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Los beneficios psicológicos de hablar sobre temas profundos con extraños
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PSICOLOGÍA SOCIAL Y BIENESTAR

Los beneficios psicológicos de hablar sobre temas profundos con extraños

¿Cuándo es la última vez que has entrado en temas personales con alguien a quien no conoces demasiado? Tal vez nuestra salud mental mejoraría en caso de no tener tantas reservas

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Normalmente, cuando buscamos una conexión profunda y honesta, recurrimos a nuestros vínculos más estrechos. La familia y los amigos, a pesar de todos los problemas que puedan surgir, siempre están ahí para escucharnos y tendernos una mano en los momentos difíciles. En esos casos, por norma general no solemos acudir a gente a la que no conocemos, ya que si no nuestra lista de conocidos se engrosaría muchísimo al salir a la calle y hablar con el primero que se presentara.

Esta es, precisamente, una tesitura de la que se nos privó tras la llegada de la pandemia. La mayoría acabó refugiándose en su círculo más íntimo. Tal vez de ahí surja el interés que ha suscitado a la ciencia en los últimos meses de estudiar en el campo de la sociología y psicología el efecto que produce en nuestro ánimo y bienestar el hecho de hablar de forma frecuente con extraños.

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Un nuevo estudio publicado en el 'Journal of Personality and Social Psychology: Attitudes and Social Cognition' da fe de que, a pesar de que nos sintamos al principio un poco extraños al tener contacto con extraños, en el fondo nos place mucho más de lo que pensamos en un inicio. A pesar de que siempre afloren las típicas conversaciones sobre el tiempo o sobre algún evento deportivo reciente de masas (como sucede en las llamadas 'small talks'), en realidad nuestro interés parte de un motivo más profundo. Al fin y al cabo, si no conocemos a la persona que tenemos enfrente, podemos ser quiénes queramos o mostrar un lado de nuestra personalidad que otros ya conocen o no.

Expectativas vs. realidad

El experimento se realizó a más de 1.800 participantes a los que se les preguntó sobre las expectativas que tenían de disfrutar de una conversación con alguien desconocido para luego después someterles a la prueba y responder a una serie de preguntas sobre cómo se sintieron al término de la charla. Así, el equipo de científicos analizó los resultados basados en las expectativas comparándolos con cómo había sido su experiencia.

"Nuestros experimentos tratan de probar si subestimamos de manera sistemática el cuidado y la preocupación de los demás por nosotros en el contexto de conversaciones profundas"

Las preguntas escogidas fueron realmente comprometidas o, al menos, más profundas de lo que esperaban los sujetos en un primer momento. Por ejemplo: "¿Puedes describir un momento en el que lloraste frente a otra persona?". En este caso, ¿qué habrías respondido tú? La incomodidad no estuvo tan presente entre los participantes, sino al contrario, se sintieron mucho más conectados a sus interlocutores de lo que pensaron, a pesar de que las cuestiones tenían un cariz emocional e íntimo considerable.

Los investigadores también compararon los resultados con otros estudios en los que a ciertos sujetos se les pidió lo contrario: cuántas expectativas tendrían a la hora de hablar de temas profundos con sus familiares y amigos versus la realidad. Evidentemente, los participantes asumieron que la charla iría mejor con estos que con desconocidos. Pero en cuanto a si fueron verdaderamente satisfactorias ambos tipos de charlas... había una gran variedad de resultados.

Barreras psicológicas

"Nuestros experimentos tratan de probar si subestimamos de manera sistemática el cuidado y la preocupación de los demás por nosotros en el contexto de conversaciones profundas", aseguran los autores del estudio. A este respecto, se preguntan si realmente malinterpretamos o desmerecemos este tipo de diálogos con desconocidos, si hablar de temas emocionales complejos con estos ayuda a construir relaciones más fuertes o si priman más las barreras psicológicas que nos ponemos a la hora de abrir nuestro corazón a alguien a quien no conocemos tanto.

"Los científicos concluyeron que a todo el mundo le gustaría tener conversaciones más profundas con los demás que las que tienen normalmente"

Una de las conclusiones es que, efectivamente, las expectativas mal calibradas de una persona sobre el nivel de sociabilidad ajeno pueden actuar como barrera psicológica para tener más conversaciones profundas con los demás. Es decir, tememos que el extraño no nos corresponda como es debido cuando le contamos algo comprometido, pero no porque creamos que no le interesa, sino porque no estamos seguros de si su capacidad de comprensión o de socialización es verdaderamente tan alta como la nuestra (más aún si creemos que no se nos da bien socializar, ya que tenemos las expectativas muy bajas con respecto a nosotros).

"El bienestar general de las personas está profundamente relacionado con la calidad de sus relaciones sociales", admiten los investigadores, en declaraciones recogidas por 'Science Alert'. "No parece sorprendente entonces que tengamos fuertes deseos de establecer y mantener relaciones sólidas". De ahí que hubiera una gran conclusión aplicable para todos: a todo el mundo le gustaría tener conversaciones más profundas con los demás que las que tienen normalmente.

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"Nuestros datos sugieren que subestimar la naturaleza profundamente social de los demás, asumiendo que serán indiferentes de lo que luego son en realidad, podría explicar por qué las conversaciones en la vida diaria son más superficiales de lo que a la gente le gustaría", concluyen los autores del estudio, lo cual es muy interesante y se relaciona con la alta incidencia de trastornos mentales como la ansiedad y la depresión que pueden ser ocasionados por un sentimiento de soledad no solo física, sino existencial, en las personas del presente.

Normalmente, cuando buscamos una conexión profunda y honesta, recurrimos a nuestros vínculos más estrechos. La familia y los amigos, a pesar de todos los problemas que puedan surgir, siempre están ahí para escucharnos y tendernos una mano en los momentos difíciles. En esos casos, por norma general no solemos acudir a gente a la que no conocemos, ya que si no nuestra lista de conocidos se engrosaría muchísimo al salir a la calle y hablar con el primero que se presentara.

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