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Los beneficios de hablar con extraños
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¿incómodo o sanador?

Los beneficios de hablar con extraños

La mayoría de nosotros jamás abordaríamos a un desconocido en la calle para preguntarle cómo se encuentra, pero ¿y si no fuera tan mala idea?

Foto: Fotograma de 'Antes del amanecer'.
Fotograma de 'Antes del amanecer'.

Un día como cualquier otro del año 1989, un joven llamado Richard Linklater entró en una juguetería en Philadelphia, donde estaba visitando a su hermana. Ahí conoció a una chica llamada Amy Lehrhaupt, con la que conectó al instante. Pasaron una noche mágica, paseando por la ciudad y hablando de cine, arte o, simplemente, la vida. Y al día siguiente se separaron, aunque se dieron el número de teléfono para poder seguir en contacto en el futuro. La cosa no fue a más, pero aquella experiencia le sirvió a Linklater para concebir lo que sería una de las películas más famosas de los 90: la trilogía de 'Antes del amanecer'.

'Antes del amanecer' (1995) cuenta la historia de dos jóvenes (Céline y Jesse, interpretados magistralmente por Julie Delpy y Ethan Hawke) que se conocen en un tren por casualidad y tras hablar largo rato deciden pasar una noche paseando por Viena. Linklater estrenó la película en 1995, esperando que Amy Lehrhaupt (con la que había perdido el contacto) pudiera verla y sentirse identificada con la historia de amor de la gran pantalla. Sin embargo, la chica jamás se puso en contacto con el director de cine, que tuvo que seguir imaginando en las películas siguientes que componen la trilogía, cómo habría sido su vida en caso de permanecer junto a esa mujer. 20 años después descubrió por casualidad que Amy jamás había contactado con él ni había visto 'Antes del amanecer' porque había fallecido en un accidente de moto meses antes de que se estrenara la película.

Algunos científicos sociales creen que nos cuesta tanto hablar con desconocidos porque nos enseñan desde niños que todos los extraños son potencialmente peligrosos

Es difícil conectar a un nivel tan extremo con un desconocido, ¿quizá por ello no hablemos con los extraños? Como si de un tabú se tratase, cuando un desconocido en la parada del autobús o un supermercado comienza a hablar con nosotros, nuestros sentidos se ponen alerta y nos sentimos, ciertamente, un poco incómodos. No siempre es así, por supuesto, pues hay gente que asegura sentirse más cómoda hablando con desconocidos que con sus amigos, quizá porque pueden mostrar facetas de sí mismos desconocidas o que no se encuentran a la luz muy fácilmente. De cualquier manera, no es algo que hagamos con mucha frecuencia.

Foto: Fuente: iStock

Algunos científicos sociales creen que, en parte, se debe a esa enseñanza clásica que se les hace a los niños desde bien pequeños: que todas las personas del mundo, en mayor o menor medida, pueden ser potencialmente peligrosas. Consideran que eso puede haber sido activamente perjudicial. Según informa un artículo publicado en 'BBC', la politóloga Dietlind Stolle argumentó hace tiempo que décadas de este mensaje pueden haber dañado la capacidad de toda una generación para confiar en otras personas, lo cual es un problema, pues la confianza es clave para el funcionamiento de muchas sociedades.

¿Perdemos oportunidades sociales o económicas por miedo a los extraños? Algunos investigadores, como Joe Keohane, han estado durante años investigando el poder de los desconocidos y los beneficios de conectarse en un mundo sospechoso. En 2013, dos psicólogas llevaron a cabo un experimento en el que hicieron que 30 adultos sonrieran y hablaran con un barista en una cafetería de Toronto, frente a otros 30 que no debían hacerlo. Los resultados fueron claros: los participantes del estudio que interactuaron al comprar su café informaron sentir un mayor sentido de pertenencia y mejora del estado de ánimo que los que no lo hicieron.

La mayoría de los participantes pronosticaron que la conversación con un desconocido iría mal. Sin embargo, todos se sintieron mejor más animados tras el encuentro

Otros estudios, como los llevados a cabo por científicos del comportamiento de la Universidad de Chicago, pidieron a un grupo de participantes que hablaran con extraños en el transporte público, taxis y salas de espera. La mayoría de los participantes predijeron que las interacciones irían mal y entre sus preocupaciones estaba que el extraño se ofendiera por la intrusión y los rechazara o que los viajes fueran más desagradables de lo que ya lo eran. Sin embargo, cuando lo hicieron descubrieron que los extraños eran sorprendentemente receptivos, curiosos y agradables. Y el estudio se ha repetido en diferentes países, siendo los hallazgos notablemente consistentes: muchas personas temen hablar con extraños, pero cuando lo hacen, tienden a sentirse bien. Más felices, menos solos, más optimistas, más empáticos y con un sentido más fuerte de pertenencia.

En la actualidad, los teléfonos juegan un papel un poco ambivalente en todo esto. Por un lado, nos mantienen conectados y nos acercan a los desconocidos sin los problemas o la desconfianza de antaño. Aplicaciones como Tinder nos permiten tener citas con desconocidos, y podemos pasar horas discutiendo en YouTube con alguien al otro lado del planeta con el que jamás hemos interactuado. Pero también aíslan, y a veces hacen más difícil la comunicación incluso entre personas conocidas.

"Estamos tratando de capacitar a los niños para que tomen decisiones seguras e inteligentes, no para asustarlos de por vida"

Es un tema complicado, sin duda, pues en nuestra amplia mayoría desconfiamos de los extraños porque tememos los peligros intrínsecos de un mundo en el que hay riesgos potenciales. Y, sin embargo, cada vez más voces se alzan para explicar que muchos problemas de desconfianza en el prójimo y misandría podrían resolverse con una enseñanza distinta, lo que a la larga como civilización sería beneficioso.

Por poner un ejemplo curioso: en 2018, el Centro para Niños Desaparecidos y Explotados en Virginia (EEUU), históricamente uno de los principales exponentes de los mensajes de 'tener miedo a los extraños, que pueden ser peligrosos', finalmente retiró ese tipo de consignas. Como explicó uno de los ejecutivos del centro: "Estamos tratando de capacitar a los niños para que tomen decisiones seguras e inteligentes, no para asustarlos de por vida".

Un día como cualquier otro del año 1989, un joven llamado Richard Linklater entró en una juguetería en Philadelphia, donde estaba visitando a su hermana. Ahí conoció a una chica llamada Amy Lehrhaupt, con la que conectó al instante. Pasaron una noche mágica, paseando por la ciudad y hablando de cine, arte o, simplemente, la vida. Y al día siguiente se separaron, aunque se dieron el número de teléfono para poder seguir en contacto en el futuro. La cosa no fue a más, pero aquella experiencia le sirvió a Linklater para concebir lo que sería una de las películas más famosas de los 90: la trilogía de 'Antes del amanecer'.

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