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¿El cabello rizado evolucionó para proteger a los primeros humanos del sol?
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¿El cabello rizado evolucionó para proteger a los primeros humanos del sol?

Durante años, los científicos han planteado la hipótesis de que este, sobre todo el rizado, evolucionó en algún momento como una respuesta termorreguladora del organismo

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Tenemos un montón de vello que brota en puntos aleatorios de nuestro cuerpo, todo ese que hemos aprendido a arrancar u ocultar en los últimos siglos, al tiempo que sobre nuestras cabezas hemos deseado una buena cabellera, siempre cuanto más grande mejor, que dirían en la Francia del siglo XVII.

Desde luego, para otros primates, los humanos debemos parecer de lo más extraño: somos la única especie que no está cubierta por grandes matas de pelo, a la que nos enfrentamos siempre como una desgracia (por no tener "mucho" o por tener "demasiado"). No hay quien nos entienda, eso está claro.

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Ni siquiera los científicos lo hacen. Si bien la ciencia ha podido rastrear hasta el comienzo de nuestra especie en muchos aspectos, constatar que no siempre fue como ahora es, aún no saben bien por qué el asunto del pelo humano es así. O tal vez no lo sabían, porque gracias a un estudio actual se baraja una nueva evidencia que respalda la teoría de que el cabello de nuestro cuero cabelludo evolucionó para ayudarnos a mantenernos frescos.

Los hombres calvos sudan más

Durante años, los científicos han planteado la hipótesis de que este, sobre todo el rizado, evolucionó en algún momento como una respuesta termorreguladora del organismo. Sin embargo, una serie de experimentos en 1988 encontraron que los hombres calvos sudan de dos a tres veces más que los hombres con cabello en el cuero cabelludo. Al principio, esto se usó para argumentar que las cabezas sin pelo están mejor para mantener la cabeza fresca. Pero resulta que no todo quedaba ahí.

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El pelo es todo un protector solar que ya nos viene incorporado "de fábrica", pero en nuestro día a día a veces no resulta tan evidente su funcionalidad, y la ciencia necesita datos concretos. Una investigación reciente parece estar dándolos.

Los resultados sugieren que el cabello de nuestro cuero cabelludo evolucionó en respuesta a la postura erguida de nuestra especie y a nuestros cerebros cada vez más grandes. "La aparición (o retención) del cabello del cuero cabelludo puede haber logrado un equilibrio óptimo entre maximizar la pérdida de calor en la gran superficie del cuerpo y minimizar la ganancia de calor solar en la pequeña superficie del cuero cabelludo, directamente sobre el cerebro", apuntan en este sentido los investigadores. Para estos, el cabello muy rizado "puede proporcionar una reducción adicional en la entrada de calor más allá de la capacidad del cabello típicamente liso de los mamíferos".

Descubriendo en un maniquí

Para llegar a estas conclusiones usaron un maniquí térmico al que colocaron diferentes tipos de peluca a base de cabello humano, desde el más fino al más grueso y desde el más liso al más rizado. Dentro de una cámara de clima controlado, el maniquí ofreció a los investigadores la posibilidad de encontrar que no absorbía tanto calor como cuando estaba calvo. Aunque lo más relevante es que, con todo ello también mostró que aunque todas las pelucas funcionaron de manera similar bajo las luces calientes de las lámparas, el cabello muy rizado fue el mejor para mantener al maniquí fresco de la radiación 'solar'.

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Lo primero ya lo había constatado un estudio en 2010, mientras que los experimentos actuales son los primeros en explorar cómo el cabello del cuero cabelludo afecta la carga térmica general de una persona, no solo la respuesta de sudoración del cuerpo. "Nuestros hallazgos confirman que, independientemente de la textura, el cabello actúa como una barrera que disminuye la pérdida de calor del cuerpo (en este caso, el cuero cabelludo) hacia su entorno", escriben los investigadores.

Sin embargo, el cabello bien rizado no queda plano, lo que significa que permite que el cuero cabelludo 'respire' mejor, al mismo tiempo que lo protege del sol. A medida que aumenta el rizado de una peluca, los experimentadores descubrieron que se habría necesitado menos evaporación del sudor para eliminar el calor del cuero cabelludo, conservando así agua y energía. Por supuesto, un maniquí en una cámara de clima controlado no es del todo realista. Así, el siguiente paso es realizar más investigaciones al aire libre con participantes humanos.

Tenemos un montón de vello que brota en puntos aleatorios de nuestro cuerpo, todo ese que hemos aprendido a arrancar u ocultar en los últimos siglos, al tiempo que sobre nuestras cabezas hemos deseado una buena cabellera, siempre cuanto más grande mejor, que dirían en la Francia del siglo XVII.

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