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Lorca, poeta "cuidadoso y descuidado a la vez"
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LOS MANUSCRITOS DE 'POETA EN NUEVA YORK' REFLEJAN SUS CARACTERÍSTICAS COMO ESCRITOR

Lorca, poeta "cuidadoso y descuidado a la vez"

Los poemas de este libro están escritos en la ciudad de Nueva York el año 1929-1930 en que el poeta vivió como estudiante en Columbia University.

Los poemas de este libro están escritos en la ciudad de Nueva York el año 1929-1930 en que el poeta vivió como estudiante en Columbia University. Con una escritura irregular y algunos borrones comenzaba Federico García Lorca su Poeta en Nueva York en los originales, los mismos que presentó en el verano de 1936 para su publicación. Tacha y reescribe, encuadra, resalta y vuelve a tachar, pero mantiene algunas palabras que quiere encajar en el poema pese a todo y sigue retocando hasta que cuadran. Ya lo dijo Rolf Humpries, el editor que preparó una de las primeras versiones del poemario de Lorca en 1940 (de W.W. Norton) en la nota del traductor: "He seguido este manuscrito tan de cerca como me ha sido posible, a veces cuando no tenía la plena seguridad de que tuviera sentido […] Parece que Lorca fue un corrector muy apresurado".

Lo mismo destaca del granadino Andrew Anderson, hispanista británico que ha estudiado los originales de Poeta en Nueva York: “Era un poeta muy cuidadoso y descuidado a la vez”. Su actitud “relajada” en cuanto a la puntuación o las mayúsculas contrasta con las revisiones que hace una y otra vez para que el poema quede precisamente como él quiere. La duda de Humpries se hubiese resuelto de seguir vivo Lorca; pero ante su ausencia no quedaba otra que interpretar. El traductor mostraba inseguridad sobre el sentido de los manuscritos del poeta y la dificultad que entrañaban "textos surrealistas tan extremadamente subjetivos". Aun así, admitió que en algunas ocasiones no tuvo más remedio que "tratar de establecer el texto".

El viaje de los originales

Los poemas de Lorca viajaron de la ciudad de los rascacielos a La Habana bajo el brazo de su creador, para pasar posteriormente a España. Lorca se despidió de sus textos, sin saberlo, el día en que los depositó en la mesa de José Bergamín en la revista Cruz y Raya, días antes de que estallara la Guerra Civil. La nota que encontró el editor decía: Querido Pepe: he estado a verte. Creo que volveré mañana. Abrazos de Federico. Ese preciso momento puso fin al viaje del poemario y le hizo comenzar otro nuevo: Madrid, París, México, Londres… y de vuelta a Madrid. El paquete de papeles que Lorca dejó para Bergamín, tal y como él quería que salieran, ha dado un salto en el tiempo y hoy se publica por primera vez en una edición “casi” definitiva de Poeta en Nueva York (Galaxia Gutenberg).

No es una edición definitiva en un sentido absoluto por tratarse de un libro póstumo,  precisa su autor, Andrew Anderson. Entiende que de no haber sido asesinado Lorca y si hubiera seguido trabajando en la edición madrileña con Bergamín durante el verano y el otoño de 1936, podrían haber introducido algunos cambios. Sin embargo, la edición que se publica ahora de Poeta en Nueva York es la más fiel de todas porque se basa directamente en el original del 1935-36, que representa la última voluntad atestiguada del granadino.

El original se compone de hojas manuscritas (las portadillas de las secciones) y principalmente de copias mecanografiadas de los poemas. Después del estallido de la Guerra Civil, Bergamín se los llevó a París. Allí se dio el primer intento de publicación fallido. Pero en el proceso quedó una copia mecanografiada del original. Y Bergamín viajó con originales y copia a México D. F.

