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El laberinto picassiano a través de los mitológicos minotauros
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EXPOSICIÓN EN LA FUNDACIÓN JUAN MARCH

El laberinto picassiano a través de los mitológicos minotauros

La exposición muestra la reinterpretación de esta criatura mitológica por parte del artista, 16 grabados en los que el minotauro es el protagonista

Tan grande y tan glorioso era el palacio del rey Minos de Creta que cuando los griegos llegaron a la isla tras la caída de la civilización minoica encontraron sus ruinas en Cnossos y pensaron que eran las de un laberinto. Uno en el que vivió un monstruo, mitad hombre y mitad toro, al que llamaron minotauro –el toro de Minos–, muerto a manos de Teseo con la ayuda –inestimable, todo sea dicho– de la princesa Ariadna y su célebre madeja de lana.

Es una historia fascinante tanto si queremos creernos la mitología como si no, y por eso el minotauro y su laberinto han cautivado la imaginación de los grandes artistas a lo largo de la historia. Tan grandes comoPablo Picasso, por ejemplo, que llegó a convertir el toro antropomorfo en uno de sus grandes símbolos y, con toda seguridad, en uno de los más elocuentes. Por esa razón la Fundación Juan March inaugura este miércoles en MadridLa Minotauromachie (1935): Picasso en su laberinto,una exhibición monográfica sobre el minotauro en la obra picassianaque arranca con una de las grandes obras del autor, laMinotauromaquia.

placeholder Minotauro vencido, 1933

"La exhibición parte de LaMinotauromaquiade 1935, un obra capital de Picasso y una de las más relevantes del siglo XX dentro de su género", explica aEl ConfidencialManuel Fontán, director de Exposiciones de la Fundación JuanMarch. "En torno a ella despliega otras15 obras de Picasso en las que el minotauro es el protagonistay una serie de materiales gráficos y documentales que contextualizan la relación del artista con esta criatura mitológica".

Entre estos 16 minotauros de Picasso –no es una gran exposición, matiza Fontán, sino "lo que los italianos llamarían unamostra studio"– el visitante encontrará criaturas desvalidas que recorren su laberinto con la sola guía de una niña, poderosos hombres toro derrotados y agonizantes en la arena, minotauros libinidosos que se revuelcan con mujeres y brindan con champán y otros serenos, llenos de paz, que admiran la belleza de una mujer casi como un pintor hace con su modelo.

"Como cualquier gran artistaPablo Picasso reinterpretó el mito, utilizándolo para hablar de los temas que le interesaban", explica Fontán. "No es descabellado pensar que el autor interiorizó incluso el símbolo, ya que fue un artista proteico, siempre en búsqueda y tocando todos los palos, y queél mismo se identificaba con esta figura perdida en un laberintoa medio camino entre lo humano y lo animal, lo racional y lo irracional".

Un precedente delGuernica

Un carácter ambivalente, el del hombre toro, retratado con particular elocuencia en laMinotauromaquiaque Picasso parió en 1935 y de la que existen, precisa Fontán, muy pocas copias.

Si la mayoría de escenas picassianas protagonizadas por minotauros son estampas mitológicas reconocibles, en laMinotauromaquia–un aguafuerte con rascado de grandes dimensiones–, por el contrario, el malagueñocomienza ya con la elaboración simbólica que consagraría elGuernica, pintado solo un año después y del que laMinotauromaquiaes, según los expertos, su precedente más directo.

placeholder Minotauromaquia, 1935

En laMinotauromaquia, como en elGuernica, podemos apreciar la figura de un caballo desasosegado que en este caso porta a la mujer con el pecho descubierto –en elGuernicasolo la acompaña–. Del mismo modo el toro de la obra más famosa del pintor encuentra su correlato con el minotauro del aguafuerte, que en este persigue la luz de una vela, mientras que en elGuernicala vela aparece desconectado del referente taurino. Tambiénen ambas obras veremos ventanas de las que emergen figuras femeninas. LaMinotauromaquia, además, incorpora algunos de los símbolos más duraderos en la producción picassiana, como el ramo de flores o la paloma.

Un laberinto de referentes

Es en torno a esta gran obra que la Fundación Juan March invoca otros 15 minotauros más, en este caso los que Picasso pintó en la Suite Vollard, una colección de 100 grabados que realizó entre septiembre de 1930 y junio de 1936 por encargo de su amigo Ambroise Vollard, considerada hoy uno de los mayores trabajos en grabado de la historia.

"En ella el minotauro juega un papel fundamental, representado a veces comoun híbrido entre la racionalidad y la irracionalidady en otras ocasiones como alguien vencido, derrotado", precisa Manuel Fontán.

Minotauro con una copa en la mano y mujer joven, 1933Se trata, además, de una colección que habla con elocuencia de la propia biografía artística del autor, ya que la figura "juega en papel fundamental en la producción de Picasso a partir de la década de los treinta" y fue en las piezas de la Suite Vollard cuando el malagueño comenzó a interesarse por ella.

En algunas de ellas, como enMinotauro, bebedor y mujeres, de 1935, o en laEscena báquicade 1933, el hombre toro es la figura central de una bacanal que mezcla mujeres, alcohol y al propio minotauro, encarnación aquí del hombre en su potencia sexual que, sin embargo, Picasso cuestiona también en sus tres versiones deMinotauro ciego guiado por una niña, en las que la poderosa figura es ahora un ser desvalido que necesita ayuda siquiera para moverse.

Para ayudar a comprender el papel de este mito en la propia historia del arte la Fundación Juan March presenta también "un aderezo documental" acerca del mito del laberinto y el minotauro en el arte moderno, entre ellas una primera edición deEl AlephdeJorge Luis Borges, materiales acerca de la materia procedentes de la biblioteca deJulio Cortázar–autor deRayuela, "la novela laberíntica por definición", matiza Fontán– y los 11 números deMinotaure, la revista fundada por los surrealistasGeorge BatailleyAndré Massonque tuvo uncollagedel propio Picasso por portada de su primer número.

Tan grande y tan glorioso era el palacio del rey Minos de Creta que cuando los griegos llegaron a la isla tras la caída de la civilización minoica encontraron sus ruinas en Cnossos y pensaron que eran las de un laberinto. Uno en el que vivió un monstruo, mitad hombre y mitad toro, al que llamaron minotauro –el toro de Minos–, muerto a manos de Teseo con la ayuda –inestimable, todo sea dicho– de la princesa Ariadna y su célebre madeja de lana.

Pablo Picasso