otras cartas.

En el centro de la mesa hay un mecanismo con aspecto de alto horno donde se meten los sobres antes de la partida. Cada jugador mete un puñado de sobres sin que los demás lo vean, así nadie sabe cuándo se terminarán. Durante la partida se irá cobrando al final de cada turno, apretando un botoncito que expulsa sobres, y el juego se acaba cuando se acaba el dinero. Ese momento es el estallido de la burbuja y gana quien más sobres haya conseguido evadir a su paraíso fiscal.

"España es una gerontocracia y tiende a la derecha, así que empiezo yo y después vas tú", dice Alejandro señalando a Miguel, experto en urbanismo de y enamorado del juego. Las cartas en la mano no valen nada, ya que para utilizarlas hay que bajarlas a la mesa, y para bajarlas hay que cumplir una serie de requisitos. Uno de los que menos pide para involucrarse en tu trama es Julián Muñoz, que es el primero en caer en la mesa.

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Miro mis cartas y reparo en que el diablo está en los detalles. Cada carta tiene unas capacidades en función al personaje, e incluso una cita en el pie que, cuando la introduces en Google, es un tour por la lisergia ladrillera española. Me ha tocado Esperanza Aguirre y decido consultar por teléfono a Paco Fernández porque no sé bien qué hacer con ella. "¡Esperanza en los primeros turnos es muy decisiva! Su súperpoder es el Tamayazo, que consiste en robar a otro político de la mesa, pero de nivel bajo”, me comenta. La echo a la mesa y me quedo con Julián Muñoz, formando una dupla legendaria con la que quiero sacar adelante la autopista de peaje AP-41, una de tantas pistas quebradas que ha tenido que rescatar el Estado. “Mientras hacíamos las cartas, pensamos que estaría bien premiar a los jugadores que hicieran tramas reales, como Jaume Matas con el Palma Arena, con unos puntos de estilo o algo así, pero lo descartamos porque hay cartas como José María Aznar que están en casi todo y lo desnivelan”, relata Paco.

Cada carta es un homenaje bufo a la época del ladrillazo: Enrique Bañuelos, de Astroc, tiene el poder de la Paella Party, para ejecutar mamandurrias gratis; José Bono puede robar a un constructor de otro jugador; María Victoria Pinilla, recalficiar cualquier terreno; y Manuel Chaves puede movilizar varios ciudadanos gracias al poder del PER.

Foto:  Mosaico del histórico evento. (EC)

Tengo un problema: por más que tiro cartas y cojo nuevas, no consigo a un constructor, de modo que mi trama está truncada. "Mira, el otro día me escribió un jugador. Decía que con Ladrillazo había descubierto que los constructores tienen más poder en España que los políticos. Nunca me lo había planteado, pero lo pienso y es obvio que es así. En el juego, en cuanto tienes dos o tres políticos, ya no necesitas más, pero constructores es mejor tener todos los posibles”, explica Fernández al teléfono.

Es como si Berlanga hubiera resucitado para hacer juegos de mesa

"Obviamente el constructor más poderoso del juego es Florentino Pérez y ACS. Su carta tiene un poder especial muy interesante, el poder del palco, que baja a la mesa cualquier infraestructura gratis, entonces puedes hacer un combo Florentino más Eurovegas, o Florentino y la T4, que es de locura”, prosigue Paco. No obstante, para utilizar a Florentino se necesita mucho apoyo político e incluso otros constructores más pequeños, de modo que suele aparecer en las últimos compases de la partida: “Hay constructores más baratos que salen mejor que ACS. OHL, por ejemplo, tiene uno de los mejores poderes del juego, Sobrecostes, que hace que ganes el doble de dinero por turno por cada uno de los proyectos”.

Mientras espero a un constructor, me van saliendo políticos que no puedo utilizar. Me descarto de Gallardón porque no puede participar en la trama con Aguirre; las cartas de ambos lo prohíben. También tengo que deshacerme, entre carcajadas, del senador de La Gomera Casimiro Curbelo, que no puede apoyar a mujeres. En su carta está la frase "yo no pago a las putas, yo me meo en las putas" que pronunció en una sauna, a altas horas de la madrugada, a la que había acudido con su hijo para celebrar su graduación en la universidad. Es como si Berlanga hubiese vuelto a la vida para hacer juegos de mesa.

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En mitad de la partida me descubro negociando con Alejandro, intercambiando terrenos por constructores y evadiendo capitales a través de los rusos, y comprendo el nivel de subversión al que se refería Ignatius: son las dinámicas del juego las que te llevan a reírte los personajes, pero por sí solas las cartas son inofensivas. Me pregunto cómo se lleva el día 1 después de ridiculizar a casi todas las personas más poderosas de España en un producto impreso. "Yo no diría ridiculizar, sino caricaturizar, que es algo que hace cualquier medio de comunicación a diario. Y, además, la toda información que sale en el juego está publicada en la prensa, así que sí, si nos quieren demandar, serán muy bienvenidos, sería una promoción magnífica", dice Paco.

Ladrillazo tiene varias capas de ironía, a cada cual más compleja, y la más directa son las ilustraciones. Las de los ciudadanos y los terrenos, a cargo de Rut Pedreño, son retratos realistas, pero las de los políticos y constructores, realizadas por Joaquín Aldeguer, son deformaciones cómicas de la realidad. "De esta forma queríamos pasar de lo real a lo mastodóntico, de las personas a los proyectos faraónicos, de un solo vistazo", explica Pérez. "Estuve un año entero buscando arquitectos que me hiciesen 'renders' para las cartas de proyecto, pero descubrí que un solo 'pre-render' tiene un precio de 200 euros la unidad… Menos mal que a Joaquín no le ha descubierto aún el mundo de la arquitectura, porque ese día se acabó el hacer caricaturas para la prensa a 50 euros", remacha Paco por teléfono.

