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La intimidad de Renoir, a subasta
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UNA CASA DE SUBASTAS COMERCIALIZARÁ 150 LOTES DE OBJETOS PERSONALES DEL PINTOR

La intimidad de Renoir, a subasta

Hay de todo. Desde su mismísima partida de nacimiento hasta las instrucciones manuscritas de su propio funeral. También estatuas de su propiedad, ornamentos de su casa,

Foto: La intimidad de Renoir, a subasta
La intimidad de Renoir, a subasta

Hay de todo. Desde su mismísima partida de nacimiento hasta las instrucciones manuscritas de su propio funeral. También estatuas de su propiedad, ornamentos de su casa, las gafas con las que pintó los bulevares de París y los canales venecianos y hasta un fular de seda, rojo con lunares blancos, acompañado en el mismo lote por una foto original en las que se ve al artista llevarlo y un artículo de prensa en el que se le retrata con él. Se vende hasta la medalla de la Legión de honor con la que Francia lo condecoró en 1911, con estuche y todo, y una buena cantidad de manuscritos, entre ellos una carta a su hijo Jean, por ejemplo, y otra de su colega y amigo Claude Monet. De todo, lo dicho, para el coleccionista de... bueno, de intimidades.

Es de lo que va la venta que tendrá lugar el 19 septiembre en Manhattan, Nueva York: de subastar las intimidades de Pierre-Auguste Renoir recurriendo al eufemismo, claro, del Renoir "desconocido". Con El Renoir desconocido: el hombre, el marido, el padre, el artista, que así se llama la colección, la casa de subastas Heritage Auctions, radicada en Dallas, ofrecerá a los pujadores 150 lotes de objetos que pertenecieron en su día al pintor más inclasificable del impresionismo francés y, sin duda, uno de los primeros en la propia historia del arte.

Entre estos lotes algunos con objetos propios de este tipo de transacciones en torno a la figura de un gran autor, como cartas de cierta relevancia histórica –particularmente su correspondencia con otros artistas– y obras de arte menores, pero también mobiliario, ropa, gafas, libros y ornamentos domésticos con un único denominador común: en su día formaron parte del patrimonio personal de Renoir y todos son, en mayor o menor grado, objetos personales.

Tanto como puede serlo el busto de su propio hijo, el ceramista Claude Renoir –no confundir con el Claude Renoir realizador, sobrino del primero y nieto del artista–, al que el pintor llamaba de forma cariñosa –y muy francesa– Coco. Heritage venderá en septiembre el busto de Coco Renoir, que talló su propio padre, al que la Historia recuerda por su maña con los pinceles, en uno de los pocos ejemplos que constan de su trabajo al cincel.

Entre las estatuas subastadas también podemos encontrar una de Aline Charigot, más conocida como Madame Renoir, en principio menos valiosa que la anterior –ya que el pintor la concibió y la ejecución sobre el mármol corrió a cargo del escultor Richard Guino– pero revalorizada por un detalle curioso: en ella, Madame Renoir lleva el mismo sombrero con el que su marido la inmortalizó en su célebre retrato de 1885, hoy propiedad del Philadelphia Museum of Art.

Los propietarios de muchos de estos objetos –entre los que encontramos también los documentos contables de Renoir, recortes de prensa con noticias de la carrera como ceramista de Claude coleccionados por el propio pintor y una buena cantidad de fotografías familiares– siguen siendo los descendientes que tuvo el pintor a través de sus tres hijos, Pierre, Jean y Claude. Parte de estos Renoir se mudaron desde Francia a Canadá en 1970 y se establecieron después en Texas, precisamente de donde es natural la compañía de subastas.

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Pese a que el precio de salida de estos objetos todavía se desconoce, ya que el periodo abierto para sumarse a las ventas aún no ha expirado –lo hace esta semana– y las primeras pujas online comienzan online el 17 de agosto, el evento ya levanta el interés de aficionados y expertos de todo el mundo. Una de ellas, la historiadora Barbara E. White, está escribiendo una obra titulada provisionalmente La vida íntima de Renoir y ya ha expresado públicamente su preocupación porque las cartas del pintor, de gran valor histórico, se dispersen demasiado entre los compradores.

Según la casa de subastas, en cambio, el reparto de estas valiosas cartas –además de viajes y proyectos en algunas llega a mencionar obras concretas, lo que las hace especialmente suculentas para las instituciones propietarias de los cuadros que menciona– es la única manera de venderlas. El material "es demasiado disperso como para que alguien le ponga un precio total", explicó recientemente el director de arte europeo y americano de Heritage, Brian Roughton, al diario The New York Times.

Hay de todo. Desde su mismísima partida de nacimiento hasta las instrucciones manuscritas de su propio funeral. También estatuas de su propiedad, ornamentos de su casa, las gafas con las que pintó los bulevares de París y los canales venecianos y hasta un fular de seda, rojo con lunares blancos, acompañado en el mismo lote por una foto original en las que se ve al artista llevarlo y un artículo de prensa en el que se le retrata con él. Se vende hasta la medalla de la Legión de honor con la que Francia lo condecoró en 1911, con estuche y todo, y una buena cantidad de manuscritos, entre ellos una carta a su hijo Jean, por ejemplo, y otra de su colega y amigo Claude Monet. De todo, lo dicho, para el coleccionista de... bueno, de intimidades.