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¿Existe realmente un momento en que nos convertimos en personas adultas?
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¿Existe realmente un momento en que nos convertimos en personas adultas?

La edad, en el marco social, determina nuestro conjunto de roles permitidos, nuestra imagen misma y, por supuesto, deposita sobre nosotros la responsabilidad de nuestras acciones

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Los últimos años de la adolescencia resultan, probablemente, el mejor idóneo para aventurarse y experimentar, porque la vida tiende a llenarse de compromisos a medida que envejecemos y nuestro tiempo se va reduciendo a ellas. Lo escuchamos sin parar cuando parece que nos encontramos en ese momento, el momento de ser joven, pero ¿hasta cuándo pertenecemos a esa etapa? ¿Existe un límite, un margen? ¿Se produce, de verdad, la llegada a la adultez, y lo hace de inmediato?

Vivimos en un mundo basado en construcciones sociales. Lo es la adultez, y también la infancia. Sin embargo, hay algo entre medias bastante más difícil de expresar. Como todas las construcciones sociales, la forma en que queda establecida cada etapa de la vida tiene consecuencias reales. Sin ir más lejos, la edad determina nuestro conjunto de roles permitidos, nuestra imagen misma y, por supuesto, deposita sobre nosotros la responsabilidad de nuestras acciones. Pero incluso en los ámbitos donde debería ser más fácil definir la diferencia entre quién puede o no ser responsable de sí mismo (las leyes o el desarrollo físico), el camino a la edad adulta desafía la simplicidad.

Foto: Jóvenes comprometidos por el clima en el 'Fridays for Future', celebrado en Madrid en 2021. (EFE)

Si piensas en esa transición como la inercia de una colección de marcadores (conseguir un trabajo, independizarte de la casa de tus padres, tener pareja e, incluso, tener hijos), como explica Julie Beck en The Atlantic, las personas raramente se han convertido en adultas de ninguna manera predecible a lo largo de la mayor parte de la historia. "Y, pese a ello, estos siguen siendo los marcadores venerados de la edad adulta hoy en día, y cuando las personas tardan demasiado en adquirirlos, o los evitan por completo, se convierte en una razón para que otras sientan lástima por ellas".

Madurez vs adultez

Con todo esto, las diferentes culturas determinan a modo de ritual que alguien es adulto antes incluso de que se aplique la edad legal. Así lo marcan las ceremonias de mayoría de edad para los niños judíos, conocidas como bat o bar mitzvahs, cuando estos tienen 13 años. También en México son populares las fiestas de mayoría de edad para las chicas que cumplen 15 años.

¿Deberíamos entonces hablar de madurez en lugar de adultez? ¿Está el entendimiento en ese giro de conceptos? Para detectar la edad adulta, ese período asociado a los comportamientos maduros, habrá que saber primero qué es la adolescencia. En su libro Age of Opportunity, Laurence Steinberg define la adolescencia como el comienzo de la pubertad y el final en la asunción de roles adultos.

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Este profesor universitario estadounidense de psicología, especializado en el desarrollo psicológico de los adolescentes, escribe que en el siglo XIX, para las niñas, el tiempo entre su primer período y su boda era de alrededor de cinco años, mientras que en 2010 fue de 15 años, gracias a la disminución de la edad de la menarquia (primer período de esta etapa) y al aumento de la edad a la que se concibe el matrimonio en buena parte del mundo.

El desarrollo físico

Además de los patrones de género que se han ligado a él, el desarrollo físico ofrece muchas más visiones hacia la idea de un organismo "adulto". Durante siglos, el desarrollo esquelético también ha sido una medida de la madurez, más científico, aunque desplegado en la sociedad de forma violenta. En Reino Unido, según su Ley de fábricas de 1833, la aparición del segundo molar (entre los 11 y los 13 años) se aceptó como prueba de que un niño tenía la edad suficiente para trabajar. Algo que, desgraciadamente, sigue siendo una realidad en países explotados.

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En cualquier hueso del cuerpo, no obstante, siempre hay cambios. El último hueso del cuerpo en madurar, la clavícula, lo hace entre los 25 y 35, pero los factores ambientales y socioeconómicos pueden afectar a este proceso. Así, la madurez de nuestro esqueleto depende de qué parte de este se esté examinando.

La neurociencia, por su parte, también defiende que el cuerpo siempre está en una especie de intervalo. Para Peter Jones, profesor del instituto de neurociencia epiCentre, de la Universidad de Cambridge, no podemos decir siquiera que haya una niñez y una adultez, "lo que hay es un camino".

Cambios constantes

Lo que es obvio para Jones es que nuestro cerebro se embarca en un período de cambio durante la llamada pubertad, pero estos cambios pueden prolongarse hasta bien entrados los 20. Es lo que conocemos como "madurez sexual", pero esta se da a diferentes ritmos en diferentes personas, lo cual viene determinado por los marcadores sociales se torna resentimiento: "Mientras que lamentarse de los hábitos y valores de los jóvenes es el derecho eterno de los mayores, muchos adultos jóvenes todavía se sienten como niños probándose los zapatos de sus padres", dice Beck.

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Según apunta a BBC Mundo este experto, la madurez sexual conlleva cambios en las sinapsis, los puntos de conexión entre neuronas en las que hay un proceso de eliminación (lo que se conoce como poda sináptica), lo que además podría explicar el incremento en habilidades cognitivas en la adolescencia o a inicio de los veinte.

Por otra parte, sostiene, "hay cambios en la maduración del material aislante que recubre las fibras nerviosas (la mielina). Esto se denomina mielinización. Ese proceso ocurre particularmente en las capas exteriores corticales del cerebro, que contienen buena parte de su capacidad de procesamiento".

Mientras tanto, Anthony Burrow, profesor asistente de desarrollo humano en la Universidad de Cornell, estudia la cuestión de si los adultos jóvenes sienten que tienen un propósito en la vida con el que se proyecten como adultos. En su estudio, Burrow y sus compañeros han encontrado que el propósito más repetido estaba asociado con el bienestar propio. ¿Acaso la vida no es solo eso desde el momento en que tenemos conciencia de ella?

Los últimos años de la adolescencia resultan, probablemente, el mejor idóneo para aventurarse y experimentar, porque la vida tiende a llenarse de compromisos a medida que envejecemos y nuestro tiempo se va reduciendo a ellas. Lo escuchamos sin parar cuando parece que nos encontramos en ese momento, el momento de ser joven, pero ¿hasta cuándo pertenecemos a esa etapa? ¿Existe un límite, un margen? ¿Se produce, de verdad, la llegada a la adultez, y lo hace de inmediato?

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