Dos ediciones con grandes diferencias

Poeta en Nueva York vio la luz en 1940 en dos ediciones que presentan grandes diferencias. Para Anderson, la edición de Norton, basada en aquella copia mecanografiada que se había elaborado en París en 1938 y que tan difícil de adaptar le resultó a Humpries, es la que siguió el texto de Lorca fielmente. Precisamente debido a su fidelidad y sumado a todo el proceso de transmisión y copia –la copia no fue revisada- la edición “tenía muchos pequeños errores”, comenta el autor.

La versión de la editorial Séneca, sin embargo, corrigió en exceso las palabras del poeta. Aunque se preparó basándose en el original de 1936 y en la copia parisina, el encargado de la edición, Emilio Prados, se tomó unas libertades con el texto “que ningún editor moderno tomaría”, explica Anderson. Bergamín, el primero que había tenido en sus manos los originales de Lorca en Madrid, era el jefe de la editorial. Aunque no tuvo responsabilidad directa en esos cambios, se le ha acusado siempre de “manipular” el manuscrito de Lorca, apunta el filólogo. Para Anderson, con la recuperación de los originales se pueden descartar esa y otras teorías, como las que consideraban que el libro se dividía en dos colecciones.

Una obra inacabada

Después de ser utilizados para la primera edición mexicana, Bergamín regaló los originales, que pasaron tiempo en México D.F. y en el municipio mexicano de Cuernavaca. Tras años desaparecidos, llegaron a Londres para ser subastados. Cuando fueron adquiridos por la Fundación Federico García Lorca, volvieron a Madrid.

Todavía hay ocho textos perdidos de los borradores de 'Poeta en Nueva York' Parece que el viaje de Poeta en Nueva York acaba, pero no su contenido, ya que aún quedan piezas de este libro por completar. Entre los primeros borradores hay todavía ocho perdidos. Poeta en Nueva York tal y como lo conocemos hoy tiene 35 poemas; 32 se compusieron en Nueva York, uno antes de su estancia en la residencia de la Universidad de Columbia y los otros dos después abandonar la ciudad. “La mayoría de éstos quedaron en poder de Lorca, pero algunos han seguido caminos dispares (Barcelona, Islas Baleares, Uruguay), siendo recuperados unos pocos”, apunta Anderson. 

Tampoco se sabe, por ejemplo, quién ayudó a Lorca a preparar el original, es decir, quién hizo las copias a máquina. El filólogo señala que se cree que fue Rafael Rodríguez Rapún, pero las investigaciones no lo han confirmado aún.

Con sus revisiones, notas aclaratorias y tachones incluidos, Lorca dejó sus textos, en el orden y forma en que él quería que fuesen publicados en la mesa de Bergamín. Dijo que volvería al día siguiente, pero se fue a Granada. Se acercaba su onomástica y la de su padre, precisamente el 18 de julio, pero además creía, según los testimonios, que estaría más seguro en Granada que en Madrid. Lorca no se imaginaba, cuando emprendió el viaje la noche del 13, que la guerra comenzaría escasos días después. Ni que el título del sexto apartado de su Poeta en Nueva York, Introducción a la muerte, se convertiría en premonitorio. 

Los poemas de este libro están escritos en la ciudad de Nueva York el año 1929-1930 en que el poeta vivió como estudiante en Columbia University. Con una escritura irregular y algunos borrones comenzaba Federico García Lorca su Poeta en Nueva York en los originales, los mismos que presentó en el verano de 1936 para su publicación. Tacha y reescribe, encuadra, resalta y vuelve a tachar, pero mantiene algunas palabras que quiere encajar en el poema pese a todo y sigue retocando hasta que cuadran. Ya lo dijo Rolf Humpries, el editor que preparó una de las primeras versiones del poemario de Lorca en 1940 (de W.W. Norton) en la nota del traductor: "He seguido este manuscrito tan de cerca como me ha sido posible, a veces cuando no tenía la plena seguridad de que tuviera sentido […] Parece que Lorca fue un corrector muy apresurado".