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¿Por qué duele tanto cortarse con el borde de un folio?
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¿Por qué duele tanto cortarse con el borde de un folio?

Durante el instante del corte, al borde del papel solo le da tiempo de afectar a las dos capas superiores de la piel, la epidermis y la dermis, suficiente para molestar intensamente

Foto: Fuente: iStock / Elaboración propia.
Fuente: iStock / Elaboración propia.

Parecen inofensivos en sí mismos, como si necesitaran de otra fuerza más potente, en este caso las palabras, la tinta, para hacer verdadero daño. Sin embargo, es uno de los causantes más habituales de pequeñas heridas, especialmente en las manos. Eso sí, lo que tienen de pequeñas también lo tienen de molestas. ¿Te has cortado alguna vez con el filo de un folio? Seguro que sabes bien ese dolor, ¿pero cómo puede ser que algo tan fino nos produzca reacciones tan fuertes?

Una combinación perfecta de tres motivos nos dan la respuesta, así que vayamos por partes. Lo primero que debes saber es que tanto las manos en general como los dedos en particular están repletos de células nerviosas llamadas nociceptores y puede decirse que estos son los responsables de ese dolor inmediato y punzante que aparece cuando ni siquiera te has dado cuenta de haber rozado el filo de una hoja de papel.

Foto: Fuente: iStock.

Existen dos tipos de nociceptores, también conocidos como receptores del dolor: los que responden a estímulos térmicos y mecánicos (causados por presión, cortes y pinchazos) y transmiten con rapidez la señal a través de fibras mielinizadas y los que están conectados a las fibras amielínicas, de conducción más lenta, que responden a la presión, temperatura y otro tipo de estímulos.

Todo al microscopio

Los nociceptores responden a las señales emitidas por las células dañadas, por lo que cuando se produce un corte en la piel, estas activan principalmente los "nociceptores mecánicos". No obstante, aunque en menor medida, los cortes con papel también pueden activar los nociceptores que son sensibles a los irritantes químicos, como los blanqueadores que se usan para aligerar el papel; estas células nerviosas pueden generar sensaciones de picazón alrededor de un corte de papel.

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De hecho, aunque parece suave a simple vista, a nivel microscópico, una hoja de papel contiene miles y miles de fibras de madera secas y comprimidas que hacen que los bordes sean, en realidad, bastante ásperos, como apunta el científico Jake Port en Cosmos.

Durante el instante en que se produce el corte, ese borde dentado del papel, sin embargo, no tiene tiempo suficiente como para penetrar demasiado: cuando ocurre, suele afectar solo a las dos capas superiores de la piel, es decir, la epidermis y la dermis, y, por lo tanto, causa poco o ningún sangrado. Puesto que es la sangre la encargada de sellar poco a poco una herida, sin ella las fibras nerviosas afectadas permanecen expuestas durante más tiempo. Es por eso que, aunque ni siquiera aprecies la fisura, todo en ella te esté emitiendo señales de dolor cada vez que tocas algo después.

Las partes más sensibles

Además, los cortes suelen producirse en las áreas de nuestro cuerpo más sensibles, y que curiosamente coinciden con ser también algunas de las que utilizamos con más frecuencia: no solo los dedos sufren esta extraña relación, también los labios o la lengua (piensa, por ejemplo, en la acción de cerrar un sobre).

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Como explica Gabriel Neal, profesor de medicina en la Universidad de Texas, en The Conversation, "nuestro cerebro tiene áreas especializadas para recibir señales procedentes de esas partes con perfecta definición. Las exquisitas habilidades sensoriales que ayudan a que nuestros dedos, labios y lengua sean tan buenos en sus funciones, también hacen que las lesiones sean más dolorosas".

Lo que ocurre es que los nociceptores activados por el corte liberan una ráfaga de señales eléctricas que viajan a través de haces de fibras nerviosas hacia la médula espinal; Una vez allí, las células nerviosas de la médula espinal transmiten esas señales al cerebro para que este las reciba en la corteza sematosensorial.

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Esta región del cerebro se curva alrededor de la superficie del mismo y se divide en diferentes regiones, cada una de las cuales representa diferentes partes del cuerpo. Como las manos y los dedos están llenos de células sensibles al tacto y al dolor, las regiones de la corteza sematosensorial dedicadas a ellos son enormes en comparación, por ejemplo, con las de partes del cuerpo menos sensibles, como podría ser el tronco. Por tanto, nuestra anatomía, la composición del papel y la suerte misma de tiempo en que nos topemos de lleno con él, hacen que abrir un libro sea tan entretenido y enriquecedor como peligroso.

Parecen inofensivos en sí mismos, como si necesitaran de otra fuerza más potente, en este caso las palabras, la tinta, para hacer verdadero daño. Sin embargo, es uno de los causantes más habituales de pequeñas heridas, especialmente en las manos. Eso sí, lo que tienen de pequeñas también lo tienen de molestas. ¿Te has cortado alguna vez con el filo de un folio? Seguro que sabes bien ese dolor, ¿pero cómo puede ser que algo tan fino nos produzca reacciones tan fuertes?

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