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El misterio de Roseto: se fuma, se bebe, comen albóndigas y sus corazones están sanos
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El misterio de Roseto: se fuma, se bebe, comen albóndigas y sus corazones están sanos

En un pequeño pueblo de EEUU, la tasa de enfermedades cardiovasculares durante los cincuenta y sesenta era muy inferior a la media, a pesar de que su estilo de vida era de lo más insano

Foto: La estructura social y familiar es esencial. (iStock)
La estructura social y familiar es esencial. (iStock)

Un pueblo de EEUU, en el estado de Pensilvania, le puso a la comunidad médica estadounidense un ojo a la virulé durante las décadas de los años cincuenta y sesenta del siglo XX. Esto se debía a que esta pequeña población no alcanzaba ni la mitad de la media nacional de enfermedades cardiovasculares (y sus muertes asociadas). Tratándose de un pueblo compuesto, principalmente, por inmigrantes italianos, cabría pensar que su sano estilo de vida basado en la dieta mediterránea era la responsable de su extraordinaria salud, pero no: fumaban mucho, bebían más vino que agua y comían albóndigas fritas en grasa de cerdo.

El pueblo en cuestión se llama Roseto, situado al este del estado de Pensilvania, a escasos kilómetros de la frontera con la vecina Nueva Jersey. Es muy cercano a las poblaciones de Nazareth y Bangor, donde la tasa de enfermedades cardiovasculares sí concuerda con la media nacional. Esto hizo que saltaran todas las 'alarmas' (positivas) cuando, tras la muerte del presidente Franklin D. Roosevelt por un ictus y su consiguiente hemorragia cerebral, en 1944, y el masivo infarto (no mortal) que sufrió el presidente Dwight D. Eisenhower, en 1955, la investigación sobre enfermedades cardiovasculares en EEUU se disparase.

"En Bangor hubo entre 1935 y 1944 un total de 79 ataques al corazón, mientras que en Roseto solo se contabilizaron un total de nueve"

El estudio que encontró la anomalía de Roseto es, hasta la fecha, uno de los más extensos jamás hecho: el 'Framingham Heart Study' ('Estudio Framingham del corazón'), que lleva en marcha ininterrumpidamente desde 1948, recopilando datos del pueblo de Framingham, en el estado de Massachussets. Los datos de Roseto no encajaban con los descubrimientos del estudio. Parecía que en esta pequeña población, el mal estilo de vida y los factores de riesgo cardiovascular eran completamente irrelevantes. Por ejemplo, como explica el profesor de cardiología Joel Kahn, en el pueblo colindante de Bangor (con una población de 5.000 habitantes, muy similar a la de Roseto), "hubo entre 1935 y 1944 un total de 79 ataques al corazón, mientras que en Roseto solo se contabilizaron un total de nueve".

La tasa de tabaquismo a principio de la década de los sesnta en Roseto era una de las mayores del mundo, y no encendían tabaco de extraordinaria calidad, sino que el más consumido eran los puros Stogie Italianos, sin filtro, sin tratar y repletos de nicotina. ¿A lo mejor su salud se debía a la abstinencia? Para nada. Tanto los hombres como las mujeres de esta población de Pensilvania consumían más vino que el conjunto de leche, café y refrescos. Por tanto, solo queda que sea su alimentación la salvadora. "Olvida la dieta mediterránea a base de aceite de oliva, ensaladas y comidas bajas en grasas. No, los rosetanos freían sus salchichas y albóndigas en manteca de cerdo, comían salami y queso", explica el doctor Rock Positano en un artículo.

placeholder Iglesia presbiteriana de Roseto. (iStock)
Iglesia presbiteriana de Roseto. (iStock)

Además, continúa el médico, los hombres de Roseto no tenían, tampoco, un trabajo que fuera especialmente bueno para la salud. Esto se debe a que en las proximidades de Roseto se encontraban grandes canteras de pizarra, donde la mayor parte de los varones trabajaban. Estas explotaciones implican la inhalación de micropartículas, así como de compuestos químicos perjudiciales para la salud.

Es por esto que, durante años, ningún investigador pudo establecer las causas de que los corazones de este pequeño pueblo fueran máquinas tan perfectas, mucho mejores que los de otros con estilos de vida mucho más sanos. Pero, por suerte, la investigación continuó, y se descubrió que la anomalía de Roseto no se debía a sus hábitos de vida, sino a algo mucho más importante: sus hábitos sociales.

Los más jóvenes empezaron a independizarse y a trasladarse a poblaciones más grandes, a casarse fuera de la comunidad, a ir a las universidades

El profesor de cardiología Joel Kahn explica que "eran los fuertes lazos, tanto familiares como de la comunidad, a los que se atribuyó el conocido como 'efecto Roseto'. Nadie estaba solo, todos tenían amigos y familia dispuestos a ayudar si fuera necesario". Esto, sumado a una importante paridad económica, en la que los más ricos no alardeaban de su poder adquisitivo y vivían exactamente igual que el resto, consiguió, en palabras del profesor, que "los bajos niveles de estrés, así como de sensación de 'injusticia social', sumados a un sentimiento de pertenencia a la comunidad y a una seguridad familiar absoluta, fueron a los que se atribuyó la baja tasa de enfermedades cardiovasculares".

Esto, por desgracia, se comprobó en la década de los años sesenta, cuando la población de Roseto comenzó a americanizarse, dejando de lado sus tradiciones de origen italiano. Como explica Joel Kahn, "las tradiciones se vinieron abajo en la década de 1960. Los más jóvenes empezaron a independizarse y a trasladarse a poblaciones más grandes, a casarse fuera de la comunidad, a ir a las universidades y, en definitiva, a adoptar el estilo de vida tradicional del 'americano suburbano". Esto, según el investigador, aumentó el aislamiento individual de todos los miembros de la sociedad, lo que sumado a las largas horas de trabajo aumentó el estrés, y, además, la introducción en la dieta habitual de los rosetanos de comidas ultraprocesadas provocó un rápido aumento de los infartos debido a la ateroesclerosis.

Foto: El estrés puede influir directamente en enfermedades cardiovasculares. (iStock)

Desde finales de la década de los años setenta hasta nuestros días, la tasa de mortalidad por enfermedades cardiovasculares en Roseto ha alcanzado la media nacional de EEUU, y ahora sufre todas y cada una de las enfermedades crónicas típicas del estilo de vida estadounidense.

A pesar de que la historia de Roseto no tiene un final feliz, para los cardiólogos de todo el mundo los descubrimientos realizados tienen una gran relevancia, pues ponen sobre la mesa que no es solo lo que comemos, fumamos, trabajamos o bebemos lo que marca la salud de nuestro corazón, sino que nuestra calidad de vida social y, sobre todo, nuestro estrés son componentes fundamentales de la salud cardiovascular a largo plazo.

Un pueblo de EEUU, en el estado de Pensilvania, le puso a la comunidad médica estadounidense un ojo a la virulé durante las décadas de los años cincuenta y sesenta del siglo XX. Esto se debía a que esta pequeña población no alcanzaba ni la mitad de la media nacional de enfermedades cardiovasculares (y sus muertes asociadas). Tratándose de un pueblo compuesto, principalmente, por inmigrantes italianos, cabría pensar que su sano estilo de vida basado en la dieta mediterránea era la responsable de su extraordinaria salud, pero no: fumaban mucho, bebían más vino que agua y comían albóndigas fritas en grasa de cerdo.

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