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El guitarrista gaditano arrancó a los presentes una ovación monumental tras otra en el Tokyo Metropolitan Art Space, apoyado por la cantaora Montse Cortés e Israel Suarez.
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El guitarrista gaditano arrancó a los presentes una ovación monumental tras otra en el Tokyo Metropolitan Art Space, apoyado por la cantaora Montse Cortés e Israel Suarez.

Paco de Lucía retomó el miércoles la guitarra tras ocho meses de pausa y emocionó al auditorio del Tokyo Metropolitan Art Space, donde hubo ojos humedecidos

Foto: El guitarrista gaditano arrancó a los presentes una ovación monumental tras otra en el Tokyo Metropolitan Art Space, apoyado por la cantaora Montse Cortés e Israel Suarez.
El guitarrista gaditano arrancó a los presentes una ovación monumental tras otra en el Tokyo Metropolitan Art Space, apoyado por la cantaora Montse Cortés e Israel Suarez.

Paco de Lucía retomó el miércoles la guitarra tras ocho meses de pausa y emocionó al auditorio del Tokyo Metropolitan Art Space, donde hubo ojos humedecidos y calificativos de "genial". Venido de Cancún (México), donde reside, el guitarrista gaditano fue recibido en el escenario con una ovación monumental, que se repitió puntualmente al final de cada canción. Hacía cuatro años que la leyenda de la guitarra no visitaba Japón y entre el auditorio se encontraban intérpretes de música clásica y compositores de jazz, además de empresarios y los incondicionales de siempre, que le han ganado a Tokio el merecido apodo de "la capital asiática del flamenco". La primera parte del concierto, cuando aún no figuraban ni el piano, ni la armónica, ni el bajo y la única guitarra en el escenario era la de Paco, estuvo compuesta por una rondeña, una soleá, unas alegrías y una bulería minera.

En el escenario, iluminado con el sobrio colorido de un bar de jazz, las únicas concesiones a lo típico fueron el chaleco negro y la camisa blanca de Paco, además un mantón de organza que se convertía en un par de alas cuando la cantaora Montse Cortés levantaba los brazos en medio de algún palo.

En la segunda parte hubo bulerías, tangos, el Zyryab árabe y el "Palenque", un ritmo que, según la otra cantaora, La Tana (Victoria Santiago), "es una rumba, pero para saber de dónde es hay que preguntarle al maestro".

Aunque al cerrar el concierto con la melodía de resonancias árabes, Paco de Lucía se masajeó y se miró la muñeca izquierda insinuando fatiga, el público fue inclemente y lo hizo volver al escenario con un aplauso atronador y firme que parecía que iba a durar todo lo que fuera necesario.

Con Paco en el escenario, la ovación se apagó y fue cuando los pocos que quedaban por vibrar soltaron el llanto. "El Piraña" (Israel Suárez) empezó con una solemne introducción de cajón que a nadie le era familiar, hasta que de pronto empezó a notarse una melodía que de haber sonado en otra parte hubiese sido rota por gritos y aplausos.

Al escuchar Entre dos aguas vestida con un arreglo de lujo, con resonancias moras, americanas y brasileñas, el educado público de Tokio hizo gala de su conocido autocontrol y esperó hasta el final para estallar.

Un espectador español dijo que los dos japoneses que estaban a su lado tenían los ojos humedecidos. "Literalmente entre dos aguas", le comentó alguien que lo escuchó.

"!Maravilloso! ¡Y todo sin partitura!", exclamó un japonés perteneciente a un grupo que había sido invitado por Yoko Nishi, ejecutiva de una empresa televisiva y aprendiz de cantaora en sus ratos libres. "Ahora entiendo porqué me decían que era genial", dijo otro miembro del animado grupo, quien confesó estar impresionado con la claridad de sonido de la interpretación en directo del músico español, "similar al de las grabaciones digitales" que tiene en su casa.

La representante en Japón de la Sociedad General de Autores de España (SGAE), Hiroko Matoba, dijo que hacía tiempo no veía a tocar a Paco y había quedado deslumbrada con su frescura. En el vestuario, Paco se cambió a vaqueros, se tiró en un sofá y exclamó: "Estoy muerto". Los ocho meses de pausa habían sido sin tocar, literalmente, la guitarra.

Paco de Lucía retomó el miércoles la guitarra tras ocho meses de pausa y emocionó al auditorio del Tokyo Metropolitan Art Space, donde hubo ojos humedecidos y calificativos de "genial". Venido de Cancún (México), donde reside, el guitarrista gaditano fue recibido en el escenario con una ovación monumental, que se repitió puntualmente al final de cada canción. Hacía cuatro años que la leyenda de la guitarra no visitaba Japón y entre el auditorio se encontraban intérpretes de música clásica y compositores de jazz, además de empresarios y los incondicionales de siempre, que le han ganado a Tokio el merecido apodo de "la capital asiática del flamenco". La primera parte del concierto, cuando aún no figuraban ni el piano, ni la armónica, ni el bajo y la única guitarra en el escenario era la de Paco, estuvo compuesta por una rondeña, una soleá, unas alegrías y una bulería minera.