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El escultor que susurraba a los poetas
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jaume plensa, premio velázquez 2013

El escultor que susurraba a los poetas

William Blake, Baudelaire, Goethe o Valente, poetas que proveen a Jaume Plensa (Barcelona, 1955) de los materiales con los que levantar la obra de un escultor

Foto: Jaume Plensa, en Fráncfort. (Efe)
Jaume Plensa, en Fráncfort. (Efe)

William Blake, Baudelaire, Goethe o Valente, poetas que proveen a Jaume Plensa (Barcelona, 1955) de los materiales con los que levantar la obra de un escultor reconocido por su apoyo en el cuerpo y la palabra. Curiosamente, no tuvo formación visual temprana y la huella importante la recibe de la música del piano que tocaba el padre del nuevo Premio Velázquez de Artes Plásticas de 2013. La música y los libros, palabra y música.

Plensa reconoce a este periódico que el pintor le parece uno de los grandes revolucionarios de las artes plásticas y el artista que mejor fomentó el desarrollo del espacio. La historia devuelve al pintor sevillano al primer plano y Plensa recuerda Las Meninas como una demostración de control espacial perpetuo. Pero fue con La fragua de Vulcano, donde Velázquez desarrolló su teoría escultórica más evidente, al retratar el volumen escultórico de un cuerpo en los cinco personajes principales.

Plensa también es un revolucionario, aunque prefiere hacerlo desde el silencio. Por ahí llegan sus vínculos con los poetas, obreros de la pausa. Estas son algunas claves que el artista catalán ha trabajado desde hace tres décadas:

Cuerpo. Su verdadero interés es el cuerpo. Colecciona grabados anatómicos. Pensó en estudiar medicina. Concibe la escultura como un reflejo entre uno y su cuerpo. El cuerpo ha sido el lugar común en el que han derivado sus experimentos técnicos, del hierro a la resina o el cristal. Cuerpos sin fisionomías, como una humanidad muda y anónima. Y rostros determinados por la palabra. Junto al cuerpo, el tacto. Le gusta que el espectador toque su obra. De ahí la dimensión pública y la escala con la que acomete sus trabajos.

Público. La obra de arte en el espacio público ayuda a fijar la visión del paseante que lo ocupa. De ahí que sus proyectos busquen la relación con ellos, para crear lugares de encuentro, encrucijadas en los que potenciar el espacio público como un hogar para el ciudadano. Y a fin de cuentas crear un espectáculo topográfico con las piezas. Ha trabajado en muchos proyectos en el espacio público, en todos ha querido dejar patente su voluntad de crear un lugar común para ser utilizado. Que la fórmula escultórica forme parte del tejido social. Piezas como Bridge of Light (Jerusalén), Seven Deities of Good Fortune (Tokio), As One (Toronto)…

Silencio. En casos como Love Sounds el espectador podía oír una grabación de su flujo sanguíneo, con la que planteaba que el ser humano es incapaz de experimentar el silencio total. El propio cuerpo es el principal obstáculo que lo impide, aunque no seamos conscientes de ello. El rumor sanguíneo fue grabado y reproducido para recrear uno de los momentos más primitivos del ser humano. En Roma mostró esta pieza bajo el título El sonido de la sangre habla la misma lengua, con la intención de demostrar que entre éste y el resto de sonidos no existe ninguna diferencia. Algo así como “el sonido de la humanidad”. A los pensamientos también los considera un rumor más de nuestro cuerpo. Así fue como empezó a trabajar con gongs chinos. Materia en vibración, silencio como cuerpo.

Individuo. No al individualismo, no al grupo gregario. Le interesa la asociación de individualidades, de islas que se relacionan. Cree que el mundo global es un mosaico dividido en miles de millones de individualidades, miles de millones de cuerpos, miles de millones de lugares de geografías en las que ocurren cosas.

Palabra. Es otro de los materiales con los que trabaja. Le gusta reivindicarlo, así como el papel de sus manipuladores, los poetas. A estos les considera los verdaderos revolucionarios de la sociedad. La capacidad de transformación del mundo a través de la palabra. Para ello Plensa quiere liberarlas de la “cárcel de papel”. Cortinas de palabras (Song of Songs, 2005), cuerpos de palabras tatuadas en la piel. Son estatuas vacías, hechas de letras y aire, sin rostro.

William Blake, Baudelaire, Goethe o Valente, poetas que proveen a Jaume Plensa (Barcelona, 1955) de los materiales con los que levantar la obra de un escultor reconocido por su apoyo en el cuerpo y la palabra. Curiosamente, no tuvo formación visual temprana y la huella importante la recibe de la música del piano que tocaba el padre del nuevo Premio Velázquez de Artes Plásticas de 2013. La música y los libros, palabra y música.

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