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¿Histeria colectiva o el poder de la naturaleza? El aire que duele en algunas zonas de Europa
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¿Histeria colectiva o el poder de la naturaleza? El aire que duele en algunas zonas de Europa

Durante décadas, en una zona bajo las montañas de Suiza, los aires llevan a sus habitantes al dolor, tanto físico como mental, y los científicos aún se preguntan por qué

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No es un lugar, sino que es todos, aunque no permanezca en todas partes de la misma forma. El aire como idea se parece al espacio. También se hila con el tiempo en el interior de la conciencia: si respiro estoy vivo. Y así, nos atraviesa silencioso incesantemente. Pero el silencio culmina también con él, lo llamamos entonces viento. El viento ya no es como el espacio o el tiempo, sino que es la conciencia misma, el temor a dejar de respirar.

Si el aire es uno, porque es todo, el viento es cada una de sus partes: hablamos del viento del norte, del viento del sur, del viento del oeste o del viento del oseste, de levante o poniente, de vientos del interior, de corrientes de vientos. Hablamos, incluso, de que los vientos discuten entre sí, se cruzan, se enfrentan. Dentro quedamos nosotros, nuestros cuerpos, nuestra respiración, los efectos secundarios.

Foto: Mujer con sombrilla (Retrato de Camille Monet y su hijo en un día de viento, por Claude Monet). (Wikipedia)

Que la meteorología delimita nuestro carácter no es decir nada nuevo, pero a veces desconocemos con cuánta fuerza puede hacerlo. Hay una pequeña región en Suiza donde esto el asunto lleva al dolor, tanto físico como mental. Cuando el viento empieza a cambiar en Leukerbad, el cielo se aclara hasta adquirir un azul cristalino. Saben que se aproxima porque un banco de nubes esponjosas comienza a enroscarse sobre los picos de las montañas que rodean las casas. Entonces, el paisaje parece de lo más tranquilo.

La sensibilidad al Foehn

"Es tan perfecto como una postal", señala Amelia Soth en Jstor, pero también puede ser peligroso. A veces en Leukerbad reina la armonía, mientras en el pueblo que queda más abajo, Lucerna, se produce la tragedia. Son las señales de la llegada del Foehn, como se conoce a un tipo de viento cálido y seco que desciende de la pendiente de las montañas y que, una vez abajo, conlleva toda una serie de síntomas misteriosos para quienes lo reciben: migrañas, depresión, confusión, mayor riesgo de accidentes y muchos más.

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No es un fenómeno generalizado, pues algunos vecinos parecen inmunes a los efectos del Foehn, pero quienes lo padecen llegan a establecer parámetros de reacción tan compartidos que ya se conoce como 'föhnfühlig' o "sensibilidad al Foehn". Incluso hay informes meteorológicos especiales destinados a personas sensibles, que advierten de que se avecina un viento inquietante.

Hay quien se cuestiona las reacciones humanas: ¿La tensión de estar sujeto a un clima impredecible, quizás? ¿Algo más allá? Hasta la fecha, las causas subyacentes siguen siendo misteriosas y los científicos siguen dudando.

Más de un siglo de misterio

En 2007, la antropóloga Sarah Strauss acudió a la zona para entrevistar a sus habitantes al respecto. Entre los relatos, alguien dijo: "Viví en Lucerna durante tres años y siempre podía decir en cuanto me despertaba: 'Hoy tenemos Foehn', porque ya había oído las sirenas de la policía y de las ambulancias al menos dos o tres veces durante la noche".

Strauss no es la primera ni la última interesada en estos acontecimientos que parecen la vida cotidiana de este lugar del mundo. De hecho, existen informes meteorológicos especiales en torno a los vientos inquietantes destinados, especialmente, a personas que puedan ser sensibles a ellos para que sepan identificarlos.

Ya en 1911, una investigación recogió el drama del Foehn, como un despertar en otro mundo: "Si es verano el ambiente se vuelve sofocantemente caluroso, si es invierno el aire es helado y penetrante. Este viento sopla a menudo con gran violencia, y si no se cierran rápidamente las ventanas, todo en la casa se cubre con una gruesa capa de polvo sin que te des cuenta... Fuera, la nieve desaparece por completo en pocas horas".

Y es que este viento tiene la capacidad de remover todo lo que toca: agita los lagos, forma olas salvajes y amenaza con arrancar uros y tejados. En definitiva, puede cambiar el paisaje. Si no se preparan los campos, un Foehn en pleno verano puede provocar peligrosos incendios forestales; En invierno, su repentino calor puede provocar avalanchas de nieve sobre cualquiera.

No es un lugar, sino que es todos, aunque no permanezca en todas partes de la misma forma. El aire como idea se parece al espacio. También se hila con el tiempo en el interior de la conciencia: si respiro estoy vivo. Y así, nos atraviesa silencioso incesantemente. Pero el silencio culmina también con él, lo llamamos entonces viento. El viento ya no es como el espacio o el tiempo, sino que es la conciencia misma, el temor a dejar de respirar.

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