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José Manuel Ciria: "La obra de las cajas de cerillas me parece una puta mierda"
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retrospectiva del artista en la tabacalera

José Manuel Ciria: "La obra de las cajas de cerillas me parece una puta mierda"

El pintor abstracto monta 'Las puertas de Uaset', en la Tabacalera de Madrid, una selección de obra acera de las posibilidades del choque entre razón y expresividad

Foto: El artista José Manuel Ciria junto a la pieza más escenográfica de su exposición en Tabacalera, de Madrid. (PABLO LÓPEZ LEARTE)
El artista José Manuel Ciria junto a la pieza más escenográfica de su exposición en Tabacalera, de Madrid. (PABLO LÓPEZ LEARTE)

Hay artistas que no pintan pancartas. Alguno queda que, a pesar de los pesares, prefiere olvidarse de lo que ocurre en la calle y centrarse en lo que hace en su estudio. Repensar la pintura, tantas veces dada por vencida. Tantas veces finiquitada. José Manuel Ciria(Manchester, 1960) es de los que deja las reclamaciones sociales aparcadas para centrarse en la pintura, en la tensión entre la razón y la expresividad, entre el gesto y la estructura. La piel y la identidad. Porque para alguien dedicado a la abstracción es importante mudar en cada cuadro de piel para no parecer siempre el mismo. Una copia de sí mismo.

Ciria marchó a Nueva York, en 2005, y desde hace un año vive en Londres. La última vez coincidimos con él en el Círculo de Bellas Artes de Madrid, donde exponía apadrinado por el gran gruñón de las artes, Donald Kuspit, una mente privilegiada que se queja de todo lo que huela a pelotazo: los museos convertidos en parques temáticos, la presión del dinero sobre la vida y obra del artista, la reivindicación de la belleza y, en definitiva, el arte que se dedica a hacer noticias.

Ahora Ciria regresa a Madrid, a un espacio inigualable, la Tabacalera de Madrid, con la retrospectiva titulada Las puertas de Uaset, comisariada por Carlos Delgado Mayordomo, para el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte. El responsable de la selección de la obra explica que el recorrido trata de “no aceptar la servidumbre de la mera seducción visual”. Ciria y Delgado han negociado bien con el espacio de estas impertinentes y espectaculares naves industriales, para lograr un pasaje dramático, escenográfico e intenso. Del que cuelgan las tripas, literalmente.

P. ¿Qué tal convive su propuestaen un momento en el que el arte es altavoz, también,de las tropelías que se cometen contra la sociedad?

R. El arte es política, es una actitud frente al mundo. Pero no soy un artista que haga denuncia social, mi trabajo investiga sobre la pintura. La gente puede decirme que mis rojos son fuertes como la sangre de lo que está pasando… Pueden decirme que el color también tiene un posicionamiento político, pero el rojo no es más que mi color fetiche. El espectador puede hacer lecturas que yo no me planteo.

P. ¿Y qué opinión tiene del arte descaradamente político?

R. Muchas veces no es arte. Hay algunas piezas que son interesantes, pero la mayoría de las veces no es arte porque es redundante. La abstracción no es el vehículo adecuado para expresar ideas concretas, pero repetir la misma foto tampoco aporta nada. Criticar el sistema desde el arte es una postura ingenua. El arte no transforma la sociedad, es transformado por la sociedad. Podemos pretender aportar algo, gritar, mostrar cierta incomodidad o incomprensión, pero no vamos a conseguir transformar nada.

P. El arte que se rinde.

R. No creo que una fotografía en este mundo de abundancia audiovisual vaya a afectar a nadie.

P. ¿Es que la belleza ha perdido terreno frente a la denuncia?

R. Mis cuadros tampoco creo que sean bellos.

P. Una belleza inquietante.

R. Me gusta la tensión. Evidentemente, el mundo es más feo que el arte. Si retratas mutilados, degollamientos o narcotraficantes que asesinan, como documento puede congelarte, pero como objeto artístico no te aportará gran cosa. Hacer eso en el arte es reiterativo, porque el arte siempre enseña algo más. Si se pudiera hacer sentir en la piel de la gente esa atrocidad, sería fantástico.

P. A mí me pasa cuando miro a Goya.

R. Sí, pero no cuando ves esas fotos del tío que corta el cuello y la sangre de verdad.

P. Vaya que no...

R. Estamos tan acostumbrados a la violencia… Yo cifro cuando arranca el arte contemporáneo: con las fotografías que se publicaron de las máscaras del Verdún, en la Primera Guerra Mundial. Ya no es la pistola, la bayoneta… es muerte en masa, con gas y cientos de cuerpos. Aquello transformó la forma de ver el mundo. El arte es una convención de la realidad.

