Una retrospectiva repasa en el MACBA la obra de Francesc Torres desde los 60

Una amplia exposición retrospectiva recorre en el MACBA la obra del artista Francesc Torres desde finales de los años sesenta hasta el momento actual, realizada en sus largas estancias en París, Nueva York, Berlín y Barcelona.

Pionero del lenguaje de la instalación, Francesc Torres (Barcelona, 1948) reflexiona críticamente sobre las diversas manifestaciones de la cultura, la política, la memoria y el poder a través de sus instalaciones multimedia, que le conceden un lugar singular en el arte de las últimas décadas.

En el museo se exhiben sus primeras instalaciones propiamente dichas: Construction of the Matrix (1976), que presentó poco después de la muerte de Franco en la 37 Bienal de Venecia, y Accident (1977).

En la primera, una obra de dimensión modesta, Torres evoca la relación profunda entre ideología y violencia: sobre un montículo de tierra hay dos lámparas de flexo que iluminan dos libros, un Nuevo Testamento y El Capital, de Marx, rodeados por centenares de casquillos de bala de máuser, y sobre el montón se proyecta la imagen de una figura humana acurrucada en posición fetal.

La retrospectiva del MACBA, abierta al público hasta el 28 de septiembre, abarca también obras de reciente producción y aspectos inéditos o poco conocidos de su trabajo, como la influencia de la práctica poética en su obra, sobre todo de Joan Brossa, y, de manera destacada, la importancia del dibujo y del trabajo sobre la imagen que vincula a Torres con el lenguaje pictórico.

El comisario de la exposición, Bartomeu Marí, ha recordado que Torres ha desarrollado fuera de España la mayor parte de su carrera: a finales de los sesenta en París con el escultor Piotr Kowalski; entre 1972 y 2002 en Estados Unidos, y a finales de los 80 en Berlín, una circunstancia que ha determinado que su obra haya sido poco difundida en España.

A finales de los 60, Torres fue testigo directo de propuestas de artistas que reaccionaban frente al minimalismo, y de ahí el uso que hizo de "sistemas orgánicos y materiales naturales como metáfora de la objetividad y del control sobre los elementos". También entra en escena la fotografía como soporte documental, como ocurre en Sculpture for Determining Perfect Horizontality (1968) o Suspension nº 2 (1969).

Su interés científico le llevó a documentar procesos en los que participaba el azar, como en la serie Reflexión I, II, III (1969) o en obras posteriores como Dos distancias o Dos diagonales (1972).

Paulatinamente, el paisaje urbano adquirió protagonismo, como en Triángulo imaginario delimitado por el sol (1972), lo que anuncia un giro hacia una posición más subjetiva en una serie de obras de principios de los 70 como Occupation of a given space through a human action (1973), en la que explota la 'performance' con su propio cuerpo, en sintonía con artistas como Burden o Acconci.

En la muestra se pueden ver dos de las obras que suponen una ruptura respecto a los materiales utilizados hasta entonces, An Attempt to decondition myself (1974) y Almost like sleeping (1975).

La Guerra Civil española y la dictadura de Franco como expresión de la violencia universal y atemporal se encuentra a lo largo de su trayectoria en obras como Residual regions (1978), Belchite/South Bronx (1988) y Oscura es la habitación donde dormimos (2007).

Al contrario del panorama general del arte, en los años 80, el arte de Torres es realista y está íntimamente ligado a la esfera de la conciencia colectiva.

Torres aparece como "pintor de la historia" a través de temáticas constantes en su vocabulario: la máquina, la velocidad y la figura prehistórica de una venus, combinadas con la lógica del collage y la alteración de la imagen mediática.