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¿Tenemos realmente un "niño interior"? Esto opina la psicología actual
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Entre pasado y presente

¿Tenemos realmente un "niño interior"? Esto opina la psicología actual

Nuestras primeras experiencias establecen patrones de significado de una realidad en constante cambio. A partir de ello, una vertiente de la psicología estableció esta idea que otras corrientes ponen en duda

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En libros, en talleres, en redes sociales, cada vez se habla más de un concepto que forma parte de la terapia: el "niño herido". Se trata de una especie de recordatorio sobre aquello que fue nuestra infancia o, mejor dicho, sobre lo que aquella infancia repercutió en nuestro presente. Pero, ¿tenemos todos un niño interior? ¿Se puede abordar el ahora mirando a ese pasado inocente?

La idea del niño interior o niño herido nació de la terapia Gestalt, una vertiente de la psicología para la que los primeros años de la vida de una persona conforman la estructura psicológica más vulnerable y sensible de su "yo". Se forma a partir de las experiencias, tanto positivas como negativas, que tenemos en nuestra niñez. Sin embargo, para otros psicólogos, se trata de una mala interpretación de la psicología.

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Según la terapia Gestalt que este niño se va escondiendo en lo más profundo de nuestro ser, pero sale a la luz en determinadas circunstancias como cuando necesitamos enfrentar un proyecto que demanda mucha imaginación o cuando revivimos un miedo que, como adultos, no debería atemorizarnos.

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Acudir a él puede darnos las claves

Nada más cierto que esa configuración: nuestras primeras experiencias estableciendo patrones de significado de una realidad en constante cambio. Esto no significa que el pasado esté debajo del presente, sino que acudir a él puede aportarnos las claves para comprender cómo nos hemos ido configurando y cómo le hemos dado forma a nuestro mundo, a lo largo del tiempo, hasta la actualidad.

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Ya sea por una herida fuera provocada por un amigo de la infancia que se mudó lejos, abuso físico o psicológico o una familia disfuncional, escribe Diana Raab en 'Psychology Today', el dolor resultante vivirá en nosotros por el resto de nuestras vidas; y puede que tengamos recordatorios inesperados de ese dolor ocasionalmente. Raab recuerda que "con frecuencia, es muy difícil deshacerse del bagaje con el que cargamos de nuestra infancia, especialmente cuando hemos estado expuestos a traumas profundos".

Esta psicóloga afirma que escuchar y comunicarnos con nuestro niño interior, ya sea en papel o durante una psicoterapia, también "es crucial para que ocurra una transformación" porque al mantener ese diálogo "puede ocurrir una sanación y transformación más efectiva".

"Reconstruir el pasado es imposible"

En cambio, Arturo Archila, también psicólogo, considera que es imposible sanar a ese niño interior "poniéndose en contacto" con las etapas de la infancia, ya las etapas de nuestra infancia, incluyendo las del desarrollo, son irrepetibles. Es decir, Archila sostiene que lo único que permanece es la memoria: los recuerdos de un adulto atormentado por el pasado de su infancia. Pero no hay niño atormentado dentro de un adulto.

"Lo absolutamente real es que el niño herido no existe. Lo que hay es un adulto de 25, 30 o 40 años atormentando por una infancia que ya se fue, pero que se repite en la cárcel de la memoria. Reconstruir el pasado aparte de incoherente es totalmente imposible", explica.

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Para Stephen A. Diamond la cuestión radica en la conciencia. Todos fuimos niños alguna vez y todavía tenemos a ese niño habitando dentro de nosotros, afirma, pero la mayoría de los adultos ya no son conscientes de ello. Esta falta de relación consciente con nuestro propio niño interior es precisamente el origen de muchas dificultades emocionales, de comportamiento y de relaciones.

Si bien, como vemos, los profesionales no acaban de ponerse de acuerdo. Resida o no nuestro pasado como puesto en conserva dentro de nosotros, el desarrollo humano es un continuo. En este sentido, la conexión con nuestra niñez es un transcurso, sumergido siempre en el contexto en el que nacemos y en su evolución y cambio durante toda nuestra vida, en un constante ser en el mundo.

En libros, en talleres, en redes sociales, cada vez se habla más de un concepto que forma parte de la terapia: el "niño herido". Se trata de una especie de recordatorio sobre aquello que fue nuestra infancia o, mejor dicho, sobre lo que aquella infancia repercutió en nuestro presente. Pero, ¿tenemos todos un niño interior? ¿Se puede abordar el ahora mirando a ese pasado inocente?

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