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Sexo, paranoia y expresionismo contemporáneo
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Sexo, paranoia y expresionismo contemporáneo

Un espacio pequeño y cerrado, asfixiante; una pareja permanentemente desnuda, permanentemente ansiosa y carnal; una ciudad hostil; un individuo paranoico y priápico. Con estos ingredientes se

Un espacio pequeño y cerrado, asfixiante; una pareja permanentemente desnuda, permanentemente ansiosa y carnal; una ciudad hostil; un individuo paranoico y priápico. Con estos ingredientes se construye, capa a capa, La cebolla de Antonio Moresco. El escritor lombardo, enfant terrible de las letras italianas -enemigo de Calvino, Eco o Baricco- y también, por ello, autor de culto, tiene en este relato algo más que erótico su debut novelístico en castellano, con traducción de Piero da Bon quien también cierra el volumen con una Tentativa acertada pero pedantísima y conceptualmente recargada.

De los protagonistas no conocemos ni el nombre. La novela comienza con su llegada a una ciudad también innominada, en la que parece que el personaje masculino ha vivido tiempo atrás, pero de la que tuvo que huir por un motivo desconocido. Aparece aquí un fuerte contraste que marca el relato ya desde el arranque, y es que los protagonistas son cáscaras huecas, perfectos engendros conductistas, mientras que la prosa del narrador es abrasivamente detallista, hasta la pornografía. Tal prolijidad no sólo se cierne sobre las relaciones físicas íntimas de la pareja, sino especialmente sobre las paranoias del protagonista masculino, aquejado de manía persecutoria y adicción al sexo.

El estilo del narrador es claramente expresionista, por lo que en muchos momentos el lector cree tener entre manos una novela de los años treinta del siglo XX. La estética es feísta y grosera, con imágenes sexuales y orgánicas -“noche esfintérica”, “olor concentrado y potente de la gran vulva nocturna”, “luz intestinal”-. De hecho, Da Bon acierta escandalosamente cuando habla de la “viscosa corporalidad” de la novela.

Lo más llamativo es su desaforada sexualidad. La pareja se recluye en una diminuta habitación, un nicho cerrado al mundo que tiempo atrás era mayor pero la propietaria dividió para alquilar dos estudios en vez de un apartamento. Con ello se subraya la fragmentación del inviduo contemporáneo, al tiempo que se acrecienta la sensación de asfixia -con constantes alusiones al hedor genital del espacio y las dificultades para respirar del protagonista-. El hombre irá escalando peldaños de excitación sobre una mujer que se vuelve más y más pasiva conforme va perdiendo interés en la relación sexual, aumentando la tensión entre ambos hasta el clímax final en el que la cebolla cobra protagonismo.

Ésta, en tanto que símbolo de la fecundidad y de la vida, convertirá las patologías mentales del hombre -paranoia y satiriasis- en lo que Da Bon denomina “codicia fecundadora”, una huida hacia delante para un personaje cuyo destino es claramente nefasto. El mundo en el que habita es apocalíptico, plagado de enfemedad, dolor, obsesión; la amenaza es permanente, la salida no es posible. Su ansia autodestructiva arrastra a su pareja y tiene en el sexo turbio un escape que es, al tiempo, una forma de diseminar su enfermedad, de contagiar el presente de su propia desesperanza. Su “codicia fecundadora” será la prolongación del castigo para ambos: “mientras tanto, en su interior, brotando de su minúsculo corazón ácido, la cebolla comenzaba ya a formarse, le rebanaba el útero con sus membranas carnosas, suculentas”.

LO MEJOR: La atmósfera tensa y febril que atosiga al lector haciéndole partícipe de la locura del protagonista.

LO PEOR: El expresionismo no es precisamente una corriente novedosa.

Un espacio pequeño y cerrado, asfixiante; una pareja permanentemente desnuda, permanentemente ansiosa y carnal; una ciudad hostil; un individuo paranoico y priápico. Con estos ingredientes se construye, capa a capa, La cebolla de Antonio Moresco. El escritor lombardo, enfant terrible de las letras italianas -enemigo de Calvino, Eco o Baricco- y también, por ello, autor de culto, tiene en este relato algo más que erótico su debut novelístico en castellano, con traducción de Piero da Bon quien también cierra el volumen con una Tentativa acertada pero pedantísima y conceptualmente recargada.