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¿Por qué mentimos? La eterna pregunta tiene respuestas dentro y fuera del cerebro
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¿Por qué mentimos? La eterna pregunta tiene respuestas dentro y fuera del cerebro

Según una investigación, tanto hombres como mujeres mienten en aproximadamente una quinta parte de sus intercambios sociales de más de 10 minutos, aunque las mujeres son más propensas a decir mentiras altruistas

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Siempre se ha dicho que las mentiras tienen las patas muy cortas, pero también que hay mentiras y mentiras. En esta disyuntiva de búsqueda de afirmaciones, hay quien plantea que todo depende del contexto en el que, de pronto, una afirmación resulta no ser cierta. Pero más allá de cómo entiendas tú las mentiras, ¿alguna vez te has preguntado por qué tiramos de ellas?

El debate sobre las mentiras ha llevado a clasificarlas de modo que nos paramos a pensar en estos términos si debemos o no mentir a alguien: los asuntos delicados, la salud, las sorpresas… Parece que hay motivos de sobra a tener en cuenta, pero hoy no hablaremos de ellos, sino del instinto mismo de mentir.

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Si bien no hablaremos de tipos, toca diferenciar por grados de asiduidad, y es que existen personas para las que parece no haber otra forma de expresión que la mentira. Tanto es así que está recogido como trastorno psicológico. Se conoce como mitomanía, o también como pseudología fantástica, y consiste en una conducta repetitiva del acto de mentir. ¿Qué sucede en el cerebro cuando esto pasa? O más bien, ¿qué hace que el cerebro se incline por esto?

Una táctica social "muy efectiva"

La principal razón por la que las personas son deshonestas es que "mentir es una táctica social muy efectiva", explica a Health Robert Feldman, profesor de psicología en la Universidad de Massachusetts Amherst. Feldman lleva décadas estudiando lo que se denomina "engaño verbal", y asegura que hay quien tiende tanto a él precisamente porque "la gente no espera que le mientan; la única expectativa que a priori se plantean es que están escuchando la verdad de los demás".

Para salvar las apariencias, para evitar herir sentimientos, para impresionar, para eludir responsabilidades, para ocultar fechorías... Mentir es un "lubricante social"

Como recuerda en la revista Forbes Cristina Comaford, mentimos "para salvar las apariencias, para evitar herir los sentimientos de otras personas, para impresionar a los demás, para eludir responsabilidades, para ocultar fechorías…". Solo esta lista de motivos ya da pie a posicionarse, pero es que también lo hacemos como "lubricante social".

En este sentido, Bella DePaulo, psicóloga investigadora en la Universidad de Virginia, ha confirmado que mentir es simplemente una condición de vida. En su investigación, encontró que tanto hombres como mujeres mienten en aproximadamente una quinta parte de sus intercambios sociales que duran 10 minutos o más. No obstante, hay que recalcar que, según DePaulo, las mujeres "son más propensas a decir mentiras altruistas para evitar herir los sentimientos de otras personas, y los hombres son más propensos a mentir sobre sí mismos".

Adentrándonos en el cerebro

Por uno u otro motivo, lo que ocurre en nuestro cerebro cuando lanzamos una mentira es que ciertas partes del mismo se estimulan. Primero, el lóbulo frontal (del neocórtex), esta zona de tu cabeza guarda la capacidad de suprimir una verdad. Sí, estás leyendo bien, también existe cierta programación biológica en este acto.

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En segundo lugar, se estimula el sistema límbico debido a la ansiedad que produce el engaño. También de dicho sistema depende el remordimiento posterior o en el momento. Y por último, lo hace el lóbulo temporal, responsable de recuperar recuerdos y crear imágenes mentales (si mentimos tenemos que intentar creérnoslo nosotros mismos primero).

Por si fuera poco, también hay que añadir la participación de la corteza cingulada anterior, porque ayuda a controlar los errores, así como de la corteza prefrontal lateral dorsal, porque al mismo tiempo estará tratando de controlar nuestro comportamiento a toda costa para adecuarlo a la mentira. En resumen, al mentir nuestro cerebro no puede estar más ocupado.

Como explican desde Healthline, es posible que te sientas más motivado por mentir si te resulta difícil crear límites en tu vida personal o profesional. "Pregúntate siempre cuál sería el peor resultado si decidieras decir la verdad", recuerdan.

Siempre se ha dicho que las mentiras tienen las patas muy cortas, pero también que hay mentiras y mentiras. En esta disyuntiva de búsqueda de afirmaciones, hay quien plantea que todo depende del contexto en el que, de pronto, una afirmación resulta no ser cierta. Pero más allá de cómo entiendas tú las mentiras, ¿alguna vez te has preguntado por qué tiramos de ellas?

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