"Los Gobiernos tratan el teatro como un gasto y no como una inversión"

Adaptar un clásico como El Quijote es una misión suicida. Su importancia, repercusión (y extensión) hacen de la obra de Cervantes uno de esos textos de los que los dramaturgos huyen constantemente. Hay que poseer mucho valor para atreverse a llevar la novela a las tablas, pero mucho más para convertirla en una obra cuya misión principal sea acercar los textos clásicos a los más pequeños de la casa.

Eso es lo que pretende conseguir Ron Lalá con En un lugar del Quijote, una coproducción con la Compañía Nacional de Teatro Clásico que se enmarca dentro de la propuesta Mi primer clásico. Para acercarse a la obra la compañía ha decidido que lo mejor era mirarla “cara a cara” como comenta Yayo Cáceres, director de Ron Lalá, al reconocer lo inabarcable del proyecto. Y es que transformar en exceso las aventuras del hidalgo Alonso Quijano puede ser considerado una herejía por los más puristas. Es ahí donde residía el principal miedo de Cáceres y sus compañeros, en caer en un respeto excesivo por El Quijote, o como ha añadido el director literario de la pieza Álvaro Tato “Hemos querido ser respetuosos, pero no caer en la reverencia”.

Para ello se han mantenido fieles a su esencia, potenciando el humor, la ironía e incluyendo sus característicos números musicales en directo para presentar algo original y diferente. Nada mejor para conseguirlo que utilizar El Quijote como materia prima, porque como ha confesado Yayo Cáceres a El Confidencial “Nosotros pensamos que, como decía Borges, para novedades: los clásicos”.

Condensar más de 1200 páginas y conseguir mantenerse fiel a sus señas de identidad sin perder las de Cervantes, ese era el objetivo, y para alcanzarlo han tenido que sudar y realizar un proceso de “síntesis” más que de selección, como comenta Tato “elegir episodios del Quijote es un privilegio salvaje que se te da una vez en la vida, pero hemos preferido no reescribirlo, sino jugar con él. Y hemos descubierto que dentro de la obra hay un thriller, una road movie...”.

Y quién mejor para jugar con su obra que los niños, el público que según Ron Lalá mejor entenderá su apuesta ya que para ellos todo es un juego y utilizarán su imaginación para completar el texto.

En este proceso de acercamiento a la obra, la compañía ha descubierto que Cervantes y Ron Lalá se parecen más de lo que pensaban en un principio, sobre todo en la gran libertad creativa que tenía el autor y que el grupo de teatro intenta plasmar en sus libretos.

Cervantes y la crítica social

Uno de los elementos más destacables del Quijote es la visión pesimista y crítica que hace de la sociedad. Algo que hace que la obra de Cervantes entronque con la España actual y la crisis en la que se encuentra. Esta forma sutil de atacar se ha mantenido en la versión libre que presenta Ron Lalá “El discurso de El Quijote es muy actual, se mete con todo el mundo y eso hay que rescatarlo”, comenta a este periódico Yayo Cáceres, que opina que más que crítica lo que hacía el autor era poner a la gente delante de un espejo, igual que ellos sólo están reflejando lo que España está viviendo en la actualidad.

Un presente que se vislumbra muy negro para la cultura y el teatro y que Cáceres observa con mucha tristeza “por lo descarado del ataque que se está haciendo a la cultura. Los Gobiernos no tratan el teatro y la cultura como una inversión sino como un gasto. Si te fijas siempre dicen: el gasto en educación... No, perdona, será la inversión en crear un país de puta madre, con gente sana, culta y educada” añade el director.

Ron Lalá considera que la situación debe cambiar, pero para ello los ciudadanos deben movilizarse, algo para lo que también es necesario el teatro, que debe invitar a que la gente actúe.

La compañía seguirá luchando por conseguirlo, y para ello nada mejor que las más de 30 representaciones por toda España que ya tienen firmadas y el sueño de que la obra más universal de la literatura española pueda saltar el charco y llegar a EEUU.