P. ¿Yqué le queda por hacer al artista hoy?

R. Yo soy un artista conceptual que se expresa con la pintura. ¿Qué le queda por hacer al artista hoy? Que rueden con un vídeo cómo mata a todos sus vecinos con el cuchillo más grande que tiene en su casa.

P. ¿Lo hará?

R. No, porque me meterán en la cárcel. Además, es mejor sugerir que hacerlo. Tú ves al primer avión acercándose a la primera torre y al segundo a la otra, le pones una música adecuada y no hay una película mejor hecha que esa. No hay una performance mejor elaborada.

P. Entre Piero Manzoni y Jackson Pollock, entonces, ¿dónde se coloca?

R. Yo estoy más cerca de Manzoni. Aquello que hacía con unos tornasoles, los botes de mierda, la línea de seis kilómetros metida en un tintero me parecen artefactos que modifican la forma de pensar el arte. Pollock me parece un grandísimo pintor, pero no transforma el mundo, sino la pintura.

P. Entonces, ¿prefiere la verdad o la mentira?

R. Creo que el arte siempre tiene que sobrecoger y es una clave esencial. Hay muchas cosas muy sencillas que son poderosamente llamativas. Pero mi mecanismo no es ir a esa frialdad. Yo soy un pintor bastante barroco y muy español en ese sentido. Me gusta la tensión y el enfrentamiento entre el gesto y la geometría. La vida es demasiado corta como para tener más de una idea. Lo que haces es siempre repetir el mismo cuadro. Algunos pocos estamos dotados de suficiente virtuosismo como para intentar disimularlo.

P. ¿Se ha preguntado québusca alguien que se acerca a un museo de arte contemporáneo o un centro como éste?

R. Al arte te acercas por sensibilidad o por formación. Cuando uno se acerca a un museo quiere ver cosas que le hagan reflexionar, cosas que le emocionen, quiere pasar un rato agradable aunque lo que esté alrededor no lo sea. Pasear por una exposición que te transforme y que se agarre a las tripas, siempre produce algo. Siempre produce un efecto en el espectador, incluso cuando la obra es un tanto transgresora. Por ejemplo, me parece ridículo lo que se ha montado con las cajitas de cerillas. La obra me parece una puta mierda, pero que eso se convierta en un escándalo y que se monte la que se ha montado porque hay un sector de la sociedad que no permite pensar diferente, a estas alturas… Cada uno debe tener la liberta de pensar lo que quiera y de expresarlo como quiera.

P. ¿Cree que los museos se han convertido en un lugar de entretenimiento?

R. Tiene que ver con la entrada de dinero. Hoy los museos necesitan de ese gran público y tienen que darle el arte que demanda, lo que está de moda de acuerdo con los santurrones del arte. En unos casos sirve como altavoz de intereses comerciales y en otros, simplemente, un circo que lo que pretende es aumentar visitas. Lo importante es el volumen, no la intensidad. Ahora en España hay museos en todas partes, como setas. Son como los aeropuertos fantasmas, con edificios fantásticos y sin dotación económica, pero con el político con sus votos.

P. Dígame, ¿usted rechazaría el Premio Nacional de Artes Plásticas?

R. ¡Claro que sí! En esto siempre tiene que haber un primero. Ya lo hizo Santiago Sierra y, además, él es así. Me pareció una obra más de Santiago Sierra. Entonces, los que ahora no lo quieren recoger me parecen absurdos, porque no consigues hacer ningún ruido y encima te quedas sin la dotación económica. Los que rechacen el premio después de Santiago Sierra me parecen estúpidos.

P. ¿Todo esto es algo más que una inversión?

R. Antes los coleccionistas rellenaban un álbum de cromos con los artistas que les faltaban. Ahora son ellos los que generan un discurso sobre su propia colección y por qué coleccionan. Pero además, en estos momentos, hay un ánimo especulativo, que sólo busca dinero, y que no busca ni completar un álbum ni generar un discurso. Simplemente, cuánto se va a revalorizar este artista.

P. ¿Y el artista, qué hace ahí en medio?

R. Está metido en su taller en sus cosas y de repente suena la flauta y la galería le lanza y a los dos años has vuelto a desaparecer.

Hay artistas que no pintan pancartas. Alguno queda que, a pesar de los pesares, prefiere olvidarse de lo que ocurre en la calle y centrarse en lo que hace en su estudio. Repensar la pintura, tantas veces dada por vencida. Tantas veces finiquitada. José Manuel Ciria(Manchester, 1960) es de los que deja las reclamaciones sociales aparcadas para centrarse en la pintura, en la tensión entre la razón y la expresividad, entre el gesto y la estructura. La piel y la identidad. Porque para alguien dedicado a la abstracción es importante mudar en cada cuadro de piel para no parecer siempre el mismo. Una copia de sí mismo.

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