Hola Frankenstein, adiós Miguel Ángel
Diecinueve años recomponiendo diecisiete fragmentos supervivientes a un ataque iconoclasta en 1936. Esta es la historia de la única pieza que se conserva en España del genio renacentista
Diecinueve años recomponiendo lo que la guerra hizo añicos. Una vez más: el mayor peligro del patrimonio histórico artístico no es el paso del tiempo, sino la barbarie humana. Hoy es el Estado Islámico en Siria, pero hace casi ochenta años la única escultura de Miguel Ángel Buonarroti en España saltó por los aires tras un ataque iconoclasta que acabó con las imágenes de la capilla del Salvador de Úbeda. Rescataron 17 pedazos y de la hoguera sacaron el fragmento de la cabeza del san Juan Bautista joven, que ardió hasta perder el blanco propio del mármol de Carrara, material con el que el genio renacentista habría tallado la figura entre 1495-1496.
La revancha pudo con el sentido común y con el esfuerzo de la Junta del Tesoro Artístico por respetar el legado artístico: “Obreros de hoy respetad la labor de nuestros compañeros de ayer”, en carteles que forraban las ciudades. Pero, ¿hay algo más débil e insignificante contra la naturaleza brutal de la ira que un papel? El arte necesita un salvoconducto mucho más consistente para amanecer mil y una mañana más.Este Frankenstein de la restauración ha superado a los depredadores que buscaron en el resarcimiento público ajustar cuentas con el enemigo, como si la ciencia fuese la última oportunidad para corregir la miseria humana.
A eso se dedica el Opificio delle Pietre Dure de Florencia, a recuperar la piedra del ultraje. Allí llegó, en 1994, procedente de la Fundación Casa Ducal de Medinaceli, una caja con los cachitos de la escultura, que para entonces no se había atribuido a Miguel Ángel. Seis años antes del desastre, el historiador del arte Manuel Gómez Moreno, fotografió la pieza y se adelantó a todos: ese san Juanito era la obra perdida del maestro florentino. Pero no había pruebas.
A lo largo de todos estos años, la investigación se ha centrado en la búsqueda de un método de rescate de la figura que fuera respetuoso con los criterios internacionales de restauración. Como explican desde la Fundación Medinaceli a este periódico, gracias a las tecnologías de vanguardia de reconstrucción volumétrica a partir de imágenes en dos dimensiones (las fotos de Gómez Moreno), “se consiguió construir una imagen digital tridimensional que permitía localizar con exactitud la posición de los fragmentos conservados y modelar fielmente las piezas nuevas con una estructura de acero inoxidable en su interior de forma que fuera invisible”.
El montaje de las piernas se ha logrado con imanes, que unen al original el nuevo material que soporta los cincuenta kilos de la cadera
El profesor Giorgio Bonsanti, de la Universidad de Florencia, recuperó la legibilidad completa de la escultura diferenciando las partes nuevas y mantuvo la reversibilidad de todo el proceso. Es decir, si mañana apareciesen nuevos fragmentos originales se podrían sustituir. “En un principio se pensó en un método artesanal de restitución, que se vio que era una vía imposible”.
El montaje de las piernas se ha logrado con imanes, que unen al original el nuevo material (plexiglás y resina) que soporta los cincuenta kilos de la cadera y los treinta kilos de los fragmentos restantes en busto y cabeza. La operación de ortopedia se presentó el pasado junio, en el Congreso Internacional dedicado a la restitución de la figura, donde se mostró por primera vez el aspecto diferenciador entre las partes nuevas y las supervivientes (que también fueron limpiadas con láser).
Juan Manuel Albendea, director de la Fundación Medinaceli, explica a este periódico que desde entonces la escultura no se ha visto y será a partir de este lunes cuando pueda contemplarse en el Museo Nacional del Prado. Estará ubicada en una peana, como obra invitada, en el mismo espacio donde se exhibió a La Gioconda restaurada. Luego, volverá a la capilla del Salvador.
“Estamos elaborando un proyecto museográfico para devolverlo a la vista pública. No será la hornacina en la que se encontraba, porque es un lugar poco seguro y, además, no cabía bien”, cuenta Albendea. Allí estuvo a partir del siglo XVIII hasta su destrucción. La ubicación anterior se desconoce. Pero adelante que se colocará sola, para darle todo el protagonismo que se merece.
El san Juanito de metro y medio ya está listo para la contemplación. Incluso tiene autor, después de que el catedrático de la Universidad Federico II de Nápoles, Francesco Caglioti, encontraste el documento que certifica la relación entre la pieza de Úbeda y el san Giovannino mediceo, cuya existencia sólo se conocía por las referencias de Vasari. El historiador relaciona la obra con la parte juvenil de Miguel Ángel, pero sobre todo con la escultura de Baco y con la pintura conocida como Madonna de Manchester.
La escultura de san Juan joven fue encargada, en 1495, por Lorenzo de Pier Francesco de Médicis. Los inventarios muestran que la obra estuvo en la residencia de los Médicos hasta el siglo XVI. El patrimonio pasó en 1537 a Cosimo I, único descendiente legítimo de Lorenzo de Pierfrancesco. Caglioti localizó en el Archivo del Estado de Florencia unos documentos que informan del envío a Barcelona unos ricos paños de oro y una “statua molto preziosa” a Francisco de los Cobos (secretario imperial, coleccionista e introductor de Tiziano en la corte de Carlos V). Ya en 1547 la escultura está en la capilla del Salvador.
Es probable que la ortopedia no satisficiese al creador, que entendía por escultura “la que se hace a fuerza de quitar materia”. La que se hace añadiendo es semejante a la pintura. Buonarroti dejaba en ex aequo a pintura y escultura, porque “viniendo una y otra de una misma inteligencia, puede establecerse entre ellas una buena paz”. “Quien escribió que la pintura era más noble que la escultura, si todas las otras cosas que escribió las entendió tan bien como ésta, digo que mejor las hubiera escrito mi criada".
Diecinueve años recomponiendo lo que la guerra hizo añicos. Una vez más: el mayor peligro del patrimonio histórico artístico no es el paso del tiempo, sino la barbarie humana. Hoy es el Estado Islámico en Siria, pero hace casi ochenta años la única escultura de Miguel Ángel Buonarroti en España saltó por los aires tras un ataque iconoclasta que acabó con las imágenes de la capilla del Salvador de Úbeda. Rescataron 17 pedazos y de la hoguera sacaron el fragmento de la cabeza del san Juan Bautista joven, que ardió hasta perder el blanco propio del mármol de Carrara, material con el que el genio renacentista habría tallado la figura entre 1495-1496.