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"Jamás pariremos silencio": Aitana Sánchez-Gijón grita por las troyanas de ayer y hoy
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"Jamás pariremos silencio": Aitana Sánchez-Gijón grita por las troyanas de ayer y hoy

La actriz protagoniza 'Troyanas', un lamento antibecilista y desgarrador con el que Alberto Conejero y Carme Portaceli dan voz a las mujeres silenciadas en las guerras de todos los tiempos

Foto: Aitana Sánchez-Gijón protagoniza 'Troyanas' (Jero Morales)
Aitana Sánchez-Gijón protagoniza 'Troyanas' (Jero Morales)

Troya (Mérida) es Alepo. Hécuba, Helena, Casandra, Andrómaca, Briseida o Políxena tienen otros nombres pero su desgarro y su dolor perviven hoy. Si la guerra pasa por el cuchillo a poblaciones enteras, si destruye y asola vida y civilizaciones a su paso, a la parte más silenciada de la sociedad, a las mujeres, las termina por convertir en un invisible botín de guerra sin derecho apenas a la queja.

Alberto Conejero y Carme Portaceli se niegan a ello y, por eso, le dan la palabra a las mujeres de la Troya de antaño y de las de hoy porque la historia, tristemente, sigue repitiéndose. "Jamás pariremos silencio", clama Hécuba en boca de Aitana Sánchez-Gijón. Ese es el objetivo: hacer memoria y visibilizar a las olvidadas de los olvidados, como dice el dramaturgo. Ellas, violadas, torturadas, abandonadas y silenciadas. Repudiadas, esclavizadas, viudas y plañideras. Ellas que dejan su vida bajo las bombas, que se exilian, atraviesan mares o alambradas y les piden, encima, que no miren atrás y olviden. A todas ellas siempre les queda la rabia y la garganta. "¡No dejéis que a la injusticia siga el silencio!", chilla la reina troyana.

Foto: Detalle del cartel del 'Calígula' de Mario Gas en Mérida

Ese grito rasgado y hondo son estas 'Troyanas', que se estrenaron la semana pasada en el Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida con el anfiteatro romano lleno y ahora viajarán el Grec de Barcelona (30 julio), Sagunto (3 y 4 de agosto) o Madrid (del 10 de noviembre al 17 de diciembre en el Teatro Español). Conejero ha creado un lamento que perfora el tiempo de una belleza poética desgarradora. A partir del texto de Eurípides, pero también de la versión de Sartre y con ecos de la somalí Warsan Shire, Alberti y Cernuda, consigue con sencillez que la épica troyana se haga una con un lirismo crudo, sensible y tan cercano como la desolación de la guerra. Acentúa sus palabras la minimalista escenografía de Paco Azorín, presidida por una T mayúscula gigante e inclinada más llamativa que útil, con un escenario repleto de cadáveres que impacta y se vuelve dolorosamente hermoso cuando sobre las ruinas del centenario teatro emeritense se proyectan las de Alepo.

'Troyanas' también es un alegato antibelicista en forma de croché directo a la conciencia de la Europa actual. Al espectador que sentado en su butaca cada día se dice, como anuncia al inicio de la función Taltibio, el mensajero griego de las desdichas de las troyanas al que da vida Ernesto Alterio, "al final todos obedecemos, todos hacemos lo que nos mandan, miramos para otro lado; tratamos de seguir adelante, de sobrevivir. Porque cada uno de nuestros días es una guerra". Sin embargo, recuerda, "ustedes son afortunados porque han nacido en un lugar en el que nadie ha matado a su familia o nadie les ha pedido matar a la familia de alguien. Es una cuestión de suerte o del destino, como prefieran llamarlo".

Asusta la verdad que subraya el dramaturgo de que esa Europa sumida en guerras de Troya no dista de la que da cierra fronteras o evita mirar al Mediterráneo en nuestro siglo XXI. "No hay distancia. Cada guerra es la misma guerra repetida de un modo distinto. Y provoca angustia, sí. Eurípides se señala a sí mismo, se acusa de participar de esos crímenes por el hecho de ser griego. No busca la identificación salvífica con el derrotado sino que apunta a su responsabilidad como ciudadano griego. Es lo que he tratado de señalar con los parlamentos del personaje de Taltibio. No podemos olvidar cada día que sobrevivimos, más o menos tranquilos, con nuestras preocupaciones y nuestras angustias, a la catástrofe de nuestra época. 'Troyanas' parece estar escrita por una mano piadosa pero llena de furia. Una mano que no pertenece al pasado sino a nuestro mañana", afirma Conejero a este periódico.

