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José Antonio Zarzalejos escribe la hoja de ruta política de la nueva Transición española
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publica el libro 'mañana será tarde'

José Antonio Zarzalejos escribe la hoja de ruta política de la nueva Transición española

'Mañana será tarde. Un diagnóstico valiente para un país imputado' (Planeta) es un ensayo cosido con crónicas sin grasa, con una conclusión apremiante: hay que sanear el país. Y hay que hacerlo ya

Foto: Imagen de los comicios locales y autónomicos, en la que Pedro Sánchez (PSOE) coge las papeletas antes del voto. (EFE)
Imagen de los comicios locales y autónomicos, en la que Pedro Sánchez (PSOE) coge las papeletas antes del voto. (EFE)

Desde el fatídico 15 de septiembre de 2008 –el sayonara de Lehman Brothers–,España navega sin nadie a los mandos. El Gobierno socialista “fragilizó los consensos de la Transición que ofrecían al sistema una identidad fundacional”, y el Gobierno popular “se ha limitado a introducir en la legislación nacional los mandatos de la troika”, “confundiendo la política con la contabilidad”. Los resultados ya los conocen, las urnas todavía están calientes. Mientras el aparato político naufraga lentamente durante dos funestas legislaturas, en la sociedad española se disparan los índices de solidaridad y la implicación en el rumbo del país derrota a la indolencia de los años de bonanza. La ciudadanía se ha comprometido, pero ¿y sus responsables con quién se han comprometido?

José Antonio Zarzalejos (Bilbao, 1954) ha escrito Mañana será tarde. Un diagnóstico valiente para un país imputado (Planeta), ensayo cosido con crónicas sin grasa con una conclusión apremiante: hay que sanear. Y hay que hacerlo ya. “Decir que el tiempo todo lo cura vale tanto como decir que todo lo traiciona”, el periodista, articulista de este periódico, recurre a la sabiduría de los pecios de Rafael Sánchez Ferlosio para señalar la urgencia de un responsable capaz de meterle mano a un sistema político-constitucional, diseñado en 1978, que ha quedado “precarizado”.

En su recorrido demuestra la falta de preparación de la clase política para asumir algo tan evidente como la necesidad de un nuevo protocolo democrático

El periodista asienta el relato en la historia del tiempo presente, analiza y recuerdalas heridas que han hipotecado el futuro del país, sin buscar las causas más allá de la crisis financiera. En su recorrido demuestra la falta de preparación de la clase política para asumir algo tan evidente comola necesidad de la regeneración del protocolo democráticoideado para una España que no se parece en nada a esta.

El aviso de Zarzalejos a los agentes políticos que decidan agarrar el timón de un país a la deriva, perdido en los intereses partidistas, se centra en cinco aspectos políticos capitales: la corrupción, la monarquía, la independencia catalana, el terrorismo y la independencia de los medios de comunicación. Recomendaciones para evitar el hundimiento en los que echamos en falta más piel social, a pesar de la tapa blanda y la cercanía con el malestar generalizado que estudia.

Los antisistema, los corruptos

Corruptos y corruptores pueden desaparecer, si se acaba con la libérrima autonomía urbanística de los alcaldes. Zarzalejos considera imprescindible devolver el poder a las Administraciones. “Las aguas arrastraron la función pública y la sustitución de los mejores y más cualificados funcionarios por deudos, familiares y camaradas, lo que llevó a una estructura clientelar y politizada de las administraciones territoriales”, cuenta. Junto con la vuelta de los interventores que acaben con las tramas corruptas, la financiación de los partidos políticos debe someterse a la más estricta transparencia, así como la urgente regulación de los lobbies. Por encima de todo, asumir la ejemplaridad del cargo público y las consecuencias de un acto reprobable. Sí, dimisión. “La corrupción es un artefacto letal contra la legitimidad del sistema”, un artefacto “con un potencial destructivo realmente extraordinario”.

