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'Casablanca': de película de propaganda bélica a mayor romance del cine
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'Casablanca': de película de propaganda bélica a mayor romance del cine

La película Casablanca, de cuyo estreno se cumplen este lunes 65 años, mantiene el mismo poder de fascinación que entonces, pero el film se percibe de

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'Casablanca': de película de propaganda bélica a mayor romance del cine

La película Casablanca, de cuyo estreno se cumplen este lunes 65 años, mantiene el mismo poder de fascinación que entonces, pero el film se percibe de muy distinta manera y mientras hoy se ve, ante todo, como una historia romántica, en 1942 lo que más se apreció fue su mensaje político.

Casablanca ocupa el primer puesto en la lista "mayores historias de amor" del cine elaborada por el Instituto Americano del Cine (AFI), por delante de películas cuyo argumento gira exclusivamente en torno a un romance como Love story o An Affair to remember. Pero Casablanca, como su nombre indica, es, en primer lugar, la historia de un microcosmos que reflejaba la situación creada por la Alemania nazi en Europa y en el norte de África.

En esa ciudad del protectorado francés de Marruecos que dependía del régimen de Vichy, se dan cita refugiados de toda Europa que esperan, en una especie de limbo, un permiso para volar a Portugal y de allí a la tierra prometida: Estados Unidos.

La nacionalidad de los habitantes de ese microcosmos no es fruto de la casualidad: los refugiados y resistentes son de Centroeuropa, los franceses mantienen una actitud ambivalente de complicidad sin convicción con los nazis, los villanos son alemanes o italianos.

El protagonista americano, Rick, un ex combatiente de la Guerra Civil española convertido en cínico dueño de club nocturno interpretado por Humphrey Bogart, pasa de una actitud indiferente a implicarse en el conflicto y a ayudar la causa aliada. La intervención de Rick permite que triunfe una operación de la resistencia y la historia es una metáfora de lo que EEUU podía lograr si abandonaba el aislacionismo.

Un día después de Pearl Harbor

El proyecto de Casablanca se empezó a gestar el 8 de diciembre de 1941 -al día siguiente del ataque japonés contra Pearl Harbor y el mismo día en que EEUU entró en guerra- cuando los autores de la obra de teatro en la que se basó luego el guión, enviaron una copia a los estudios Warner que, como el resto de la profesión en Hollywood, andaban buscando material para producir filmes patrióticos.

Tras visualizar Casablanca, la Oficina creada por el Gobierno para controlar que las películas "ayudaran a ganar la guerra", hizo un informe muy positivo que señalaba que el film, entre otras cosas, mostraba a "Estados Unidos como un refugio para los oprimidos". Asimismo subrayaba que el personaje de Rick, quien renuncia a la mujer amada para que esta siga al jefe de la resistencia y así favorecer la causa, "muestra que el deseo personal se debe subordinar al objetivo de derrotar el fascismo".

En el informe se valora también el que ese personaje sea presentado como alguien que en el pasado "luchó con las fuerzas leales en España...lo que ayudará al público (estadounidense) a entender que nuestra lucha no empezó con Pearl Harbor".

En los años de guerra Hollywood produjo más de 2.000 películas que servían más o menos de propaganda bélica, pero Casablanca destacó desde un principio porque no es ni una historia de guerra, ni de espionaje propiamente dichas, y por la calidad de todos sus elementos desde la fotografía a los ocurrentes diálogos.

El guión de Casablanca ha sido elegido el mejor de la historia del cine por la asociación de guionistas de Hollywood, y seis de sus réplicas figuran entre las cien más logradas. Esto, habida cuenta que en la escritura del guión intervinieron al menos tres guionistas, amén del director Michael Curtiz y otros responsables, y que el film se escribió prácticamente a la par que se rodaba, se considera un milagro.

La película Casablanca, de cuyo estreno se cumplen este lunes 65 años, mantiene el mismo poder de fascinación que entonces, pero el film se percibe de muy distinta manera y mientras hoy se ve, ante todo, como una historia romántica, en 1942 lo que más se apreció fue su mensaje político.