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De repende Miguel saca al Rey a la mesa y Alejandro se agita: "¡El Rey no solo es la tarjeta que más dinero puede evadir, sino que puede robar cualquier carta de la mesa! Ya sabes, cuando Juan Carlos levanta el teléfono...", dice Alejandro. Le pido consejo a Paco. "Yo no creo que el Rey sea la mejor carta, pero sí la que te hace la vida más fácil. Para bajar al Rey a la mesa necesitas muchos terrenos, y los demás jugadores pueden ver que estás acumulando demasiados, que haces cosas raras, y boicotearte… la idea es que todo en torno a esa carta son maniobras turbias”, dice entre risas.

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El jugador no puede cobrar directamente los sobres que gana por sus proyectos, sino que tiene que blanquearlos a través de personajes capaces de evadir. De entre los ciudadanos solo pueden evadir los rusos y los chinos. "Lo de los chinos es un homenaje directo a Gao Ping, que llegó a estar en el juego pero al final lo quitamos, como a Rita Barberá. Y lo de los rusos es obvio: en el triángulo Murcia-Almería-Alicante han hecho estragos, y mira el caso de la urbanización Majestic, en Málaga, se vio que era solo un instrumento para lavar dinero, clave en una trama mayor", explica Paco. Solo Oriol Pujol y Abel Matutes evaden entre los políticos, porque el método natural para evadir en el Ladrillazo es a través de los constructores. "Es obvio que, por su estructura, son empresas que pueden esconder dinero con más facilidad. Lo que queremos decir al ponerles el sello de evasores es que pueden hacerlo, no que lo hagan", se justifica con una sonrisa pícara Alejandro.

Paco me aconseja al teléfono que busque proyectos más grandes para ganar más dinero y tener alguna posibilidad de ganar la partida. "Fíjate que los proyectos más conocidos no suelen ser los más caros. De hecho hemos tenido que quitar algunos famosos para meter cosas como el Puerto Exterior de A Coruña, que cuesta como 40 seseñas o 40 cajas mágicas. Es un dineral absurdo… y por eso están haciendo otro puerto exterior en Ferrol, a 21 kilómetros de A Coruña. O el hospital de Toledo, que durante las pruebas era el proyecto más rentable del juego, porque es una obra que ha sido inaugurada por cuatro presidentes autonómicos distintos. Bono, Barreda, Cospedal y García-Page. Además creo que costó 400 millones, que es diez veces más de lo que suele costar un hospital, así que es una obra que nos hace mucha gracia".

No me da tiempo a seguir sus consejos: Don Juan Carlos ha desnivelado la partida y, cuando dejan de salir sobres de la banca, Miguel tiene una fortuna en Islas Caimán. Por detrás queda Alejandro, que hizo un buen capital gracias al trabajo de los barones Chaves y Bono, y yo, que apenas tengo sobre porque me he dedicado a reírme con las tarjetas.

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Agotado en toda España

Ladrillazo salió al mercado a comienzos de diciembre y ya está casi agotado. Lanzaron 2.000 unidades, cuatro veces más de lo que suele ser normal en juegos independientes, y apenas les quedan 300 entre Madrid y Barcelona. "Nos están pidiendo más unidades los distribuidores, pero la segunda edición va a tardar, y además algunos envíos se han perdido y tengo que volver a hacerlos", explica Pérez mientras recoge la mesa. Paco se marchó a Galicia con diez cajas del juego en el maletero para repartirlas entre los amigos y olvidarse un tiempo del móvil. "Tendríamos que estar brindando con champán por el exitazo del juego, pero la verdad es que estamos muy agobiados, porque somos novatos y queremos controlarlo todo. Me gustaría decirte que estamos disfrutándolo a tope, pero la verdad es que no", afirma Fernández.

Gracias a un 'crowdfunding' han costeado la producción del juego, pero todavía no tienen claro cómo hacer negocio con él. "Ahora, cuando regrese, pensaré en cómo demonios se hace para ganar dinero con la venta de juegos en las tiendas, porque hago las cuentas y no me salen por ninguna parte. Para que te hagas una idea de lo novatos que somos, la distribuidora nos djjo el día antes de empezar a vender que lo normal en este sector es regalar a las tiendas uno de cada seis juegos que vendes… ¿perdona? ¿Tenemos que regalar el 15% de la producción? ¡Pero si ese era nuestro margen de beneficio!", dice Paco.

"Señoras y señores, lo que viene ahora es la cima de la comedia en España en lo que llevamos de siglo, lo más subversivo de los últimos 17 años, incluso más que Álvaro de Marichalar; éste es el mayor logro para destruir el sistema desde dentro que se ha conseguido nunca". Esta frase, que normalmente habría pasado inadvertida entre las mil y una presentaciones exageradas que cada día se dan en los medios, me llamó la atención porque procede del cómico Ignatius Farray, uno de los presentadores del programa 'La vida moderna', y se refiere a un juego de mesa. La lógica es apabullante: si un tipo que chupa los pezones a sus espectadores en el teatro dice que un juego de cartas es subversivo, entonces no queda más remedio que probarlo.

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