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Robert Oppenheimer envenenando a gente y otras historias del padre de la bomba atómica
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Robert Oppenheimer envenenando a gente y otras historias del padre de la bomba atómica

El físico, nacido en Nueva York, fue profesor en Berkeley antes de pasar a formar parte del proyecto Manhattan. Y sí, su vida es de película

Foto: Oppenheimer finalmente asumió el puesto de Einstein en el Instituto de Estudios Avanzados (Imagen: US Gov.)
Oppenheimer finalmente asumió el puesto de Einstein en el Instituto de Estudios Avanzados (Imagen: US Gov.)

Dejando a un lado a nuestros políticos, las dos personas que se han llevado el éxito estas últimas semanas y el honor de que todo el mundo hable de ellas no podrían ser más diferentes: por un lado tenemos a Barbie, muñeca de Mattel y juguete de la infancia de casi todas las niñas del siglo XX. Por otro está Robert Oppenheimer, padre de la bomba atómica. El fenómeno Barbenheimmer ya tiene su propio enlace en Wikipedia y está triunfando en redes sociales, al estrenarse dos películas aparentemente tan diferentes, que han conseguido que las salas de cine se llenen como pocas veces ha sucedido después de la pandemia. La unión hace la fuerza.

En el caso del padre de la bomba atómica, a estas alturas sabemos de sobra que Christopher Nolan pretendía hacer un retrato psicológico de un personaje considerado difícil, cuando menos, según las personas que lo conocieron. El físico, de origen judío alemán aunque nacido en Nueva York, fue profesor en Berkeley y después pasó a formar parte del proyecto Manhattan en el que se desarrollaron las armas nucleares utilizadas en Japón durante la Segunda Guerra Mundial.

Foto: Cartel hecho por fans del 'Barbenheimer'. (Twitter)

Tras las dos bombas siempre expresó su más profundo pesar por las víctimas, aunque jamás llegó a verbalizar verdadero arrepentimiento (algo importante para entender su complicado carácter); y como en su juventud había coqueteado con el comunismo, durante la era McCarthy acabó perdiendo el acceso a los documentos militares secretos del país y se le despojó de influencia política directa durante una audiencia en 1954.

Tras las dos bombas siempre expresó su más profundo pesar por las víctimas, aunque jamás llegó a verbalizar verdadero arrepentimiento

Pese a que ha pasado a la historia principalmente por la bomba atómica, Oppenheimer también hizo otras importantes contribuciones, muchas veces junto a sus alumnos, sobre las estrellas de neutrones, los agujeros negros, la mecánica cuántica, la teoría cuántica de campos y las interacciones de los rayos cósmicos. Aunque sin duda brillante y carismático (algunos de sus alumnos llegaron a imitar hasta su manera de caminar), también era una persona profundamente atormentada, incluso antes de involucrarse en todo lo relacionado con el proyecto Manhattan. Algunas de las anécdotas sobre su pasado así por lo menos lo atestiguan.

placeholder Fotografía de archivo facilitada por la Administración de Archivos Nacionales de Estados Unidos (NARA, en inglés) que muestra al físico y director del proyecto Manhattan, Robert Oppenheimer, en 1944. EFE
Fotografía de archivo facilitada por la Administración de Archivos Nacionales de Estados Unidos (NARA, en inglés) que muestra al físico y director del proyecto Manhattan, Robert Oppenheimer, en 1944. EFE

Una de las más famosas sucedió en París, poco después de la Primera Guerra Mundial. Los protagonistas eran Oppenheimer (lógicamente) y Francis Ferguson, brillante teórico del arte que había nacido en el mismo año que él (1904) y con el que compartió amistad durante toda su vida. El físico contaba a su amigo, con cierta frustración, que se sentía torpe en el laboratorio Cavendish (Cambridge) en donde trabajaba. En un determinado momento, Oppenheimer se abalanzó sobre Ferguson dispuesto a estrangularlo. Aunque, como señalamos, ambos seguirían siendo amigos hasta el final de sus días, con aquel episodio Ferguson se convenció de que Oppenheimer tenía serios y profundos problemas psicológicos.

Estando en París, Oppenheimer trató de estrangular en una ocasión a su amigo Francis Ferguson

Lo cierto es que el físico sufría largos periodos de depresión y era profundamente tímido con el sexo contrario. Fumador empedernido, en ocasiones se olvidaba de comer y estaba tan delgado que la dieta para 'imitarle' del actor Cillian Murphy se ha viralizado estas semanas, pues ha señalado que durante mucho tiempo solo comía una almendra por las noches.

Foto: Richard Feynman.

