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¿Por qué inclinamos la cabeza al posar para una foto? La ciencia tiene una respuesta
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¿Por qué inclinamos la cabeza al posar para una foto? La ciencia tiene una respuesta

La pose más repetida, tanto que nos olvidamos de hecho que es una pose más, no es poner los dedos en símbolo de paz, ni siquiera el acto mismo de sonreír, es la de parecer que nos duele mucho el cuello

Foto: Fuente: iStock
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No hay más que echar un vistazo rápido a las últimas fotos en la galería de nuestro móvil o pasarnos un momento por alguna red social como Instagram para comprobarlo: la pose más repetida, tanto que nos olvidamos de hecho que es una pose más, no es poner los dedos en símbolo de paz, ni siquiera el acto de sonreír, la pose más repetida es la de parecer que nos duele mucho el cuello.

Una y otra y otra vez, en cada imagen podemos vernos con la cabeza inclinada (y por lo general hacia el mismo lado, aunque en esto ya cada uno elige estar o no inspirado). Pero, ¿por qué se repite constantemente este gesto? ¿Qué sentido tiene?

Foto: Fuente: iStock.

En 2001, un grupo de investigadores de la Universidad de Bolonia decidieron examinar este fenómeno. En un artículo publicado en European Psychologist, los autores ya citaron artículos anteriores en los que el 'canting', como se denomina en inglés, podría interpretarse como una expresión sumisa o como una forma de señalar complacencia. ¿Quiere decir esto que la imagen es nuestra sumisión?

¿Un asunto de belleza?

Bueno, para ir por partes, lo primero que querían saber los investigadores era ver con qué frecuencia se hacía dicho gesto y cómo respondía la gente a él cuando procesaba conscientemente haberlo hecho.

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Para aquel estudio, 51 mujeres y 28 hombres fueron llevados a una habitación. Una vez dentro, los autores les propusieron tomarse fotos (sin desvelarles la verdadera razón tras la propuesta). Más tarde, les hicieron repetir la tarea, pero fuera de las instalaciones de la universidad, es decir, en su día a día de forma remota. Los resultados de aquel primer experimento empezaban a ofrecer señales: de las 79 personas fotografiadas, un total de 55, o el 71%, habían inclinado la cabeza hacia la derecha o hacia la izquierda, sin que en ningún momento se les indicara que lo hicieran. Por el contrario, solo un tercio del total mantuvo una postura que podríamos decir recta, o neutral y rígida.

Con esto, los investigadores siguieron buscando pistas: pidieron a los participantes que evaluaran tanto su propio atractivo como el de los demás utilizando las fotografías tomadas en el experimento. ¿Y qué pasó entonces? Que las imágenes en las que aparecía alguien con la cabeza ladeada obtuvieron una puntuación más alta que las otras. Resulta que nos hace más atractivos, o eso es lo que creían estos voluntarios.

El miedo a la imagen

Según los investigadores, detrás podría haber una tendencia a interpretar el curioso gesto como señal de ser más amigable o menos amenazante. ¿Pero es por eso que lo hacemos?, se preguntan desde Mental Floss. Más bien todo lo contrario: los autores del estudio acabaron postulando que la inclinación de la cabeza podría ser un reflejo de la incomodidad de la persona a la hora de tomarse una foto. Sin saber que después iba a resultar más atractiva...

El gesto ya aparece en muchas pinturas de retratos de figuras humanas realizados entre los siglos XIV y XX

Casi de forma paralela, también en 2001, otro estudio se acercaba desde otros vértices al mismo punto. Publicado en el Journal of Nonverbal Behavior, examinó 1498 pinturas de retratos de figuras humanas realizados entre los siglos XIV y XX. Sorprendentemente, sus autores también notaron una clara tendencia a la cabeza inclinada (aparecía prácticamente en la mitad de ellas).

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El 'canting' dejaba de ser como se creía un gesto "moderno", propio de las nuevas tecnologías (o las nuevas tecnologías de comienzos de este siglo). No obstante, en el pasado o en el presente, encontraron que era más común entre personas jóvenes que en las de mayor edad. En el caso de las pinturas, por ejemplo, prácticamente no se daba cuando se trataba de un noble o miembro de la realeza.

Más recientemente, en 2016, nuevos trabajos descubrieron que a ojos de los humanos, las representaciones de robots que inclinaban la cabeza eran más agradables y "menos aterradoras" que unos robots con poses rígidas. Y aunque todavía siguen intentando armar todas las piezas de este rompecabezas (nunca mejor dicho), todo lo hallado hasta la fecha parece indicar que, efectivamente, nos entregamos a la imagen de nosotros mismos en una postura sumisa.

No hay más que echar un vistazo rápido a las últimas fotos en la galería de nuestro móvil o pasarnos un momento por alguna red social como Instagram para comprobarlo: la pose más repetida, tanto que nos olvidamos de hecho que es una pose más, no es poner los dedos en símbolo de paz, ni siquiera el acto de sonreír, la pose más repetida es la de parecer que nos duele mucho el cuello.

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