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¿Tiene Arcadi Espada algún problema con la verdad?
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EL HISTORIADOR ALEMÁN BERND ROTHER REBATE LA TESIS DEL PERIODISTA: FRANCO NO AYUDÓ A TODOS

¿Tiene Arcadi Espada algún problema con la verdad?

No es mi intención polemizar con Arcadi Espada, sino, en mi calidad de historiador, respetar los hechos tal y como se produjeron y apoyado en las

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¿Tiene Arcadi Espada algún problema con la verdad?

No es mi intención polemizar con Arcadi Espada, sino, en mi calidad de historiador, respetar los hechos tal y como se produjeron y apoyado en las fuentes documentales existentes. En su respuesta del pasado sábado a mi crítica de su libro, el Sr. Espada escribe que lo que hizo Franco durante los años del nazismo fue Realpolitik, la política posible. Veamos en qué consistía la política posible de Franco.

Tomemos como ejemplo la historia de los 155 judíos españoles de Atenas. Ya en mayo de 1943, el Cónsul General de España en la capital de Grecia, Sebastián Romero Radigales, empezó a pedir a las autoridades en Madrid permiso para preparar su repatriación. La respuesta fue que no existía ningún peligro inminente.

A finales de agosto, Romero Radigales repitió su ruego. Desde Madrid no hubo contestación. En septiembre llegó un comando de Eichmann a Atenas con el fin de preparar la deportación de todos los  judíos. Otra vez Romero Radigales pidió autorización para empezar con la repatriación de los españoles lo antes posible. Pero en Madrid se tomaron esa situación de peligro inminente a la ligera: primero -se dijo al Cónsul- debería de mandar una lista completa con todos los nombres y números de pasaporte que, posteriormente, sería comprobada en el ministerio.

A la cola

Ante dicha actitud, la Comunidad española de Atenas (no solamente los judíos) envió una súplica al Gobierno de España pidiendo la repatriación inmediata. En diciembre de 1943, Madrid finalmente informó a la Embajada de Alemania de que España estaba dispuesta a acoger a los judíos españoles de Atenas, pero solamente después de que los judíos españoles de Salónica hubieran salido de España con dirección a otro país [en el artículo de este sábado]. Dicho en otras palabras,  los judíos sefardíes de Atenas estaban en la cola de la lista de espera establecida unilateralmente por España, y eso en pleno Holocausto.

La historia no acaba aquí. Una vez detenidos los 155 judíos españoles de Atenas en marzo de 1944 y transportados al campo de Bergen-Belsen, Romero Radigales envió la lista con los nombres a Madrid. Allí tardaron dos meses en repasarla y revisarla. Incluso las autoridades alemanas presionaron a España para que aceleraran el proceso. Pasó otro mes  hasta que Madrid propuso una fecha concreta para la repatriación. Entretanto, los aliados habían empezado el desembarco en Francia y el transporte terrestre entre Alemania y España quedó interrumpido.

Más tarde surgió  otra posibilidad para salvar a esos 155 judíos españoles del campo de Bergen-Belsen. Por mediación del Gobierno de los EE.UU, Suiza se declaraba dispuesta a recibirlos a todos. Una vez más, Madrid tardó en reaccionar. Pasaron dos meses hasta que España contestó y pidió a Alemania el traslado del grupo a Suiza. Pero, entonces, Alemania se negó a hacerlo  porque necesitaba todos los medios de transporte para su última ofensiva en el Oeste. El grupo tuvo que esperar en Bergen-Belsen hasta el final de la guerra.

Falta de pruebas

La historia de los 155 judíos españoles de Atenas es una historia de varias oportunidades perdidas. Perdidas por la negligencia del Gobierno de España (o como prefiere el Sr. Espada, “en nombre de Franco”).

¿Es eso una política posible? No, si el objetivo era salvar a los judíos. Sí, si el objetivo del gobierno de España era evitar lo máximo posible la entrada de judíos a su territorio. Sería muy interesante que el Sr. Espada explicara con mucho más detalle y bases documentales en qué consistía la ayuda de Franco y de su gobierno a “los judíos”. Que lo explique, no a mí, sino, por ejemplo, a la familia de Edgar y Berta Cori.

El matrimonio Cori vivía en La Haya y poseía pasaportes españoles en regla, como confirmó la Embajada de España en Berlín. También tenían en su poder los visados alemanes para la salida del país. El hecho de que Edgar Cori muriera en el campo de Buchenwald y que la pista de Berta Cori se pierda en el campo de Ravensbrück es únicamente el resultado de la decisión de la Dirección de la Seguridad (DGS) y del Ministerio de Asuntos Exteriores en Madrid por negar la repatriación de ambos, porque no estaban inscritos en el registro del consulado.

Igualmente pediría al Sr. Espada que explicase sus tesis a las familias de los 143 judíos de París con certificados de nacionalidad española que, en julio de 1943 y por orden del gobierno de España, tuvieron  que devolver estos documentos. Simplemente, porque les faltaban algunos documentos secundarios.

Decir: “Franco ayudó a los judíos perseguidos por el nazismo” es engañar a los lectores. Un periodista debe saber (y por supuesto el Sr. Espada lo sabe) que la lengua puede ser usada para camuflar y para torcer la verdad. El oficio del historiador, como el oficio del periodista, tiene como obligación utilizar la lengua para decir la verdad. Por eso pregunto al Sr. Espada, ¿por qué no se atreve a decir y escribir: “Franco ayudó a algunos pocos judíos y no a todos los judíos españoles”? ¿Tiene el Sr. Espada algún problema con la verdad?

No es mi intención polemizar con Arcadi Espada, sino, en mi calidad de historiador, respetar los hechos tal y como se produjeron y apoyado en las fuentes documentales existentes. En su respuesta del pasado sábado a mi crítica de su libro, el Sr. Espada escribe que lo que hizo Franco durante los años del nazismo fue Realpolitik, la política posible. Veamos en qué consistía la política posible de Franco.