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  1. España

así capturaron al terrorista

Una agente de incógnito y con muletas fue la mujer que identificó a Josu Ternera

En un tiempo récord rastrearon hospitales, centros médicos más pequeños y hasta consultas particulares y dispensarios en la zona en la que creían que el exmiembro de ETA podía aparecer

Imagen de Josu Ternera, justo antes de la detención. (EC)

A Josu Ternera la Guardia Civil le tenía ganas desde hace años. Los agentes del Servicio de Información han rastreado su pista en el País Vasco francés, Sudamérica, Bélgica, Suiza y Sudáfrica, entre otros lugares. Desbrozaban las dudas y el ruido de cada línea de investigación hasta dejarla limpia. Solo cuando la habían iluminado entera alcanzaban la certeza de que la pista que les había conducido hasta el país de turno era falsa. Hace menos de una semana, el Servicio de Información de la Benemérita supo que un terrorista de la antigua ETA acudiría a un centro médico. Podía ser verdad o no. Podía tratarse de otra falsa alarma, pero como siempre, los investigadores decidieron poner todas sus energías e ímpetu. ¿Y si esta vez era la buena? Acumulaban el deseo de dar algo de consuelo a las familias de sus víctimas, de todas, especialmente a los niños, y reparar el honor de los pequeños que fueron asesinados por ETA en el atentado de la casa Cuartel de Zaragoza de diciembre de 1987. Por todos ellos la operación fue bautizada como Infancia Robada.

Solo conocían la fecha de la visita médica, jueves 16 de mayo. Del lugar solo sabían que se trababa de una vasta región de cientos de kilómetros cuadrados en los Alpes franceses. Eso era todo. La hora y el centro médico concreto al que asistiría eran un misterio para los investigadores. Ni siquiera tenían la absoluta certeza de que iban a cazar al sangriento Josu Ternera. Lo sospechaban, pero no había seguridad ninguna.

Josu Ternera llevaba huido desde 2002.

Solo había una forma de usar con destreza los escasos datos que tenían. Eran conscientes que se trataba de buscar un solo pez en un océano, pero a los agentes se les ocurrió una idea. Apostar a todos los números de la ruleta. Solo así podían rondar el éxito, porque a nadie se le escapa que Josu Ternera podía cambiar de planes en el último momento por cualquier nadería. ¿Qué hicieron? ¿Cuál fue el plan? En un tiempo récord rastrearon hospitales, centros médicos más pequeños y hasta consultas médicas particulares y dispensarios en la zona en la que creían que podía aparecer. ¡Se contabilizaron decenas y había que vigilarlos todos! El despliegue de control que se realizó fue enorme, tanto por lugares como por efectivos sobre el terreno. En cada uno de esos centros médicos, se desplegaron equipos conjuntos de la Guardia Civil y Policía francesa. En las reuniones de preparación de los equipos que iban a posicionarse sobre el terreno se memorizaron los rostros de los terroristas todavía en libertad y sus características físicas, haciendo especial hincapié en Josu Ternera.

Y llegó el momento. Los responsables de Guardia Civil apostaban a que de producirse algún movimiento, este sería por la mañana. Normalmente es cuando se acude a consulta. No se confundieron. Se vigilaban centros y alrededores. Fue una mujer la que dio la voz de alarma al filo de las ocho de la mañana. Esta agente sobre el terreno iba disfrazada de enferma, concretamente llevaba unas muletas y se movía con dificultad cerca de la rampa de entrada de un aparcamiento próximo a un centro médico. Su tarea era tener controlada esa vía de acceso. Fue ella la que vio aparecer el coche y la que identificó sin género de dudas al copiloto del vehículo a pesar de que cubría su cabeza con una gorra negra y escondía sus ojos detrás de unas gafas de pasta. Era Josu Ternera.

La voz de alarma movilizó a todo el equipo que se lanzó sobre él en el momento propicio para que no pudiera escapar. Permitieron que aparcase, que el conductor desconectara la llave y que el copiloto saliese de vehículo para abordarle. "Queda usted detenido", le espetaron apuntándole con sus armas. Josu Ternera contestó en francés, haciéndose el loco: "Esto es un error", esgrimió interpretando desconcierto. "No entiendo a qué viene esto. Ustedes se han debido de confundir", pero un agente cortó de raíz la pantomima: “Usted es José Antonio Urruticoechea Bengoechea y queda detenido". Josu Ternera, con botas de trekking, pantalones de montaña grises y chubasquero oscuro, bajó la cabeza derrotado y reconoció que sí, que era él y que su fuga había acabado.

El despliegue de control que se realizó para encontrar al terrorista fugado fue enorme, tanto por lugares como por efectivos sobre el terreno

No iba armado, pero sí le encontraron 4.000 euros en un bolsillo. Tenía la intención de pagar en efectivo la prueba médica a la que se iba a someter para no dejar rastro, porque Josu Ternera, que jamás ha hecho amago de entregarse y confesar, tiene siempre presente que es un fugitivo y que debe ocultar la estela que deja. Por eso vivía en un refugio de invierno en una zona de pistas de esquí. Al lugar solo se podía llegar andando y él tenía unas vistas privilegiadas de lo que ocurría a su alrededor. El lugar idóneo para vigilar si alguien se acercaba. Se había instalado allí recientemente porque desde hace años es un itinerante.

Quedan más de 30 asesinos sueltos. Algunos están en paradero desconocido, otros se esconden en Venezuela, Cuba y Bélgica. La Benemérita ha localizado a unos pocos allí, pero estos países se niegan a detenerlos y entregárselos a las autoridades españolas. De Venezuela y Cuba, debido a sus regímenes políticos, los investigadores se lo podían esperar, pero lo de Bélgica es porque no confían en nuestro sistema de Justicia. Aun así los investigadores del Servicio de Información persistirán en su empeño y detendrán cuando puedan, independientemente del momento político o electoral que se viva en España, porque tratar de capturar a los asesinos sueltos, se hace cuando se puede, no cuando se quiere.

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