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1918, las guerras y el Valle de los Caídos
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SIN IRA Y CON PACIENCIA

1918, las guerras y el Valle de los Caídos

Se dice que el hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra. ¿Estaremos en condiciones de investigar acerca de nuestros errores a lo largo de la historia?

Foto: Vista general del Valle de los Caídos. (Reuters)
Vista general del Valle de los Caídos. (Reuters)

Mientras se celebra el centenario del fin de la Primera Guerra Mundial, me encuentro investigando su inicio y, en general, el de las guerras, un trabajo que forma parte de un proyecto mayor: comprender los mecanismos psicológicos de la historia humana. La reiteración de los errores hace pensar que los humanos somos incapaces de aprender de las experiencias pasadas y, sin embargo, son la única fuente de conocimiento que tenemos.

Por eso, vale la pena hacer un esfuerzo para intentar aprovechar la historia. ¿Por qué estalló esa guerra? ¿Tomó alguien la decisión o los acontecimientos se desarrollaron fuera de control? Es cierto que funciona lo que denomino 'efecto embotellamiento'. Ninguno de los conductores que quieren salir temprano para disfrutar de vacaciones desea sufrir un atasco, y, sin embargo, sus decisiones lo producen. ¿Ocurre lo mismo con los hechos históricos? ¿Son efectos no intencionados? ¿No se podrían, sin embargo, prever?

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En el preámbulo de la Carta Fundacional de la Unesco se afirma: "Puesto que las guerras nacen en la mente de los hombres, es en esta donde deben erigirse los baluartes de la paz". Pero no indica cómo se produce ese nacimiento. De ahí mi interés en hacer una 'psicología de la historia'.

Reacciones en cadena

En 1910, como muy tarde, la idea de que la guerra iba a estallar estaba muy extendida. Los países aumentaban espectacularmente sus presupuestos militares. Los estados mayores preparaban sus estrategias. Y mucha gente la esperaba con entusiasmo. "¡Como anhelo la Gran Guerra! [escribía Hilaire Belloc, un escritor católico y conservador] Barrerá Europa como una escoba".

En la Universidad de Cambridge, Esher, uno de los reformadores del ejército británico, afirmaba que "quien no valorara los aspectos poéticos y románticos de la guerra, demostraba tener un espíritu débil y una imaginación empobrecida". En Alemania, Max Scheler consideraba la guerra como una pugna espiritual. El 28 de junio de 1914, el heredero del trono de los Habsburgo fue asesinado en Sarajevo. El 28 de julio, Austria-Hungría declaró la guerra a Serbia, lo que desencadenaría una reacción en cadena.

La Guerra Civil es un símbolo de las tremendas contradicciones que llevaron a esa situación

¿Qué sucedió ese mes? Es un caso ejemplar para precisar el complejo juego de ideas, ambiciones, movilizaciones sociales, egos políticos, errores de cálculo, dinamismos e inercias institucionales, previsiones e imprevisiones. Es cierto que los factores económicos, políticos, estructurales y coyunturales influyeron, pero en último término lo hicieron en la psicología de los individuos, que son los únicos agentes reales. En economía, hace mucho tiempo que se utiliza la psicología para comprender los fenómenos. Von Mises titula su principal obra 'La acción humana'. Daniel Kahneman, un psicólogo, ganó el premio Nobel de Economía, y también Richard Thaler, experto en comportamientos económicos. Sin embargo, la psicología de los acontecimientos políticos está a mi juicio menos desarrollada, tal vez por su enorme complejidad o por la idea de que los hechos son irrepetibles. Esto es verdad, pero debemos recordar la frase de Voltaire: "La historia no se repite nunca, pero los humanos, siempre”.

La misma piedra

La guerra es una patología social recurrente. Bertrand de Jouvenel, tras haber vivido la terrible Segunda Guerra mundial, escribió: "Ni una participación tan general ni una destrucción tan bárbara hubieran sido posibles sin la transformación de los hombres por pasiones violentas y unánimes que han permitido la perversión integral de sus actividades naturales".

La excitación y el mantenimiento de estas pasiones han sido obra de una máquina de guerra que condiciona el empleo de todas las demás, la propaganda. "Ella ha sostenido la atrocidad de los hechos con la atrocidad de los sentimientos”. Esta transmutación de todos los valores es lo que me interesa estudiar. Pueden ver más información sobre este proyecto de historia psicológica en mi blog 'Genealogia del presente'.

La historia no se repite nunca, pero los humanos, siempre

Los tratadistas siempre han criticado de manera especialmente dura las guerras civiles. Son el "mal extremo", decía Pascal. Los griegos desde Tucídides no las denominaban 'polemós', sino 'stasis', una palabra cercana a la patología. La polémica actual sobre el destino del Valle de los Caídos me hace pensar que un gran homenaje a las víctimas sería dedicarlo al estudio y comprensión del horror de las guerras civiles, de sus mecanismos, que se repiten una y otra vez.

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Foto: Reuters.

Si pudiéramos sacar una enseñanza que impidiera sucesos semejantes, daríamos algún sentido —mínimo, lo reconozco— a tanto dolor. Las responsabilidades jurídicas irían por otro lado. En este proyecto se trata de comprender. Y para comprender nuestra Guerra Civil, esa mezcla de cementerio e iglesia, toda la historia y la plástica del monumento, es un símbolo de las tremendas contradicciones que condujeron a aquella situación. No se debe, por ejemplo, quitar la cruz, porque hay que explicar que aquella guerra fue considerada una cruzada, con lo que se relaciona con la oscura historia de otras cruzadas. Para realizar esta investigación —que intenta comprender para evitar— hace falta emprenderla, como decían los clásicos, 'sine ira et studio'. Sin ira y con mucha paciencia. ¿Estaremos ya en condiciones de hacerlo?

Mientras se celebra el centenario del fin de la Primera Guerra Mundial, me encuentro investigando su inicio y, en general, el de las guerras, un trabajo que forma parte de un proyecto mayor: comprender los mecanismos psicológicos de la historia humana. La reiteración de los errores hace pensar que los humanos somos incapaces de aprender de las experiencias pasadas y, sin embargo, son la única fuente de conocimiento que tenemos.

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