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Así nació la estrella de la indignación
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UNA PAREJA DE EDITORES INVENTÓ EL LIBRO DE HESSEL Y TRAS EL ÉXITO DUPLICÓ LOS SALARIOS

Así nació la estrella de la indignación

Stéphane Hessel sólo es el final de la leyenda del acontecimiento editorial “¡Indignaos!”. La historia arranca en una pequeña editorial de Montpellier. Muy pequeña, tan pequeña

Foto: Así nació la estrella de la indignación
Así nació la estrella de la indignación

Stéphane Hessel sólo es el final de la leyenda del acontecimiento editorial “¡Indignaos!”. La historia arranca en una pequeña editorial de Montpellier. Muy pequeña, tan pequeña que cabe en un apartamento, en una habitación, en un ordenador. Minúscula. Una empresa de dos, un matrimonio: Sylvie Crossman, antigua corresponsal de Le Monde en EEUU y Australia, y Jean-Pierre Barou, uno de los fundadores del diario Libération y editor de filosofía para una gran editorial. Hace algo más de quince años lo dejaron todo y fundaron Indigène (Indígena), editorial respetada por sus títulos sobre las culturas primitivas.

Dos pequeños grandes editores al borde de la ruina, que en una convención de miembros supervivientes de la resistencia atendieron al atinado discurso del famoso Hessel, fallecido el pasado miércoles. Afuera, Francia ardía de ira e indignación. La amenaza se cernía sobre el Estado de bienestar y la calle se levantaba contra su extinción. Los reflejos de Sylvie y Jean-Pierre reaccionaron en el momento: había que inventarse un libro que recogiera ese malestar y apuntara qué hacer.

La editorial no daba para más de 700 euros al mes. Sí, eran felices, pero tenían hijos. El éxito de ¡Indignaos! les ha sacado absolutamente de dónde estaban. Sólo en Francia han vendido tres millones de ejemplares y aunque el volumen de negocio es muy bajo (se vende a menos de siete euros), han despachado los derechos del libro a más de 30 países. Y por lo que ha podido saber este periódico, la pareja se maneja muy bien atando los contratos. El contable les prohibió vender a dos euros como pretendían.  

Cuestión de músculo

Las ganancias no tocan al autor, porque Hessel decidió no cobrar derechos de autor: ha donado todo lo que le corresponde al Tribunal Russell sobre palestina (del que Hessel es presidente de honor) y al Collegium International, un think tank para el desarrollo internacional. Por su parte, los editores, después del éxito, duplicaron el salario de sus colaboradores.   

Volvamos al púlpito desde el que Hessel avisó a los jóvenes que debían defenderse o perderían todas las conquistas sociales. Les increpó, tenían “el deber de indignarse”. Estaban cerca del título. Unos tienen el músculo y otros el dinero. Hablamos de un caso de músculo, hablamos de un éxito sin precedentes. De los reflejos de unos editores especializados en antropología metiéndose en harina de otro costal. Quizás en el espíritu de resistencia cultural esté el vínculo.

Sin ellos Hessel no habría escrito ¡Indignaos!, seguiría siendo el héroe de la resistencia; sin Hessel ¡Indignaos! sería otro título más. El honorable Hessel tenía 93 años y, a pesar de ello, dijo sí. Redactaron el texto a partir de tres entrevistas que él corrigió y aprobó. La iniciativa no siempre ha sido reconocida, pero así nacieron las 32 páginas más explosivas de los últimos años. ¿Siglos?

“Para comparar un fenómeno literario similar tendríamos que remontarnos a 1848, y ya sabes qué se publicó entonces”, habla Ramón Perelló, editor de Destino, el sello del grupo Planeta que también estuvo atento y maniobró antes que nadie para llevarse los derechos de un gigante minúsculo, que había nacido con una primera tirada de 5.000 ejemplares y se multiplicaba con el paso de las semanas.

Revolución editorial

En menos de un mes los números del libro eran escalofriantes, superaba el medio millón de ejemplares. Francia alimentó el éxito de un panfleto entre exclamaciones cuya aspiración era pasarse de mano a mano. Habían creado un nuevo género, el libro como arma no violenta. Personal y transferible. No hacía falta ni lomo. Aquello fue un éxito de grapa sin precedentes. El sector acusaba a Indigène de precios tan baratos como peligrosos, poco menos que amenazaban con hundir la industria para la competencia. Para una editorial de dos publicar a tres euros, significa vivir a tres euros. Para una editorial grande, vivir de tres o seis euros es insostenible.   

En Destino apareció la primera edición en febrero de 2011. Salieron con 45.000 ejemplares, aunque su editor no estaba convencido. Perelló recuerda que fue la división de marketing quien tomó la decisión de salir con 20.000 ejemplares más de los que él proponía. A las 48 horas del lanzamiento ordenaban la primera reimpresión de 80.000 ejemplares. A los 10 días la tercera, con 100.00 ejemplares. Y así hasta hoy, que ha llegado a la cifra de 400.000. La noticia del fallecimiento vació las estanterías de las librerías de los ejemplares sueltos que quedaban. Destino reimprimió el mismo día una nueva edición para satisfacer el nuevo pico.

Y para el próximo 20 de marzo nuevo título en la calle: ¡No os rindáis!, del que la editorial dice que “reflexiona y aporta nuevas propuestas para seguir adelante, para no dejarnos avasallar por los profetas de la catástrofe, y para evitar que el futuro de los españoles, sobre todo de los jóvenes, lo escriban los nuevos dioses del siglo XXI: los mercados financieros y sus agentes políticos gubernamentales”. El libro lo escribe ayudado por el periodista y escritor Lluís Uría.

La clave del libro es la singularidad del personaje, afirma el editor. “Los mensajes son muy sencillos, podrían estar firmados por cualquiera, pero estaban firmados por alguien con autoridad moral”, he ahí el valor del libro. 

Stéphane Hessel sólo es el final de la leyenda del acontecimiento editorial “¡Indignaos!”. La historia arranca en una pequeña editorial de Montpellier. Muy pequeña, tan pequeña que cabe en un apartamento, en una habitación, en un ordenador. Minúscula. Una empresa de dos, un matrimonio: Sylvie Crossman, antigua corresponsal de Le Monde en EEUU y Australia, y Jean-Pierre Barou, uno de los fundadores del diario Libération y editor de filosofía para una gran editorial. Hace algo más de quince años lo dejaron todo y fundaron Indigène (Indígena), editorial respetada por sus títulos sobre las culturas primitivas.