placeholder 'Troyanas', de Eurípides en versión de Alberto Conejero y dirigida por Carme Portaceli (Efe)
'Troyanas', de Eurípides en versión de Alberto Conejero y dirigida por Carme Portaceli (Efe)

Y a esa Europa es a la que Andrómaca (Gabriela Flores) señala con dureza. "Salvajes, alimentáis vuestro futuro con sangre de inocentes. Presumís luego en salones adornados con ricos mosaicos: el progreso, la civilización, todos esos nombres vacíos con los que justificáis vuestros crímenes. Porque lejos de vuestra tierra asesináis, torturáis, saqueáis. Como si nuestros cuerpos valieran menos por estar en esta orilla del mundo. No dudáis. Todo por alimentar esa bestia a la que llamáis futuro. Hacedlo. Hacedlo. Entregad nuestros despojos a su estómago. Una bestia negra es ese futuro y se volverá contra vosotros. ¿No me oís? ¿Dónde estáis, hombres de Europa?".

Dolor, memoria y dignidad

Portaceli ha querido acentuar la rotura y la desolación de estas troyanas pero llevándolas a un extremo demasiado forzado. Aitana Sánchez-Gijón, que ha vuelto a pisar la arena de Mérida dos años después de dar vida a otra las grandes mujeres de la Grecia clásica con 'Medea', se enfrenta a la reina Hécuba, otro personaje potente y roto a la que le pone las visceras, quizás demasiadas porque empieza tan alto, con un grito tan desgarrado, que es imposible que mantenga toda la obra el crescendo. "No hay dolor en el mundo que no me pertenezca", dice nada más arrancar la función.​ Hécuba, ha asegurado la actriz, "representa ese dolor a través de la voz de las mujeres que, además de sufrir el horror de la guerra y perder a sus hijos y sus hombres, somos repartidas como esclavas. Ella va dando voz a todos los personajes femeninos, víctimas como ella de esta terrible guerra". Es la resiliencia y la lucha ante la imposición de que la historia la escriban los vencedores.

placeholder Aitana Sánchez-Gijón protagoniza 'Troyanas' (Jero Morales)
Aitana Sánchez-Gijón protagoniza 'Troyanas' (Jero Morales)

Junto a ella, destaca Miriam Iscla dando vida a una Casandra fuerte y clarividente. Maggie Civantos como Helena (con su mejor momento en ese duelo con Hécuba defendiendo que ella fue la excusa para una guerra ya determinada de antemano), Pepa López como Briseida, y una poderosa Alba Flores en un rol incomprensible como Políxena completan un reparto femenino. Un Alterio pasado de revoluciones es su contrapunto masculino. Pero el principal poder de estas 'Troyanas' reside en la conciencia removida que deja en el espectador.

Estas mujeres son la guerra y el dolor, pero también la memoria histórica y la dignidad. Porque, como denuncia Hécuba, "no se trata de ganar una guerra sino de negarnos el futuro". Por eso, de ella, de todos, del teatro y de la Historia depende que el silencio no gane la batalla y se dé la palabra a los vencidos, a los repudiados, a las siempre más olvidadas mujeres. "Asumo el fracaso de la palabra (y del teatro) ante el horror del mundo. Sería un ejercicio de 'hibris' pensar lo contrario e insensato decirlo. Pero este fracaso no es lo mismo que su derrota. Porque aunque no sea útil ni necesario el teatro sí es un recordatorio de ese sufrimiento obsceno. Y este recordatorio frágil (el informe poético ante la polis de sus miserias) sí despliega una potencia radical", afirma Conejero sobre la necesidad de darle voz a ellas.

Son, de hecho, sus precisas palabras las que cobran todo el sentido cuando Taltibio le dice a todas las víctimas. "Aguantarás, en pie, desdichada Hécuba, como todas las Hécubas del mundo: detrás de las alambradas, en las barcas que el oleaje quiere tragar, en los campamentos de invierno; aguantarás, porque Troya está en ti y mientras tú vivas Troya seguirá viva; aguantarás y no habrá tiempo ni fuego ni mentira que la derrumbe; aguantarás, Hécuba, para que el silencio no siga al crimen, para que la última palabra no sea de ellos, para que no se queden con toda la luz de este mundo".

Troya (Mérida) es Alepo. Hécuba, Helena, Casandra, Andrómaca, Briseida o Políxena tienen otros nombres pero su desgarro y su dolor perviven hoy. Si la guerra pasa por el cuchillo a poblaciones enteras, si destruye y asola vida y civilizaciones a su paso, a la parte más silenciada de la sociedad, a las mujeres, las termina por convertir en un invisible botín de guerra sin derecho apenas a la queja.

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