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Un fiasco con tan poca vida como sus voraces criaturas
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Estreno de 'Orgullo + Prejuicio + zombis'

Un fiasco con tan poca vida como sus voraces criaturas

Emperifolladas damas de la Regencia afilan sus cuchillos y pulen sus fusiles en el salón mientras cotillean sobre pretendientes. La cosa solo da para un chiste... y mucho tedio

Foto:  Orgullo + Prejuicio + Zombies
Orgullo + Prejuicio + Zombies

Uno no necesita ser un devoto de Jane Austen para sentir rechazo hacia 'Orgullo + Prejuicio + Zombis'. De hecho, la película es un fiasco tanto para los aficionados al cine de monstruos como para los expertos en la escritora británica. Y no porque la idea de insertar una batalla contra los caminantes en su novela más famosa sea inaceptable; al contrario, el libro de entrada parece sorprendentemente idóneo para acomodar el ingrediente adicional: la protagonista del relato, Elizabeth Bennet -ferozmente leal, justa y segura de sí misma-, apenas necesita un retoque para convertirse en una heroína de acción moderna. Pero nadie lo diría a juzgar de una película que -discúlpese el símil chusco-, tiene tan poca vida como sus voraces criaturas.

Tráiler de 'Orgullo + Prejuicio + Zombis'

Cuando Seth Grahame-Smith mezcló literatura clásica con sensibilidades de 'fanboy' en la novela 'Orgullo y prejuicio y zombis', publicada en 2009, sin saberlo desencadenó una repentina fiebre literaria por los 'mash-ups' con monstruo. La fórmula era simple: tomar un texto célebre libre de derechos de autor, y por tanto totalmente vulnerable al cortapega, y añadirle terror y acción viscosos. Puesto que los autores originales suministraban por la patilla no solo el argumento sino buena parte del texto mismo, este tipo de productos podían fabricarse rápidamente y con un mínimo esfuerzo. Por eso, una vez el libro de Grahame-Smith se convirtió en superventas, una plétora de imitaciones -'Sentido y sensibilidad y monstruos marinos', 'Androide Karenina', 'Mordiscos borrascosos', 'Mujercitas y hombres lobo'- irrumpió rápidamente en las librerías.

La fórmula era simple: tomar un texto célebre libre de derechos de autor, y por tanto totalmente vulnerable al cortapega, y añadirle terror y acción viscosos

La moda, eso sí, fue tan rápida en su caída como lo había sido en su ascenso, pero los planes para una versión cinematográfica de su obra fundacional siguieron adelante. A medida que sucesivos actores y directores se sumaban al proyecto solo para apearse de él poco después, se acumularon tales retrasos en la producción que, mientras tanto, Grahame-Smith tuvo tiempo no solo de escribir otro libro -'Abraham Lincoln, cazador de vampiros'- sino también de verlo convertido en 2012 en (lamentable) película. Ese accidentado periplo hace que, en términos de relevancia cultural, a estas alturas la brillante idea de 'Orgullo + Prejuicio + Zombis' tenga tanto sentido como bailar el 'Gangnam Style'.

Incongruencias y damas emperifolladas

Situada en la Inglaterra decimonónica, la película sigue los pasos narrativos de la novela de Austen, solo que esta vez una misteriosa plaga se ha extendido por todo el país y convertido a muchos de sus ciudadanos en infraseres que comen vísceras. Y mientras transitan entre propuestas de matrimonio y bailes de máscaras, Elizabeth Bennet y sus hermanas despachan cadáveres andantes gracias a su destreza en la práctica del Shaolin Kungfu y el manejo de armas de fuego. Esa incongruencia, precisamente, es lo que fundamenta la película entera: emperifolladas damas de la Regencia que afilan sus cuchillos y pulen sus fusiles en el salón mientras cotillean sobre posibles pretendientes; que esconden dagas en sus botas y sus ligas mientras se tunean de cara al baile. Es decir, la divergencia estética entre la formalidad decorosa de una comedia de costumbres en conflicto con los alegres excesos de vulgaridad purulenta de un 'slasher'.

