¿Qué rol tiene en la evolución el hecho de que podamos envejecer y vivir más años?

A nadie le gusta cumplir años al llegar a cierta edad, porque eso significa que nuestras células y órganos se irán debilitando por el inexorable paso del tiempo, lo que se traduce en una mayor probabilidad de dolencias y enfermedades crónicas. Pero, si lo miramos de manera histórica y realista, lo cierto es que somos muy afortunados de habitar en el siglo XXI al contar con tantos avances médicos y tratamientos; como se suele pensar popularmente, antes cogías una gripe y tu vida corría peligro.

En la era gloriosa de la medicina, es conveniente recordar que no todas las especies de animales envejecen, al menos al mismo ritmo o de forma tan notoria que nosotros. Cabe pensar en las criaturas que viven su senectud en plenas condiciones físicas, como las ballenas o las tortugas. Otras, como algunas especies de medusas, directamente se las han apañado para vivir para siempre y apuntar hacia la eternidad. Resulta increíble cómo algunos animales han perfeccionado tanto su sistema biológico como para que permanezca inalterable al paso del tiempo y el desgaste de los años.

Lo peor es que todavía seguimos pensando en el envejecimiento como algo negativo, pues al final vivimos en un paradigma que idealiza la juventud. Obviamente, hacerse mayor tiene sus inconvenientes, pero desde el punto de vista evolutivo resulta fascinante. Un equipo de científicos del Centro de Investigación Ecológica HUN-REN en Hungría ha creado un modelo informático para demostrar que la vejez animal y humana es ventajosa para la especie, aunque de una manera de lo más curiosa.

La presión natural por vivir más años

El equipo se sirvió del término de senescencia (que abarca el envejecimiento celular hasta que estas dejan de dividirse) para definir el inevitable deterioro del cuerpo con el paso del tiempo y, de algún modo, cómo esta influye de manera positiva en las siguientes generaciones. Hay animales que viven mucho y otros muy poco, pero lo cierto es que es posible que el hecho de ver mermadas sus capacidades físicas y biológicas les hace más resistentes a los condicionantes a los que se enfrenta la especie, o sus amenazas potenciales, como pueden ser las presiones evolutivas externas (de los cambios ambientales o de posibles depredadores) o la genética (donde estas aptitudes se transmiten por parentesco).

La posibilidad de envejecer o morir cada vez más tarde ofrece una ventaja evolutiva para las siguientes generaciones

"Es posible que en un entorno cambiante, el envejecimiento o la muerte sean más ventajosos para los individuos, porque de esta manera aquello que dificulta la supervivencia y reproducción de la especie que mejor se ha adaptado y con mejores composiciones genéticas, acaba reduciendo su efecto", asegura Eörs Szathmáry, biólogo evolutivo y coautor del estudio, en declaraciones recogidas por Science Alert. Es decir, la posibilidad de envejecer o morir cada vez más tarde ofrece una ventaja evolutiva para las siguientes generaciones que vendrán después de nosotros.

Los investigadores creen que la selección de parentesco favorece que más generaciones permanezcan cada vez más tiempo en una senescencia prolongada, como si de algún modo nuestro código genético estuviera forzando al cuerpo a aguantar más años. Sea como sea, este estudio incide en el importante papel que tiene la senescencia (o facultad de resistir física y biológicamente el paso de los años) como ventaja evolutiva frente a otras criaturas. "En la comunidad científica que estudia la biología evolutiva se ha aceptado que las teorías clásicas no adaptativas del envejecimiento no puede explicar todos los patrones de la senescencia en la naturaleza, lo que significa que el propio envejecimiento sigue siendo una pregunta abierta", concluye Szathmáry.