Un rey fuera de la ley

Estamos ante uno de los capítulos más incendiarios y arriesgados del libro. “De momento sólo es una cara nueva”, pero “falta todo lo demás”. “Felipe VI tiene que ser el rey que acabe con la desregulación de la monarquía y la dote de un estatuto ético, digno y transparente, no sólo en lo económico”. El autor no se anda con miramientos con Juan Carlos I al tildarlo de irresponsable, ególatra, obsoleto y, en sus últimos días como monarca, patético. También loacusa de padre ejemplar ausente: “Justamente en esa ausencia referencial como padre se encuentra el germen y posterior desarrollo de la destrucción de la familia real”.

No deja pasar su campechanía, porque con eso no basta para legitimar el mandato heredado. “Una proximidad casi promiscua”. Y continúa horadando en lo que vemos pero no sabemos, como sus viajes a países totalitarios “sin una misión clara para el Estado español” y movido, en ocasiones, por intereses que algunas fuentes califican de “poco claros”. Tampoco Sofía queda libre: “Al rey, además, le falló la reina”. Porque se ha mantenido alejada de la sociedad española. ¿Su mérito? “Aguantar las infidelidades y desamores de su marido y en apoyar a su hijo”. El aval de Felipe VI está en una reforma de la Constitución, aclara.

Negociar con Cataluña

“Tal vez no es tarde si se reforma la Constitución para que reconozca la singularidad catalana y así se apuntale la continuidad de España”. Zarzalejos desvela su correspondencia con Jordi Pujol, mientras propone una solución constitucional a la vuelta de los procesos electorales de 2015. Asumir que hay millones de catalanes que quieren independizarse de España supone negociar las bases constitucionales de 1978, sería “lo más realista”. “Deberíamos ensayar lo que jamás hicimos en el pasado: en vez de romper, reformar”. Propone negociar a partir de la lealtad recíproca y el respeto mutuo. Aclara que el nuevo pacto de convivencia debería mantener una “definición indivisible del Estado”.

Más que ocho apellidos

En octubre de 1998 José Antonio Zarzalejos abandona Bilbao, amenazado por ETA, cuando era director de El Correo. Es una víctima del terrorismo. Y como tal pide “romper la muralla invisible, cínica, de la corrección política nacionalista”, para que las víctimas “dejen de sentirse culpables” y los asesinos “dejen de hacerse pasar por víctimas”. El relato de la paz está en construcción, así como los años más sangrientos. La solución, según el autor, está en la mano del PNV, “patriarca del nacionalismo”. “Hasta que no transforme el concepto de pueblo vasco por el de sociedad vasca y establezca que la etnia, la religión o el nacimiento son circunstancias accidentales, irrelevantes para la plenitud de la ciudadanía, no habrá solución”.

Los medios, a medias

La información y los intereses, ¿dónde acaban unos, dónde empiezan otros? La crisis del negocio periodístico es la crisis de la credibilidad, no de los formatos. En esto también pide Zarzalejos un esfuerzo regenerador, para devolver el crédito al oficio, pese a quien le pese: “Aunque haya que sacrificar cabeceras históricas de hoy, desprestigiadas, ya no son valores intangibles, sino paradigmas del desastre”. Así de claro: una de las grietas del sistema es la mediática. Las democracias maduras necesitan contrapoderes, referencias críticas, motores de regeneración, promotores de la “culturización informativa de la sociedad”.

Los medios españoles, en su opinión, no están saneados ni protegidos. ¿Solución? Medios con infraestructuras menos pesadas, cabeceras nuevas, periodismo de reflexión y “que las noticias fluyan en la Red, en la radio y en la televisión”. Para Zarzalejos, la supervivencia es posible y la independencia también, incluso convirtiendo los medios en fundaciones sin ánimo de lucro.

Desde el fatídico 15 de septiembre de 2008 –el sayonara de Lehman Brothers–,España navega sin nadie a los mandos. El Gobierno socialista “fragilizó los consensos de la Transición que ofrecían al sistema una identidad fundacional”, y el Gobierno popular “se ha limitado a introducir en la legislación nacional los mandatos de la troika”, “confundiendo la política con la contabilidad”. Los resultados ya los conocen, las urnas todavía están calientes. Mientras el aparato político naufraga lentamente durante dos funestas legislaturas, en la sociedad española se disparan los índices de solidaridad y la implicación en el rumbo del país derrota a la indolencia de los años de bonanza. La ciudadanía se ha comprometido, pero ¿y sus responsables con quién se han comprometido?

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