El concepto da para un chiste o, lo que es casi lo mismo, para un vídeo colgado en Facebook, pero convertirlo en película es una incitación al tedio. Vista una secuencia de hermosas jóvenes tumbando zombis, vistas todas. Y una vez el director Burr Steers ha repetido el chiste varias veces, uno inevitablemente se pregunta por qué una película titulada 'Orgullo + Prejuicio + Zombis' no es más divertida ni más ingeniosa que esta. De nuevo, los mejores 'mash-ups' no duran más de un par de minutos o incluso unos segundos -el tráiler que mezcla 'El resplandor' con 'El Gran Hotel Budapest', algunos gags de 'El Intermedio'-, mientras que para ver esta película no basta hora y media. Cierto que en leer el libro de Grahame-Smith se tarda más, pero es poco probable que el libro fuera realmente escrito para ser leído, o para ser leído entero.

El concepto da para un chiste o, lo que es casi lo mismo, para un vídeo colgado en Facebook, pero convertirlo en película es una incitación al tedio

Quizá conscientes del corto recorrido de la premisa, los actores la asumen con relativa seriedad y sin darle demasiada importancia. La presencia de los zombis obliga a Steers a menear ligeramente la historia original pero, decimos, durante dos tercios de metraje las cosas suceden como lo hacen en ese texto original, solo que aquí las diferencias irreconciliables entre los personajes resultan en peleas con puños y patadas que ellos y ellas se intercambian mientras recitan las palabras de Austen. De hecho, la película funciona mejor cuando reproduce los coloridos perfiles y los temas señeros de la autora británica. Ahora bien, ¿quién necesita eso una vez más, existiendo ahí afuera ya tantas versiones de 'Orgullo y prejuicio', y algunas de ellas muy buenas -la de 1940, la de 2005-, por mucho que ninguna de ellas incluya patadas voladoras?

Camuflar las costuras

El problema es que, en lugar de fusionar los dos elementos primarios -los rituales victorianos del cortejo con un inminente apocalipsis zombi-, Steers se limita a juntarlos de mala manera y sin tratar de camuflar las costuras. Una escena se dedica a comunicar los puntos argumentales esenciales de la historia de Austen, hasta que aparecen unos zombis a combatir. Después de eso, el relato vuelve a ocuparse del amor y el matrimonio, y luego los zombis aparecen de nuevo. Y así. Si Steers fuera un cocinero, su receta del pollo a la cerveza sería alternar mordiscos a un muslo de 'pollo a l'ast' con tragos a una lata de Mahou.

Que las criaturas hablen y se muevan más o menos como los vivos tal vez provoque un fenomenal cabreo entre los puristas de lo zombi

Eso obviamente significa que la película desperdicia a sus monstruos. Los zombis, se sabe, han sido tradicionalmente usados como alegoría -del consumismo, la enfermedad, la pobreza, el racismo, el miedo nuclear, los ideales utópicos de comunidad, lo que sea-, pero aquí no hay más que tímidos esbozos de usarlos para reconfigurar las ansiedades austenianas sobre los rituales y las diferencias de clase. En realidad, los bichos sirven solo para un par de sustos y algún bulboso efecto sonoro y, claro está, para protagonizar un tercer acto saqueado de cientos de películas de aventuras previas, compuesto de persecuciones y cosas que explotan. Que en el proceso las criaturas hablen y se muevan más o menos como los vivos -se distinguen esencialmente por su descomposición facial-, tal vez provoque un fenomenal cabreo entre los puristas de lo zombi.

Pero quizás el gran problema de 'Orgullo + Prejuicio + Zombis' es, por último, que trata de ser una comedia y un relato de terror y una historia de amor y una película de acción y, pese a ello, no es divertida ni en absoluto aterradora, y sus escenas de acción son un inepto amasijo de movimientos de cámara incoherentes machacados como un aliño de ajo y perejil. El resultado, pues, carece de mordiente -de nuevo, mil perdones-, precisamente lo único que los zombis y Jane Austen comparten.

Uno no necesita ser un devoto de Jane Austen para sentir rechazo hacia 'Orgullo + Prejuicio + Zombis'. De hecho, la película es un fiasco tanto para los aficionados al cine de monstruos como para los expertos en la escritora británica. Y no porque la idea de insertar una batalla contra los caminantes en su novela más famosa sea inaceptable; al contrario, el libro de entrada parece sorprendentemente idóneo para acomodar el ingrediente adicional: la protagonista del relato, Elizabeth Bennet -ferozmente leal, justa y segura de sí misma-, apenas necesita un retoque para convertirse en una heroína de acción moderna. Pero nadie lo diría a juzgar de una película que -discúlpese el símil chusco-, tiene tan poca vida como sus voraces criaturas.

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