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Polvos y lodos de la historia de España
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Polvos y lodos de la historia de España

En pocas ocasiones se puede encontrar un título tan desacertado para un libro; un título que, siendo impuesto por la editorial según criterios meramente comerciales, se

En pocas ocasiones se puede encontrar un título tan desacertado para un libro; un título que, siendo impuesto por la editorial según criterios meramente comerciales, se ve rebatido en la primera página, pues el autor se ha visto obligado a incluir un Prólogo que explique el contenido real de su obra, en absoluto frívolo. Cabría imaginar, a la vista de la cubierta impresa, una serie de relatos más o menos obscenos pero nos encontramos un ensayo, de tradición marañoniana -de Gregorio Marañón, un nombre que, para el grueso de la población, es una estación del Metro madrileño-, en torno a la relación entre la historia de España y la sexualidad, entendida en sentido lato.

No quiere decir ello que se trate de un libro aburrido, ni mucho menos. Además de incluir numerosas anécdotas picantonas, está escrito con el estilo ágil y desenvuelto al que José Ignacio de Arana nos tiene acostumbrados -Diga treinta y tres, Historias curiosas de las guerras- pero es, además, profundo e informativo y se toma muy en serio tanto su contenido como al destinatario del relato. Por supuesto, no se queda en los polvos aunque haya algunos de importancia histórica, como el que acometió el rey visigótico don Rodrigo con la hija del conde don Julián y que, según la tradición, llevó a la pérdida de España. Resultó ser el polvo más caro de la historia.

Pero, decíamos, el trabajo de Arana es más amplio, pues parte de una definición de sexualidad que, tal y como explicó Sigmund Freud, no se reduce al ámbito genital ni mucho menos al coito. Por ejemplo, hay un capítulo dedicado a la Monja Alférez, que era virgen -un gran no-polvo de nuestra historia-, otro a la fortuna diversa de bastardos reales, y la última parte -ingeniosamente titulada “Cama revuelta”- contiene aproximaciones a temas sexuales tan variopintos como los afrodisíacos o a las prostitutas que protagonizan el cuadro fundacional del arte contemporáneo, Las señoritas de Avinyó [sic].

A la hora meterse en harina, como Jack Nicholson y Jessica Lange, Arana imita a la naciente literatura europea de los Arcitpreste de Hita, Geoffrey Chaucer o Giovanni Boccaccio, y comienza por los relatos de eclesiásticos libertinos, “santos y no tan santos”. Pero el momento que todos esperan llega en el capítulo tercero, el fornicio de reyes y reinas. Al margen del morbo que suscitaron ayer y suscitan hoy, son los polvos más relevantes porque en las camas de los reyes se tejían numerosas decisiones políticas que afectaron a nuestros antepasados y, por ende, a nosotros mismos. De la lectura de este capítulo se deduce la importancia histórica de la sexualidad, tal y como afirma Arana en el Prólogo: “en muchas ocasiones [la Historia] se verá truncada o desviada en su curso por causa precisamente de circunstancias derivadas de la actividad sexual”.

LO MEJOR: No se queda en mero catálogo de ‘polvos’.

LO PEOR: Aunque no pretende ser exhaustivo, se echa en falta un capítulo dedicado a la vida sexual de Fernando VII.

En pocas ocasiones se puede encontrar un título tan desacertado para un libro; un título que, siendo impuesto por la editorial según criterios meramente comerciales, se ve rebatido en la primera página, pues el autor se ha visto obligado a incluir un Prólogo que explique el contenido real de su obra, en absoluto frívolo. Cabría imaginar, a la vista de la cubierta impresa, una serie de relatos más o menos obscenos pero nos encontramos un ensayo, de tradición marañoniana -de Gregorio Marañón, un nombre que, para el grueso de la población, es una estación del Metro madrileño-, en torno a la relación entre la historia de España y la sexualidad, entendida en sentido lato.