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Por qué las ventanas de los aviones ya no son cuadradas: todo cambió en los años 50 (y menos mal)
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La importancia de una buena ingeniería

Por qué las ventanas de los aviones ya no son cuadradas: todo cambió en los años 50 (y menos mal)

Hace varias décadas, cuando comenzó la fabricación de aviones comerciales, las ventanas cuadradas eran la norma. Sin embargo, a mediados del siglo XX todo cambió

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Quizás eres de los que al subir a un avión le entran los siete males. O de los que buscan como sea la ventanilla para pasarse todo el vuelo mirando asombrado lo que queda bajo él. Seas del tipo seas, te habrás fijado en la forma peculiar que estas tienen. No se parecen a ninguna otra, ni las ventanas de un coche, ni las de un barco (para las que también podríamos dedicar un artículo aparte)… Son, de hecho, una mezcla de todas y de ninguna.

Más allá del transporte, estamos acostumbrados a ver ventanas cuadradas y rectangulares a nuestro alrededor. En el caso de las de los aviones (llamadas ojos de buey) son siempre de forma redonda, pero sin ser redondas del todo. Eso sí, no siempre ha sido así. Hace varias décadas, cuando comenzó la fabricación de aviones comerciales, las ventanas cuadradas eran la norma. Entonces, ¿por qué cambiaron?

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La práctica de un medio que en algún momento fue tan novedoso como fascinante (imagínate, volar, que sigue siendo hoy todo un evento) fue fundamental y, como te estarás imaginando, trágica. Tras varios accidentes trágicos, los fabricantes se cuenta de que aquel primer sistema no era el adecuado.

Accidentes fatídicos

Era la década de 1950, y a medida que los aviones comerciales se hacían más y más grandes, algunos comenzaron a "desintegrarse" en el aire. Literalmente: los de ellos, conocido como cometa 1, por ejemplo, se desintegró en pleno vuelo durante eventos separados en 1953 y, un año después, 1954. ¿La causa? Las ventanas cuadradas.

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Con una investigación minuciosa (porque claro, en su momento identificar este error no pareció nada fácil) los ingenieros se dieron cuenta de que los bordes afilados de estas aberturas creaban puntos débiles naturales en la nave, lo que le provocaba "fracturas por fatiga del metal". En otras palabras, una vez que el avión ascendía, estas esquinas se tensaban con la presión a la que eran sometidas y se iban debilitando fácilmente hasta que explotaban.

Cabe señalar, además, que los aviones en ese entonces volaban más alto y más rápido que ahora, aunque no te lo creas. Esto también requirió de errores fatídicos para ser modificado.

La gran solución

Cuanto más alto, como es de esperar ahora que tenemos los conocimientos adecuados, los aviones experimentarían cambios de presión más considerables durante el vuelo, sobre todo al ascender o descender en altitud. Esos momentos se convertían en un instante de suerte.

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Mientras tanto, la forma redonda de los llamados ojos de buey resultan más capaces de soportar estas condiciones, ya que permiten una distribución más uniforme de la presión sobre la superficie de la ventana, lo que reduce el riesgo de grietas o roturas. Además, son más fáciles de instalar que las ventanas cuadradas o rectangulares, lo que se ha vuelto esencial para las aerolíneas que deben reemplazar regularmente las ventanas dañadas o desgastadas.

También puedes notar varias capas de acrílico (que no de vidrio, como ocurre con otras ventanas) entre la persona y el exterior de la aeronave. Estos ofrecen protección adicional contra la lluvia, el viento y la niebla. Como regla general, el panel central también tiene un pequeño orificio. Esto permite que se iguale la presión entre el aire en la cabina de pasajeros y el aire entre las ventanas exterior y central.

Quizás eres de los que al subir a un avión le entran los siete males. O de los que buscan como sea la ventanilla para pasarse todo el vuelo mirando asombrado lo que queda bajo él. Seas del tipo seas, te habrás fijado en la forma peculiar que estas tienen. No se parecen a ninguna otra, ni las ventanas de un coche, ni las de un barco (para las que también podríamos dedicar un artículo aparte)… Son, de hecho, una mezcla de todas y de ninguna.

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