Del pan a la fruta: cuatro falsas creencias en torno a la nutrición y la pérdida de peso

La alimentación es terreno abonado para que surjan mitos y creencias en torno a ella, especialmente si hablamos de consejos para perder peso. Con ello, se ha ido perfilando la idea de que hay alimentos buenos y malos, surgiendo un sinfín de recomendaciones que no tienen aval científico.

Ningún alimento, explica Alberto Oliveras Rubio, nutricionista en el Health Center Quirónprevención, “tiene en sí mismo la capacidad de engordar o adelgazar. El aumento de peso se produce cuando se ingresa más energía de la que nuestro organismo necesita o gasta. Y este exceso se produce por un consumo de alimentos en demasía, bien sea por cantidad o porque ingerimos algunos con muchas calorías”. Así, en función de la estatura, la edad, el sexo, la actividad física y el momento vital de cada persona, se necesitará consumir una u otra cantidad de calorías que aporten la energía indispensable para vivir.

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Los estigmas del pan

El pan es, probablemente, uno de los alimentos que más polémica genera y existe la creencia generalizada de que engorda. En este sentido, son muchos los que creen que es necesario eliminarlo -y a los hidratos en general- cuando se está tratando de perder peso, pero esto es un error. “Debemos tener en cuenta que cada uno de los nutrientes que incluimos en nuestra alimentación cumple una función, y carecer de hidratos de carbono hará que esta función la tengan que cubrir los aminoácidos y los ácidos grasos que incluimos, por lo que podemos caer en el error de tener una regeneración de tejidos y de elementos estructurales ineficiente”.

Entre los beneficios del pan, señala el experto, “contiene poca grasa, nos aporta energía y tiene un efecto saciante. También nos proporciona vitaminas hidrosolubles del grupo B y numerosos minerales, como el calcio, fósforo, magnesio y potasio, fundamentales para nuestro organismo”. Eso sí, si lo que se pretende es bajar de peso, lo recomendable es reducir o controlar su ingesta ajustándola a nuestra necesidad vital en ese momento.

También existen dudas sobre el pan integral, que muchos consideran que ayuda a adelgazar, pero lo cierto es que aporta las mismas calorías que el blanco."La ventaja del integral o de diferentes cereales es su alto contenido en fibra insoluble -concretamente, aporta tres veces más fibra-, de forma que aumenta la sensación de saciedad y ayuda a regular el tránsito intestinal, evitando el estreñimiento", apunta el nutricionista. Además, estos cereales también aportan una mayor cantidad de minerales y vitaminas, altamente beneficiosos para la salud.

La fruta engorda menos antes de comer

Hace un tiempo se instaló la creencia de que la fruta engordaba o dificultaba la digestión si se comía como postre, pero no hay evidencia científica que sustente esta afirmación. “La fruta es fruta, y es buena a todas horas”, asegura el especialista, “sobre todo si comiéndola eliminamos de nuestra dieta otros productos menos saludables como helados o postres dulces”. Una dieta equilibrada debe incluir al menos tres piezas de fruta al día, así cubriríamos parte de nuestras necesidades diarias en vitaminas y minerales.

Uno de los beneficios de comer fruta en las comidas es que incrementa la saciedad, por lo que, si nuestro objetivo es adelgazar, entonces quizás comamos menos cantidad de otros alimentos más calóricos; la otra es que hay una serie de frutas, como la piña o la papaya, que aportan enzimas digestivas y pueden favorecer mejores digestiones.

Ocho vasos de agua al día

Una recomendación básica de salud es la de que necesitamos beber suficiente agua para estar bien hidratados. Pero no se trata de una competición, ni de que sea imprescindible beber ocho vasos de agua cada día, porque un exceso también puede ser perjudicial. Así, el experto señala que demasiada agua nos puede causar “hiponatremia, es decir, un descenso súbito de los niveles de sodio provocado por beber mucho más líquido del necesario en un corto periodo de tiempo, y puede derivar en daños en la musculatura, en los órganos e incluso en el cerebro”.

La idea es hacer caso a nuestro organismo: uno de los mecanismos naturales de nuestro cuerpo es indicarnos cuándo necesitamos hidratarnos, y lo hace de forma muy sencilla: provocando que tengamos sed. Esta nos indica cuándo y cuánto hay que beber.

Por otra parte, “es muy importante tener en cuenta que el concepto “hidratación” no solamente recae sobre el agua, sino también sobre las sales minerales, por lo que debemos tenerlas en cuenta a la hora de hacer actividad física muy prolongada”, subraya Alberto Oliveras. Otro punto que debemos valorar cuando bebemos agua durante las comidas “es que los jugos gástricos se diluirán y, con ello, las digestiones se prolongarán. Por eso, si habitualmente tienes digestiones lentas, procura espaciar la ingesta de líquido de la comida”.

Los productos light son más sanos

Que algo se venda como light no implica que sea sinónimo de saludable, que adelgace o que esté absolutamente libre de grasas. La ley fija que se puede etiquetar así un producto si contiene menos del 30% de calorías que su similar (el original, por así decirlo). Esto no quiere decir que no engorde, sino que contiene menos grasa.

“El problema”, explica el especialista, “reside en que, al conocer este aporte disminuido de calorías, solemos aumentar la cantidad que consumimos en lugar de beneficiarnos de que con la misma cantidad tenemos un impacto calórico menor”. Más fundamental que la cantidad de grasa, sería fijarnos en la calidad de la grasa que consumimos.

*El Confidencial, en colaboración con Quirónsalud, presenta una serie de artículos con información práctica, consejos y recomendaciones para mejorar nuestra salud y bienestar. Si tienes alguna duda sobre esta temática o quieres más información, puedes contactar con Health Center Quirónprevención.