Su carisma y brillantez no le alejaron de la inseguridad y los celos, otro de los episodios más famosos de su vida (retratado en la película de una manera más épica y cinematográfica de lo que probablemente fue) se produjo cuando trató de envenenar a su profesor. Según los biógrafos de El Prometeo americano, muerto de celos contra su profesor Patrick Blackett, aprovechó una ocasión en que este (que luego ganaría un Nobel) le había humillado para inyectar cianuro en una manzana y colocarla en su mesa con la idea de envenenarlo. Nadie sabe realmente qué sucedió (sus descendientes, de hecho, lo han negado) ni si realmente fue cianuro o quizá el propio Oppenheimer se encargó de exagerar la historia, pero según cuentan sus biógrafos, los funcionarios de Cambridge se enteraron y los padres de Oppenheimer tuvieron que intervenir y usar su poder e influencias para evitar la expulsión de su hijo.

Oppenheimer aprovechó una ocasión para inyectar veneno en una manzana y dejársela en la mesa a su profesor, el premio Nobel Patrick Blackett, al que envidiaba profundamente

Un carácter aparentemente tan frío y calculador como para envenenar una manzana al más puro estilo Blancanieves choca quizá con su supuesta empatía por las causas sociales, pues desde joven se sintió atraído por el comunismo y fue un firme defensor del bando republicano en la Guerra Civil española, así como contrario por causas personales al nazismo, lo que explica en parte su adhesión al proyecto Manhattan.

placeholder La psiquiatra comunista Jean Tatlock.
La psiquiatra comunista Jean Tatlock.

Tanto es así, que su relación amorosa más importante (un poco desdibujada en la película, donde Florence Pugh hace el simple papel de amante) fue con la psiquiatra comunista Jean Tatlock. Aunque se llevaban diez años, mantuvieron una turbulenta relación debido en parte también a la inestabilidad emocional de ella, que tuvo que someterse a tratamiento médico y psicoanalítico y terminó con su vida un 4 de enero de 1944. Antes, el FBI había estado siguiendo sus pasos debido a su compromiso con la causa comunista. Su padre la encontró con la cabeza metida en una bañera a medio llenar, con una nota sin firmar a su lado: "Al menos puedo librar de la carga de un alma paralizada a un mundo en conflicto”. Tenía 29 años y, mientras tanto, Oppenheimer se encontraba en el desierto de Nuevo México probando el arma que le convertiría en un personaje eterno.

El texto hindú 'Bhagavad-gītā' cuenta el dilema moral de Arjuna, primo de Krishna, mientras este le recuerda sus deberes como príncipe y guerrero

Pese a que siempre defendió una premisa bastante lógica en todo el asunto de las bombas de Nagasaki e Hiroshima (que, si no se hubieran lanzado, esto habría supuesto aún más pérdidas civiles a largo plazo) es recordado por su apocalíptica frase. "Ahora me he convertido en la Muerte, el destructor de mundos". Oppenheimer tenía un amplio interés por la religión, particularmente por la hindú, y en diversas ocasiones confesó que, cuando había visto la explosión de la prueba nuclear Trinity, a su cabeza habían llegado los versos del Bhagavad-gītā: "Si el esplendor de un millar de soles brillasen al unísono en el cielo, sería como el esplendor de la creación...".

La parte del destructor de mundos también es de ese texto sagrado hinduista. Se trata de uno de los clásicos religiosos más importantes del mundo y muestra la conversación entre Krishna y su primo y amigo Arjuna en el campo de batalla en los instantes previos al inicio de la guerra de Kurukshetra, en el que se debate la confusión y el dilema moral de Arjuna, mientras Krishna le explica sus deberes como guerrero y príncipe.

Quizá Oppenheimer también se debatió toda su vida entre sus deberes como físico y sus propios demonios, y sus dilemas morales a la hora de envenenar una manzana o crear la bomba atómica siempre lo acompañaron. Y quizá, dejándose llevar por una de las frases del propio texto "nadie que haga un buen trabajo tendrá nunca un mal final" realmente consideraba estar haciendo lo correcto cuando en el Laboratorio Nacional de los Álamos se convirtió, sin saberlo, verdaderamente en el destructor de mundos.

Dejando a un lado a nuestros políticos, las dos personas que se han llevado el éxito estas últimas semanas y el honor de que todo el mundo hable de ellas no podrían ser más diferentes: por un lado tenemos a Barbie, muñeca de Mattel y juguete de la infancia de casi todas las niñas del siglo XX. Por otro está Robert Oppenheimer, padre de la bomba atómica. El fenómeno Barbenheimmer ya tiene su propio enlace en Wikipedia y está triunfando en redes sociales, al estrenarse dos películas aparentemente tan diferentes, que han conseguido que las salas de cine se llenen como pocas veces ha sucedido después de la pandemia. La unión hace la fuerza.

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